Los bosques de las montañas

Idioma Español

El buen estado de los bosques es decisivo para el equilibrio ecológico del mundo. Los bosques protegen las cuencas hidrográficas que proporcionan el agua dulce que consume más de la mitad de la población del planeta

Tomado de Alianza para las Montañas

También acogen a una variedad innumerable de vida silvestre, proporcionan alimentos y forrajes a las comunidades de las montañas, y son importantes fuentes de madera y productos no madereros. Pero en muchas partes del mundo los bosques de las montañas corren más peligro que nunca. Proteger estos bosques y asegurarles una atención adecuada constituye una medida importante para el desarrollo sostenible de las montañas.

Deforestación, crecimiento demográfico y pobreza

En el último decenio, los bosques tropicales de las montañas han venido desapareciendo a una velocidad impresionante. A pesar de ser un fenómeno complejo, la deforestación suele ser favorecida por el crecimiento demográfico y por la falta de instituciones sólidas y estables. Por ejemplo, en el sudeste de Asia y en China, los pobladores que huían de las ciudades hacinadas de las tierras bajas solían mudarse montaña arriba, empujando a los campesinos de las montañas -para quienes la tenencia de la tierra ya es insegura- a trasladarse a mayor altitud. Asimismo, los nuevos pobladores desbrozaban los bosques, poniendo en peligro los medios de sustento de los habitantes de las montañas. En las zonas altas de los Andes y de África, la situación es un poco distinta, aunque las causas originales se parecen mucho. Después de siglos de crecimiento demográfico y explotación intensiva de la tierra, los bosques de las montañas se han reducido a parcelas verdes. En este caso, las personas de las montañas huyen "montaña abajo", en donde enfrentan dificultades todavía mayores para tratar de sobrevivir en tierras menos productivas.

Algunas prácticas forestales y agrícolas insostenibles contribuyen a la deforestación al incrementar la erosión de las laderas, lo cual pone en peligro la biodiversidad de las montañas, rompiendo el equilibrio de los procesos naturales de los ecosistemas de los bosques. En efecto, al perderse la estabilidad de los bosques se produce una espiral de destrucción cada vez más intensa. Por ejemplo, cuando se talan demasiados árboles, los escurrimientos y la erosión del suelo aumentan a índices de 20 a 40 veces mayores respecto a la velocidad con que puede formarse el suelo de nuevo, lo cual repercute negativamente en la calidad del agua de los arroyos y los ríos, y constituye un peligro para los peces y otras especies acuáticas. Conforme se degrada una superficie mayor, también aumenta la probabilidad de peligros naturales, como avalanchas, desprendimientos e inundaciones.

Los bosques nubosos, viven en las nubes

Los bosques nubosos figuran entre los sistemas más singulares del mundo. Envueltos en niebla, alimentan y abrigan a miles de personas y a incalculables cantidades de plantas y animales. Sin embargo, en apenas 10 años, casi todos los bosques nubosos podrían desaparecer, siendo desbrozados para criar ganado, talados o explotados para extraer sus recursos mineros, o secos por los efectos del calentamiento del planeta y la deforestación de las zonas bajas. Ya ha desaparecido el 90 por ciento de los bosques nubosos de los Andes.

Los bosques nubosos son producto de nubes persistentes, temporales o frecuentes, impulsadas hacia las montañas por el viento. Estas nubes dan a los bosques una humedad muy superior a la de las lluvias. En algunos casos, la humedad adicional puede ascender a casi el 20 por ciento de la lluvia normal, equivalente a cientos de milímetros de agua. Al desbrozar los bosques nubosos, se pierde el agua adicional tomada de la atmósfera, junto con todas las importantes funciones que los cursos superiores de agua desempeñan en la calidad del agua, en la estabilización de las corrientes y para evitar la erosión de las laderas.

Apenas hace 30 años, los bosques nubosos abarcaban una superficie superior a 50 millones de hectáreas que se extendían en estrechas franjas montañosas. Estos bosques se encuentran en las zonas tropicales y subtropicales del planeta, desde 500 metros sobre el nivel del mar, hasta 3 000 metros de altitud. En 1999, diversas organizaciones de conservación, tales como el el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Unión Mundial para la Naturaleza y el Fondo Mundial para la Naturaleza, pusieron en marcha un programa de sensibilización del público a fin de promover la conservación de los bosques nubosos.

Los últimos grandes bosques lluviosos de las costas

No existe otro ecosistema terrestre capaz de producir tal cantidad de materia viva como los bosques lluviosos templados de las costas. Presentes en climas húmedos y frescos, donde el aire marino choca contra las montañas de las costas y produce grandes cantidades de lluvia, estos gigantescos bosques producen de 500 a 2 000 toneladas métricas de madera, follaje, hojarasca, musgo, flora y suelo, por hectárea. Pero lejos de ser desechos, esta enorme producción orgánica proporciona alimento y cobijo a innumerables especies de insectos, reptiles, aves y mamíferos, y contribuye directamente a la prosperidad de los cercanos habitat costeros.

El desarrollo es una de las causas de desaparición de estos característicos ecosistemas forestales.

Los bosques lluviosos de las costas, anteriormente presentes en todo el mundo, ya sólo existen en dos de los cinco continentes. Hoy sólo quedan de 30 a 40 millones de hectáreas de bosques lluviosos templados de las costas, la mayor parte a lo largo de los 8 000 kilómetros de litoral de Chile y de la costa noroeste del Pacífico, en los Estados Unidos.

Gozan de protección sólo el 16 por ciento de los bosques lluviosos templados de las costas que aún quedan. Más de dos tercios de la zona protegida se sitúan en Alaska.

Los bosques de las montañas para el futuro

A medida que los bosques de las montañas y gran parte de la vida que abrigan desaparece en todo el mundo, cobra mayor importancia el papel que los gobiernos pueden desempeñar a fin de establecer el equilibrio necesario entre la utilidad productiva y la conservación de los bosques.

Con este fin, sería importante reconocer y apoyar a los pobladores de las zonas de montaña, en su misión de principales guardianes de los bosques montañosos. En la economía globalizada, muy a menudo la parte más valiosa de los bosques es la madera. En las comunidades de las montañas, la madera suele ser menos importante que el ecosistema que produce agua para beber, para el riego y para cultivar plantas destinadas a la alimentación, la cría de animales o la producción de medicinas.

Los pobladores de las montañas ven al bosque, no sólo a los árboles. Como todos los seres que lo habitan, viven del ecosistema completo del bosque. Las políticas que rigen los bosques de las montañas deberían reconocer primero las necesidades de las comunidades locales, antes de tomar en cuenta los intereses de otras partes, como la silvicultura comercial y el turismo.

Alianza para las Montañas, Internet, 7-3-05

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