México: Ofensiva neoliberal crea pueblos fantasmas en zonas agrícolas

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País México

En ejidos temporaleros de Chihuahua predomina el "cultivo de la desesperanza"

Chihuahua, Chih., 2 de enero. Por el camino flaco y terroso que atraviesa Agua Fría no va ni viene nadie. Hace como 12 años que los primeros hombres, mujeres y niños empezaron a irse y apenas quedaron aquí los cascarones de unas casitas de adobe, las siluetas de lo que fueron corrales de ganado, el esqueleto de una trilladora de avena que no se mueve de enfrente del hogar de don Raúl desde quién sabe cuándo, y uno que otro viejo que anda como alma en pena contándole a los pocos que se "aparecen" por el ejido que estas tierras estuvieron alguna vez tupidas de cañas de maíz, alfombradas de blanco con las hojas de los manzanos y coloreadas con la flor del frijol... alguna vez.

Ya tiene tiempo que "la cosa empezó mala y se puso peor", dicen en Agua Fría, como si hablara el eco de las voces de quienes ya no están. De poco en poco les quitaron los precios de garantía y nunca más pudieron saber a cómo iban a vender su producto; después les cortaron los créditos y la tierra sembrada se hizo cada vez más chica; luego, para pagar sus deudas empezaron a vender el tractor, el arado y cuando ya no tuvieron otro remedio se vieron obligados a vender que las tres, que las cinco, que las 15 hectáreas: se quedaron sin su tierra, también sin sus vacas y, finalmente, sin sus hijos. -Aquí quedamos puro deshecho -balbucea doña Elpidia.

En la entrada de Agua Fría la mirada se llena con los restos de lodo y piedra que dibujan en el suelo el esqueleto del poblado. De un lado, en el mero inicio, todavía está de pie un cono y un anuncio por fuera con unas letras que poco les falta para caer al camino: "Graneros del pueblo, Bodega rural, Conasupo". En aquel silo, dice don Pedro Torres, de un ejido de más arriba, se llegaron a almacenar, todavía a principios de los años 80, "más de mil toneladas de maíz y entre 400 y 500 toneladas de frijol al año". Ahora a la bodega ya le salieron hierbas que se han comido hasta la cancha de basquetbol de junto.

Agua Fría pertenece al municipio de Bachíniva, el "paraíso de las manzanas", que de paraíso y de manzanas sólo queda el recuerdo. Es uno de los poblados que integran la zona temporalera del estado, que en conjunto abarca más de 60 por ciento de la superficie de uso agrícola y, no obstante, "tiene firmada su sentencia de muerte. La ejecución está en curso", alerta Víctor Quintana, investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.

En la región temporalera chihuahuense, el frijol y el maíz eran los principales cultivos hasta que, como aquí dicen, "los tiros" del neoliberalismo empezaron a caer sobre las tierras y los campesinos. En la primera etapa del proceso -que tanto productores como académicos sitúan entre 1982 y 1988- los precios de garantía se fueron por los suelos y, a la par, los insumos se elevaron hasta el cielo.

De acuerdo con un análisis del Frente Democrático Campesino de Chihuahua (FDC), a nivel nacional en el periodo de 1985 a 1999, el maíz perdió 64 por ciento de su valor, y el frijol, 46 por ciento. Todavía en 1985 el precio de la tonelada de maíz fue de mil 239 pesos, 11 años después el pago a los campesinos por la misma cantidad fue de 428 pesos. En el caso del frijol la situación no es mejor. En 1985 por la tonelada se pagaban 3 mil 647 pesos, pero en 1999 el pago había caído a mil 999 pesos.

En la fila de puertas que se siguen de largo después de la tumba de Conasupo ya no abre nadie. "Allí vivieron los Miranda; allá enfrente, los Molinar, los Cos; acá los Castillo, que era una familia con mucha tierra, como 300 hectáreas, pero la fueron vendiendo. Unos se fueron a la ciudad, otros a las colonias y casi todos los hijos están en Estados Unidos", señala don Pedro.

En Agua Fría hay 40 casas deshabitadas y nueve con gente. Una es la de doña Cuca (María Cleotilde Miranda), quien además es dueña del único tendajón que queda en el ejido. "Aquí no se puede tener mucho, las cosas se pasan de caducidad porque no las llevan. Esas tres Campbells tienen tres años. Ahora está acá muy triste, siendo que era un rancho muy grande; cuando se levantaba el frijol y el maíz sacaba 3 mil pesos diarios y ahora hay días que, no me va usted a creer, pero saco 20 pesos", lamenta doña Cuca.

Casi al final del camino de Agua Fría está estacionada la máquina del tiempo. Parece un dinosaurio de acero dormido, pero no es más que la trilladora de avena de don Raúl Arámbula Iturralde. Los niños que se fueron nunca la vieron trabajar, nada más la bautizaron y se le quedó el nombre, ríe el anciano.

En torno de la mesa de su casa, junto con su esposa, doña Elpidia -mujer que prefiere no romper el silencio que se "escucha" en todo el pueblo-, don Raúl cuenta lo que les fue pasando a todos, no sin antes recordar que "aquí se producía bastante maíz, frijol, había mucho ganado.

"Entre mis dos chamacos y yo sembrábamos entre 20 o 25 hectáreas. Después empecé a deber 100 mil, 200 mil pesos y no podía pagar y para darle al banco empecé a vender las cinco, las 10 hectáreas, y ahora ya llevo vendidas 30 hectáreas de cultivo. También perdí todo el ganado que tenía en Guerrero, eran 70 reses. Tenía tres tractores y vendí dos. Por eso los hijos se fueron; yo le decía al mayor que no se fuera."

Por la ventana salta de pronto Nico, el único apoyo que les quedó a los dos viejos. "Como ya no hay quien, ese gato me ayuda a trozar la leña. Nos llevamos muy bien, casi lo hago hablar, pero con Federico, mi perro, no nos entendemos", asegura don Raúl.

La segunda etapa de la ofensiva empezó a finales de 1988 con medidas como el retiro del crédito rural y la profundización de la apertura comercial. Para 1989 Banrural abandonó las tierras temporaleras de Chihuahua y "retiró el crédito agrícola a más de 100 mil hectáreas, afectando por lo menos a 30 mil productores", destaca Miguel Colunga, asesor del FDC.

Lo anterior, añade, tuvo impactos devastadores en esta zona de temporal porque la producción de esos granos básicos cayó en picada. Hace una década se producían en el estado 150 mil toneladas de frijol y durante 2004 la producción bajó a 25 mil toneladas, ni siquiera las suficientes para el consumo de la entidad, estimado en 40 mil toneladas.

Para el gobierno, señala Colunga, la caída de la productividad obedece a un problema de agotamiento del suelo y a la sequía que desde 1992 sufre la entidad. Sin embargo, es un argumento falso, porque si bien es cierto que la falta de lluvias afecta, "la sequía más dura es la carencia de recursos, ésa es la que no podemos remontar".

En el Rancho de Peña, municipio de Santa Isabel, Paco Chávez tiene "cinco años" de no sembrar nada. Entre las condiciones climáticas, el retiro del crédito, las deudas con el banco y con los agiotistas, que les cobran el famoso 10 por ciento de interés, y encima de eso el derrumbe de precios -en 1996 el kilo de frijol se pagó a los campesinos a 5 pesos con 40 centavos y en 1999 a 2 pesos con 80 centavos-, el señor Paco sólo mira con tristeza que sobre las tierras donde alguna vez cosechó hasta 110 toneladas de frijol ya nada más crece puro pasto.

De hecho, a consecuencia de las políticas de asfixia, el mapa de producción cambió. Los campesinos temporaleros chihuahuenses ahora se refugian en lo que han llamado el "cultivo de la desesperanza": la avena forrajera, misma que tan sólo en el ciclo primavera-verano de 2002 ocupó 40 por ciento de la superficie sembrada, apunta el coordinador del FDC, Daniel Delgado.

Las reformas a la Ley Federal de la Reforma Agraria, la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y después la desaparición de Conasupo, esto último como parte de un tercer "gran golpe", indica Quintana, han provocado que los campesinos se conviertan en una "especie en extinción, no nada más geográfica sino culturalmente".

Encumbrada la noche y ya encarrerada en la plática, doña Cuca cuenta que los que huyeron de Agua Fría nunca se despidieron: "al otro día nada más se oía que 'ya se fue'; después, 'que ya se fueron' y luego casi todos dijeron lo mismo". En eso está, cuando repentinamente se abre la puertita de la tienda y pasa un niño, pero no se atreve a pedirle nada a doña Cuca. Sólo se queda pegado en la pared, atento a lo que ella dice: "unas personas cargaron hasta con las vigas, quitaron los techos, las ventanas, y se las llevaron en las trocas".

Antes de irse, Luis Iván -hijo de Bienvenido Gutiérrez, uno de los hombres más pobres del ejido, quien después de trabajar las parcelas de su padre se convirtió en peón de otras tierras- hace su pedido: "lo que a mí me gustaría es que hubiera gente, niños, animales y plantas en Agua Fría", pero hace años aquí nada más le salen malas mujeres, nombre con el que se conoce a ciertas hierbas bravas y espinosas.

La Jornada, México, 3-1-05

Temas: Agronegocio

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