México: exigen científicos más recursos para analizar contaminación del maíz criollo
Constatan el mejoramiento genético del grano con método tradicional y sin usar transgénicos
La sociedad y la comunidad científica deben exigir al gobierno de nuestro país -al que se va y al que llega- que destine más recursos para analizar muestras de maíz criollo para detectar cualquier grado de contaminación por transgénicos. No debe haber ninguna tolerancia en torno a la liberación en el ambiente de organismos genéticamente modificados (OGM), cuyo impacto en el grano puede resultar desastroso.
"Estamos a muy buen tiempo de evitar que, en todo caso, ocurra contaminación del maíz criollo, y de que el gobierno adopte una metodología, con todo rigor y los recursos que se requieren, para determinar e impedir esa situación", afirmó Elena Alvarez-Buyllla, del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (IE-UNAM), al dar ayer a conocer las conclusiones de la reunión Biocomplexity Maize Mini-simposium, realizada aquí junto con científicos de la Universidad de California, de Estados Unidos.
Consideró que, más allá de nacionalismos, al país le conviene maximizar su ventaja comparativa de ser cuna de origen de diversidad plantas y variedades, evitando la liberalización al viento de OGM, como proponen otros científicos, y que las autoridades federales deben declarar "una moratoria total, definitiva" a la apertura a ese tipo de organismos derivados de las variedades originarias del país, a fin de que México sea, en realidad, una fuente de semillas seguras que serán solicitadas, libres de transgénicos, por mercados preferenciales, y recordó: "el maíz es estratégico para nuestra nación en términos de seguridad alimentaria, de conservación ambiental y como fuente de divisas".
Advirtió que no hay seguridad ni de las compañías ni del gobierno sobre el impacto de sus biotecnologías en el medio ambiente, la economía, la sociedad y los procesos agrícolas, y añadió que, luego del intercambio de experiencias entre científicos mexicanos y estadunidenses, los análisis sobre el impacto de los OGM presentan "resultados contradictorios", señaló la investigadora.
Según, explicó, las dos principales conclusiones del encuentro arrojaron, primero, que las contradicciones entre los estudios publicados hasta ahora se deben a problemas de muestreo (número de semillas analizadas), y a las diferencias en los métodos moleculares analíticos.
Por ello, sostuvo que los estudios deben servir para que el gobierno mexicano establezca "con rigor" los métodos en ambos campos, y que deben garantizar un biomonitoreo de transgenes en todas las especies biológicas en las que pudo haber flujo no intencional de transgenes a acervos naturales o cultivados, emparentados con especies transgénicas. Ese biomonitoreo, recomendó, debe hacerse a escala nacional.
Por otra parte, consideró necesario que se prohíba en todo el mundo, mediante una norma o reglamentación internacional, el uso del maíz como biorreactor, es decir, como el sistema de expresión de sustancias para la industria o para la medicina farmacéutica, y que no deben consumir seres humanos o animales.
Informó que, como parte del acto, científicos de los dos países recorrieron los campos experimentales de El Colegio de Posgraduados en la zona de Chalco, estado de México, en una visita coordinada por Fernando Castillo, de esa casa de estudios, donde se pudieron percatar del enorme potencial de mejoramiento genético que tiene el aprovechamiento de la variabilidad genética de los maíces criollos mexicanos, usando métodos de genética tradicional y biotecnología moderna, pero que no implican el uso de transgénesis.
Alvarez-Buylla anunció que pronto se publicarán nuevos datos acerca de los niveles de contaminación por transgenes de las razas criollas de maíz mexicano en Oaxaca y en el resto del país. Y consideró como "una muy buena noticia" que se hayan rechazado las solicitudes de siembras experimentales a campo abierto de líneas de maíz transgénico promovidas por las trasnacionales Monsanto, Dow y Pioneer.