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"Un par de años atrás, el querido escritor uruguayo Eduardo Galeano advertía que el "sistema mundial de dominio nos está llevando a todos al matadero o al manicomio". Nada más certero: muchos terminaron en el primero; los demás, en el segundo, porque ese sistema de dominio vuelve a mostrar el músculo, que sin más ven venir la "segunda crisis" en sólo un bienio"
Un par de años atrás, cuando supuestamente amainaba la llamada "primera crisis mundial de los alimentos" y la FAO denunciaba que el brutal incremento de precios en estos productos fue resultado de la especulación, no de la escasez, el querido escritor uruguayo Eduardo Galeano advertía que el "sistema mundial de dominio nos está llevando a todos al matadero o al manicomio". Nada más certero: muchos terminaron en el primero; los demás, en vía de mientras, en el segundo, porque ese sistema de dominio vuelve a mostrar el músculo ante la pasividad de gobiernos y organismos internacionales, que sin más ven venir la "segunda crisis" en sólo un bienio.
En la portada jornalera de ayer se advierte: “ ‘el incremento y la volatilidad en el precio de los cereales se constituye como la mayor amenaza para la seguridad alimentaria’, afirmó un grupo de expertos de 75 países reunidos este fin de semana en Roma, convocados por la FAO. El encuentro coincidió con la publicación de un reporte en el que el mismo organismo da cuenta que de julio a septiembre los precios internacionales del trigo aumentaron hasta 80 por ciento y del maíz 40 por ciento. Los del arroz, en cambio, tuvieron un comportamiento moderado, al subir 7 por ciento en estos meses. Estos tres granos constituyen la base de la pirámide alimentaria en todo el mundo. En la reunión especial en Roma para analizar la situación alimentaria, los expertos señalaron que los incrementos en los precios de los cereales en los días recientes responden a la especulación, más que al comportamiento del mercado”, es decir, lo mismo que se denunció un bienio atrás, cuando los precios de los alimentos básicos se incrementaron 275 por ciento, en promedio.
De nueva cuenta el "sistema mundial de dominio" (Galeano dixit) soltó a sus perros especulativos, y una vez más va sobre los productos que, sin mayor trámite, deberían terminar en el estómago de los seres humanos, aunque en los hechos alrededor de mil millones de ellos en el planeta sufren hambre crónica. Y va por más. “El documento Perspectivas para las cosechas y la situación alimentaria, publicado el pasado viernes por la FAO, reporta que el incremento en el precio de los cereales se ha traducido en el encarecimiento de los alimentos en todo el mundo, sobre todo en los países pobres que importan esos granos y que requieren ayuda internacional” (La Jornada).
La FAO no terminaba de apagar la alarma por la "primera crisis mundial de los alimentos", cuando ya enciende los focos rojos de la "segunda crisis". Lo mismo que dos años atrás, el organismo denuncia que es la especulación y no la escasez de estos productos la que desata la indiscriminada alza de precios, en un contexto de creciente producción, pero también de la inagotable voracidad de un grupúsculo de empresas trasnacionales que controlan el mercado internacional por acumular mayores ganancias a costillas del hambre mundial.
Y si la FAO se muestra extremadamente preocupada por esta explosiva situación, el gobierno mexicano (si es que existe) debería tomarle la mano a este organismo internacional y comenzar a moverse, porque la dependencia alimentaria del país es explosivamente creciente y con los perros del "sistema mundial de dominio" sueltos. El estómago nacional depende en grado sumo de la importación de alimentos; alegremente exporta lechugas y acelgas, pero importa crecientes volúmenes de carne, leche, huevo, pescado (con más de 10 mil kilómetros de litorales), cereales y demás. Traducido al castellano, México es importador neto de alimentos, el 50 por ciento de lo que come viene de afuera, y corre el riesgo de ser zarandeado, una vez más, por los precios internacionales, de nueva cuenta acicateados por la especulación. Es un delicado problema de seguridad alimentaria, sí, pero especialmente de seguridad nacional, que ninguna autoridad medianamente enterada atiende.
En los últimos tres bienios (1995-2010, los años del TLCAN), México incrementó en 400 por ciento las importaciones de alimentos, a la par que de los bolsillos nacionales salieron alrededor de 175 mil millones de dólares (algo así como 2.27 billones de pesos al tipo de cambio actual) para pagarlas (las cifras aparecen por allá perdidas en la estadística del autodenominado cuarto informe de gobierno de ya saben quién). Entonces, este país ha logrado reunir los cuatro elementos necesarios para una explosión a gran escala: campo en el abandono, adquisición masiva de alimentos en el mercado internacional (principalmente Estados Unidos), inacción gubernamental y feroz alza especulativa. ¡Bum!
La estadística oficial aporta los siguientes resultados: en 1980 México importaba 27 por ciento del consumo nacional de arroz; hoy, 75 por ciento. En igual lapso, 18 por ciento del maíz (actualmente 25 por ciento) y 10 por ciento de trigo (42 por ciento en 2010). La importación de carne en canal bovino se incrementó 281 por ciento de 1990 a 2010; la de porcino, 378 por ciento; la de aves, mil 35 por ciento; la de huevo, 185 por ciento, y así por el estilo. Se estima que en 2010 se gastarán 20 mil millones de dólares para importar alimentos, monto mayor al que se destina a la educación.
Un reciente análisis de la Cámara de Diputados advierte que el incremento en el precio del trigo ha repercutido en los precios del maíz, el arroz y el sorgo, al ser alimentos sustitutos del primero y orientarse la demanda hacia esos cultivos. Ello ha generado incrementos de 6.1, 6.5 y 4 por ciento, respectivamente, entre la primera y última semana de agosto (de 2010), por lo que el riesgo de México no se limita a un sólo grano, sino que se extiende también a estos productos y otros en los que existe dependencia alimentaria del exterior. Esto se confirma con las cifras de importaciones de arroz, que se estiman representen en 2010 el 74.1 por ciento del consumo nacional aparente, el cual es de los productos con mayor nivel de dependencia que México tiene con el exterior; así como la soya, cuyas importaciones se calculan para 2010 en 94.5 por ciento del consumo nacional aparente; mientras para el maíz se prevé sean de 24.6 por ciento, para el sorgo de 25.6, y para el trigo, de 45 por ciento.
Las rebanadas del pastel
No se sorprendan, mexicanos panzones, si el inquilino de Los Pinos vuelve a salir con su historia de que la explosiva alza en los precios de los alimentos se debe a que los chinos son muchos y comen más (versión calderonista sobre las "causas" de la "primera crisis mundial de los alimentos", 2007-2008).
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