Monsanto amenaza con colonizar los cultivos europeos con sus transgénicos
Se da un plazo de 4 años para controlar la producción de maíz
La empresa multinacional Monsanto, que se ha dedicado en los últimos diez años a debilitar las leyes europeas de protección del medio ambiente, de los consumidores y de los agricultores con sus productos transgénicos a pesar del rechazo de los europeos a este tipo de sustancias, se ha propuesto entrar de lleno en los cultivos europeos.
En noviembre de 2005, Monsanto anunció a sus accionistas que consideraba Europa como la “siguiente oportunidad”, destacando que de aquí a 2010 se abría un mercado potencial para introducir 59 millones de hectáreas de su maíz Roundup Ready y 32 millones de hectáreas de su maíz resistente a insectos.
Es decir, que la empresa se está poniendo como objetivo el control de la producción europea de maíz. Además, planea introducir su soja transgénica en las tierras europeas.
De momento Monsanto tiene la autorización de comercializar únicamente un tipo de maíz modificado genéticamente en la Unión Europea, algo que parece no frenar los intereses expansionistas de la compañía.
Un informe realizado por Amigos de la Tierra remitido a Zona Verde revela que desde 1998 no se han aprobado nuevos transgénicos para su cultivo en la Unión Europea y a pesar de 30 años de investigación y gasto de dinero público, la industria sólo ha desarrollado dos tipos de cultivos transgénicos: los tolerantes a herbicida y los resistentes a insectos.
El cultivo comercial en toda la Unión Europea se limita a España, donde ya sólo un tipo de maíz modificado genéticamente se puede sembrar, la superficie sembrada se ha reducido en el último año y la resistencia de la sociedad civil se hace cada vez más visible.
El número de países europeos que prohíben determinados organismos modificados genéticamente (OMG) en su territorio aumentó en los últimos años, las regiones que se declararon libres de transgénicos alcanzan ya las 165 y más de 4500 zonas más reducidas también se ha declarado libres de transgénicos.
Además, los ciudadanos europeos siguen rechazando masivamente los alimentos transgénicos: encuestas europeas demuestran que el 70% del público no quiere comer este tipo de alimentos y muchos de los grandes productores y distribuidores prohíben el uso de OMG en sus productos.
Los cultivos transgénicos, en contra de lo que predican sus defensores, no han contribuido a aliviar el hambre y la pobreza. La mayoría de la producción transgénica está destinada a la alimentación animal y ninguna solución al hambre y la pobreza procedente de la agricultura transgénica ha visto la luz hasta hoy. Los transgénicos producidos en los países en desarrollo han sido destinados principalmente a la exportación, a veces a expensas de la producción local de alimentos.
Es más, en países como Indonesia o India, se han registrado problemas graves con las semillas de Monsanto, dejando a menudo a los agricultores muy endeudados. Por otra parte, Monsanto sigue introduciendo derechos de patentes elevados en Sudamérica para incrementar sus beneficios.
Según Liliane Spendeler, coordinadora del área de biotecnología de Amigos de la Tierra España, “los planes de Monsanto para Europa son alarmantes. A la luz de lo que ha pasado en los últimos años en España y los numerosos problemas que han provocado los cultivos transgénicos en nuestro país, es imprescindible que Europea y los gobiernos nacionales impidan que Monsanto se haga con el control de una parte importante de la agricultura europea”.
“Monsanto ha tenido una influencia evidente en el diseño de la política sobre transgénicos en países como Estados Unidos o Brasil. En Paraguay y Brasil, las semillas transgénicas de Monsanto se comercializaban aun siendo prohibidas y en Indonesia, Monsanto ha sido reducido a sobornar miembros del gobierno. Es ya hora de que los gobiernos dejen de servir los intereses de grandes empresas como Monsanto y den prioridad absoluta a los intereses de sus ciudadanos y el medio ambiente”, concluye Spendeler.