Multinacionales amenazan abastecimiento de alimentos

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El abastecimiento de alimentos en el planeta está amenazado. Si alguna de las 10 companías que controlan la venta de semillas en el planeta decide suspender su comercialización, por ejemplo, de arroz, este ítem va a faltar en la mesa de los brasileros

El alerta está siendo difundido por el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). Se trata de un mercado de 21.000 millones de dólares, que puede ser manipulado de acuerdo con la voluntad de sus accionistas mayoritarios, sin la preocupación por asegurar la alimentación en el mundo.

Las principales industrias actualmente son Monsanto, Dupont - las dos de origen estadounidense - y Syngenta, de Suiza. El MST informa que Syngenta es responsable por el mayor caso de contaminación genética ilegal comprobada en el mundo. Durante cuatro años, la empresa comercializó maíz de la variedad Bt10, cuya venta estaba prohibida, como si fuera Bt11 (autorizada su circulación). Las semillas contaminaron el maíz exportado hacia varios países.

De la misma forma arbitraria, esas empresas decidieron implantar los transgénicos en todo el mundo, a pesar de la falta de aceptación pública. En 1996, ese comercio movía 280 millones de dólares y, en 2004, saltó hacia 4.700 millones de dólares. Un aumento de 17 veces en nueve años. Brasil ya es el tercer productor mundial de organismos genéticamente modificados, a pesar de que su siembra sólo ha sido aprobada por el gobierno en casos muy específicos. Pierde solamente con Estados Unidos y Argentina.

Según el MST, junto con el crecimiento de la venta de semillas, crece también el uso de agrotóxico. De acuerdo con una investigación desarrollada por el científico Charles Benbrook, el uso de agrotóxicos sobre plantaciones transgénicas tiende a crecer cada año. Desde 1996, el aumento fue del 4,1%. Además, las semillas modificadas responden a herbicidas específicos, en general a base de glifosato, producidos por las propias empresas que las comercializaron.

En Brasil, la disputa desleal de espacios para cultivo transgénico se hizo más evidente con el caso de Sygenta en Paraná. De la misma manera como en Estados Unidos, la empresa no respetó las leyes brasileras: en marzo de este año, fue multada por el Ibama (Instituto Brasilero de Medio Ambiente y de Recursos Naturales Renovables) por 1 millón de reales, por practicar experimentos y siembra de soja y maíz transgénicos en la zona de amortiguación del Parque Nacional de Iguaçu, en Santa Tereza do Oeste (PR). De las 18 propiedades denunciadas e inspeccionadas, en 14 de ellas se encontraron sembradíos a cuatro kilómetros del parque.

Además de que el cultivo de maíz transgénico no está liberado en Brasil, la Ley de Bioseguridad vigente es clara al vetar la siembra de organismos modificados en las zonas de amortiguación de parques y unidades de conservación.

Para denunciar las acciones ilegales cometidas por la transnacional contra la biodiversidad, cerca de 600 integrantes de Vía Campesina ocuparon el campo de experimento de Syngenta el 14 de marzo de este año.

Fueron los trabajadores y trabajadoras rurales los que solicitaron la inspección del Ibama. Actualmente, cerca de 100 familias permanecen acampadas en las 123 hectáreas de la transnacional, que ahora tiene el nombre de "Tierra Libre". Los campesinos pretenden transformar el ex-campo de experimentos con transgénicos en un campo de semillas criollas y modelo de producción agroecológica, como ya ocurre en otros lugares del país.

La Syngenta, en repudio a la decisión del gobierno de Paraná de mantener a las familias en el área, declaró que dejará el país. Para el MST, la salida de la empresa es otra demostración de que actualmente el control de las semillas no tiene patria. Cuando la empresa deja de tener lucros y permiso para explotar el medio ambiente devastándolo, se muda de lugar y continúa la explotación en otro lugar.

Adital, Internet, 17-7-06

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