Los expedientes X de los transgénicos
Prensa
La Jornada, México, 12-5-01
Los expedientes X de los transgénicos
Silvia Ribeiro
Desde su introducción al mercado, los productos transgénicos han provocado y sufrido innumerables problemas. Pese a ello, sus defensores los siguen presentando como una ventaja para productores y consumidores. En los últimos meses, varios hechos significativos han hecho caer estas afirmaciones como castillos de naipes.
Se nos quiere convencer de que los transgénicos son un fenómeno global, al que no podemos renunciar porque quedaríamos fuera del progreso. La verdad es otra.
Solamente tres países (Estados Unidos, Canadá y Argentina) tienen 98 por ciento del área cultivada con transgénicos en el mundo. Básicamente se han plantado cuatro cultivos, todos de exportación: soya, maíz, algodón y colza-canola; 74 por ciento del total mundial fue plantado con cultivos modificados con una sola característica: la tolerancia a herbicidas patentados por las mismas empresas que venden las semillas.
En 1999, cinco empresas -Monsanto, Aventis, Syngenta (Novartis + AstraZeneca), BASF y Dupont- vendieron cien por ciento de las semillas de estos cultivos. Monsanto sola vendió 86 por ciento del total.
México está entre los diez países que se reparten el restante 2 por ciento de área cultivada comercialmente, y no es nada original en las estadísticas: los cultivos comerciales de transgénicos son algodón
y soya tolerante a herbicidas; las semillas provienen de las mismas transnacionales, varias de las cuales integran, junto al Grupo Pulsar, el exclusivo club Agrobio México, cuyo objetivo es promover los transgénicos a nivel comercial y político.
A la luz de estas cifras, queda claro que gran parte de lo que se discute sobre normas e instituciones para evaluar, regular y permitir la liberación y consumo de transgénicos es por las necesidades e intereses económicos de tres países, cuatro cultivos y, casi se podría decir, una sola empresa.
Acompañando este contexto de control extremo, se han publicado recientemente datos científicos que muestran que los cultivos transgénicos no sólo no cumplen lo que prometen, sino que incluso tienen el efecto contrario.
El 3 de mayo, el doctor Charles Benbrook, del Northwest Science and Environmental Policy Center, de Idaho, Estados Unidos, dio a conocer un extenso informe, donde concluye que la soya modificada para ser tolerante al herbicida glifosato (toda la soya transgénica plantada) requiere un promedio de 11 por ciento más de agrotóxicos que la soya convencional para controlar las malezas, existiendo zonas donde se ha utilizado hasta un 30 por ciento más. Además expone cómo se ha incrementado considerablemente la resistencia de las malezas que se quiere combatir con este herbicida. Este informe se suma a uno anterior del mismo centro de investigaciones, en el que se muestra que la soya transgénica tiene una productividad menor que la convencional, en un espectro de 2 a 8 por ciento. Estos datos se confirman en el nuevo estudio. Resumiendo: la semilla es más cara, necesita más químicos y por tanto contamina más el ambiente y además produce menos. Datos anteriores de otros institutos muestran también que por el aumento masivo de la utilización de un solo herbicida (glifosato), éste deja residuos hasta 200 veces mayores en los alimentos procesados que incluyen soya, que son más del 60 por ciento de lo que compramos en cualquier supermercado (conservas, panes, galletas, mermeladas, helados, jugos y un largo etcétera).
Este último dato llevó a que Monsanto cabildeara, es decir, ejerciera presión política, en muchos países para que los niveles de residuos permitidos de glifosato en soya se multiplicaran notablemente -sin que mediara, por cierto, ningún estudio que indicara que la salud humana estaría más apta para resistirlo.
Este mismo mecanismo es al que apela en este momento la multinacional Aventis, responsable de poner en el mercado el maíz transgénico Starlink, declarado no apto para el consumo humano por EPA (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos), por contener una toxina que puede producir alergias.
El descubrimiento en Estados Unidos de que los tacos de Taco Bell, producidos con harina transgénica en Sabritas de Mexicali (importada de Azteca Mills) contenían esta toxina, fue el comienzo de un desastre económico para Aventis, que al momento lleva gastados más de mil millones de dólares para retirar del mercado más de 300 diferentes productos en los que se ha encontrado la toxina.
La "solución" que encontró la empresa el pasado 23 de abril fue presentar una solicitud a EPA para que cambiara la norma y permitiera residuos de Starlink en alimentos, ya que de lo contrario, según Aventis, "la disrupción de mercados alimentarios internos y externos -por rechazo de exportaciones y retiro de mercaderías puestas en circulación- seguirá creciendo indudablemente". O sea: para que Aventis no tenga que seguir pagando, EPA debería declarar que es ahora
que el alergénico esté presente en alimentos de consumo humano, ya que no podrá declarar que es
porque ningún dato ha cambiado la realidad ni variado los hechos descritos en decenas de demandas que consumidores afectados presentaron a EPA.
Y quizá no estamos muy lejos de que EPA lo haga, porque la administración del presidente Bush sometió el 2 de mayo al Congreso la designación de Linda Fisher, ejecutiva de Monsanto, como la segunda en la jerarquía de EPA. Fisher trabaja actualmente en el sector de cabildeo de Monsanto, antecedente al parecer muy útil para evaluar los impactos en la salud de los consumidores y el ambiente.
En su función actual, Fisher quizá tuvo que asesorar a sus colegas de Monsanto en Canadá, que el 29 de marzo lograron que un juez sentenciara que el agricultor Percy Schmeiser debía pagar más de 75 mil dólares de multas y regalías a Monsanto porque el campo de Schmeiser se contaminó -contra su voluntad y sin su conocimiento- con colza transgénica de esta empresa traída por el viento e insectos desde campos vecinos.
Contaminan más, producen menos, son dañinos para la salud, perjudican a los productores, aumentan la dependencia no sólo económica sino también política... ¿sobrevivirán los transgénicos sin los mitos que los sostienen?
Se puede obtener el informe completo
en: http://www.biotech-info.net/troubledtimes.html  
La autora es investigadora de RAFI, Fundación Internacional para el Desarrollo Rural. 
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