OGM: Una cuestión que no resolverá la ciencia


Prensa
La Nación, Argentina, 9-9-00
Una cuestión que no resolverá la ciencia
El futuro de los OGM depende de las estrategias comerciales

  • Más allá de los antagonismos, la clave es vender lo que el consumidor demande

  • Sólo se trata de interpretar tendencias y evaluar cómo actúan los competidores
    Mucho se ha dicho y escrito últimamente en favor y en contra de los organismos genéticamente modificados (OGM). Las posiciones se han polarizado de tal forma que parecen inconciliables, y se ve claro que la controversia no será resuelta sencillamente con un buen ensayo experimental.
    Ralph Grifford, agregado agrícola de los Estados Unidos ante la Unión Europea, dijo en una conferencia a fines del año pasado que su país no entendía la posición del Viejo Continente en este tema y fue durísimo en sus críticas. Sin embargo, agregó que "los Estados Unidos están dispuestos a vender a Europa lo que el consumidor demande". Esta última frase resume lo que debe ser nuestra actitud frente a esta cuestión.
    En lugar de combatir solamente contra las "nuevas barreras para-arancelarias" es conveniente que dediquemos algunas energías a comprender cómo ve un europeo el tema de los OGM.
    Este ejercicio es, después de todo, algo elemental entre la gente de marketing. Sí hemos de tener éxito al vender nuestros productos. ¡Y vaya si nos interesa esta cuestión! Lo primero que hemos de entender es qué piensa nuestro potencial cliente. Sólo así podremos abordarlo con una estrategia, un producto y un discurso que tengan posibilidades de éxito. Pues esto es exactamente lo que pretendió hacer Dermot Hayes, en una conferencia que dio en la Universidad de Iowa.
    Comenzó reconociendo que podía haber algún grado de sentimiento antinorteamericano en algunos medios europeos y que ésta era uno de los componentes de la posición opuesta a los OGM.
    Pero, además, recordó que el ciudadano medio europeo pertenece a la generación de las contaminaciones con Dioxina, del drama de Chernobyl y de la "vaca loca". Este tipo de vivencia ha producido una pérdida de confianza notable en la ciencia y en las autoridades gubernamentales.
    Cautela ante todo
    Aunque a los argentinos y norteamericanos les pueda extrañar, el consumidor europeo no valora los aumentos de producción, y en principio su actitud es negativa respecto de ellos. Cuando a un europeo se le habla de mayores rendimientos, no se le ocurre otra cosa que imaginar mayores stocks, más costos de almacenaje y más subsidios. Sabe que no tendrá un cereal más barato, sino que habrá más impuestos que saldrán de su bolsillo.
    Dermot Hayes explicó "la reacción alarmista" a través de un experimento donde se comparó la reacción del público frente a la información científica, a la información no científica y a la combinación de ambas. Y el resultado del experimento es asombroso.
    Frente a la sola mención de algún remoto riesgo, no comprobado, en algo que es tan sensible como la alimentación, los consumidores eligen lo más seguro, aunque signifique mayores costos. Lo notable, en este experimento, es que la información científica suministrada no modificó en nada la reacción de los sujetos del ensayo, ubicados frente a la sola mención de un remoto riesgo sin prueba alguna. Se ve claro que estamos frente a percepciones, miedos y sospechas que no pueden ser eliminadas simplemente con la información científica.
    El inicio en el Tokio Grain Exchange de operaciones de futuros para soja no modificada genéticamente, las decisiones de compañías como Carrefour, Unilever, Nestlé de iniciar la producción de alimentos con insumos sin alteraciones genéticas, el control de la composición de las raciones europeas para evitar producir carne que sea genéticamente modificada, las reglamentaciones que exigen el etiquetado en la UE, Japón, Australia y Nueva Zelanda.
    Todo indica que no estamos frente a una moda pasajera sino frente a una tendencia compleja y estable.
    Basta un detalle para observarlo. El estudio del Nikkei, en Japón, indica que el 64,4% de las principales industrias alimentarias está reformulando sus productos para eliminar los OGM y que muchos consumidores solicitan a sus provedores productos noGM certificados.
    ¿Qué debe hacer la Argentina para ser competitiva frente a estas nuevas demandas? Lo primero será difundir toda información relevante que asegure nuestra capacidad futura de satisfacer estos nichos de mercado. Por ejemplo: los productores deben saber que nuestro país podría posicionarse como un importantísimo proveedor mundial de maíz certificado noGM.
    Es imprescindible comprender cómo actúan nuestros competidores. Según The New York Times, fabricantes norteamericanos como Kellogg's, Kraft Foods y Nestlé venden productos GM en el mercado interno, pero no en los destinos de exportación. Sería razonable acompañar su política de ofrecer al consumidor lo que demanda.
    Por Laureano Mones Cazón
    Para



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