Maíz: la amenaza transgénica Alejandro Nadal
Prensa
La Jornada, México, 5-12-01
Maíz: la amenaza transgénica
Alejandro Nadal
La revista
da a conocer esta semana una investigación de Ignacio Chapela y David Quist de la Universidad de California sobre la contaminación de razas criollas de maíz con material transgénico. El estudio revela que en la Sierra de Juárez, al norte de Oaxaca, variedades de maíz criollo contenían unidades de ADN transgénico, provenientes de maíces transgénicos disponibles comercialmente.
La investigación se realizó sobre mazorcas de maíces criollos procedentes de cuatro parcelas en el municipio de Ixtlán, a más de 20 kilómetros de la carretera federal Oaxaca-Tuxtepec. Una muestra adicional se obtuvo de tiendas locales de Diconsa. El estudio comparó los resultados con una muestra de maíz de Cuzco, Perú, y otra obtenida de la Sierra de Juárez en 1971. En estos dos últimos casos el contenido de material transgénico fue nulo.
Las otras muestras de variedades criollas y la de Diconsa contenían material transgénico análogo al de maíces producidos por Monsanto, Yieldgard Bt (maíz con el gen del
) y Roundup-Ready (maíz híbrido con el gen para resistencia del herbicida Roundup, producido por la misma Monsanto).
Esta investigación muestra alto nivel de flujo genético de maíces transgénicos producidos industrialmente hacia poblaciones de maíces criollos. Cada semilla en la mazorca es resultado de la fertilización del óvulo por granos de polen individuales, de tal modo que cada muestra revela que se llevaron a cabo entre 150 y 400 eventos de polinización. Además, el estudio se llevó a cabo en áreas muy alejadas, así que en zonas menos remotas podrían esperarse tasas de intercambio más elevadas. La conclusión general arroja que el intercambio de material genético es bastante común. La gravedad radica en que los elementos de ADN transgénico son conservados de una generación a otra. Es decir, los rasgos genéticos adoptados de este intercambio son persistentes.
Mientras el artículo era dictaminado por
, otro estudio del Instituto Nacional de Ecología (INE) y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) también confirmó la presencia de ADN transgénico en los genomas de razas criollas de maíz. Ese estudio se hizo en localidades de Puebla y en Oaxaca, algunas cercanas a las estudiadas por Chapela y Quist. Eso demuestra que la contaminación puede ser mucho más amplia de lo que se temía.
Desde 1998 existe en México una moratoria para el cultivo de maíz transgénico. Pero las importaciones desde Estados Unidos, donde la tercera parte del maíz producido es transgénico, han continuado. La moratoria resulta un ineficaz medio de control cuando el grano importado puede ser usado como semilla por cualquiera. Lo más probable es que parte de ese maíz ya haya sido sembrado en el campo mexicano. La posible diseminación de estos maíces puede abarcar grandes regiones del territorio nacional.
Aún no se sabe cuáles son las propiedades transmitidas a través de este intercambio genético, o cómo interactúan con otros componentes del genoma receptor. Lo más probable es que la transferencia de uno o dos genes no confiera a una variedad de maíz la capacidad de desplazar a otras variedades. Aunque poco probable, tampoco se puede descartar la posibilidad de que algunos maíces contaminados se conviertan en plagas. Además, se pueden afectar otras propiedades de una variedad receptora de manera desconocida. De este modo se pueden perder características valiosas y contribuir a la erosión genética.
Por si fuera poco, el estudio confirma la posibilidad de que se lleve a cabo el intercambio de material genético entre maíces industriales y los parientes silvestres del maíz, en especial los teosintes. Esos parientes son también un reservorio importante de germoplasma.
Los promotores del maíz transgénico sostienen que el polen de maíz es demasiado pesado para ser transportado por viento a grandes distancias. Concluyen que el riesgo de polinización con variedades criollas es reducido. Pero la importación anual de millones de toneladas de maíz transgénico, que puede ser sembrado en cualquier parte del territorio nacional, cancela este argumento.
La contaminación de maíces criollos, conservados y desarrollados por campesinos mexicanos desde hace siglos, es uno de los peores accidentes ambientales, no sólo por sus consecuencias directas en México, sino por sus implicaciones a nivel mundial. El acervo de germoplasma de los maíces mexicanos está seriamente amenazado por este proceso de contaminación transgénica. Las importaciones ininterrumpidas de maíz transgénico, que la Secretaria de Economía y la Sagarpa siguen autorizando, garantizan la contaminación creciente de esta riqueza. La lección es clara: urge detener las importaciones de maíz transgénico.
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