“Las políticas agrarias destruyen al campesinado”
Lidia Serna lleva más de 18 años en el Sindicato Labrego Galego y forma parte del Comité de Coordinación de la Coordinadora Europea Vía Campesina, hablamos con ella de las políticas que determinan el modelo alimentario
DIAGONAL: Las políticas agrarias europeas privilegian la producción industrial. ¿Qué impactos sociales y ecológicos se derivan de esto?
LIDIA SERNA: Fundamentalmente, la desaparición de las explotaciones campesinas y la cultura campesina. Este abandono de la producción campesina se traduce en cuestiones como los incendios forestales, que se vuelven incontrolables. A nivel de medio ambiente, donde se concentra la producción industrial, hay una fuerte contaminación de suelos y aguas. Además, corriemos el riesgo de que nuestra alimentación está dependiendo fundamentalmente de la agricultura industrial y de las multinacionales, tanto las agroalimentarias como las de distribución. Y esto coloca a cualquier país en una situación muy frágil. Cada vez se reconoce más que muchos de los problemas de salud que tenemos son consecuencia de una alimentación cargada de residuos tóxicos.
D.: Para incentivar lo rural, la Ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural propone diversificar la economía rural. ¿En qué se traduce?
L.S.: Esta ley no sirve, por mucho que se venda envuelta en papel de regalo, carece de lo básico, que es el desarrollo de la actividad agraria. Si no se apuesta por desarrollar los sectores productivos y por que los campesinos y campesinas podamos vivir de nuestro trabajo y alimentar a nuestra población, priorizando que nuestro producto se vende en el mercado local y en el mercado de cercanía, es imposible el desarrollo del medio rural. Por mucho que quieran poner un campo de golf o un hotel no va a haber vida en el medio rural. Se está metiendo dinero en otros sectores que tienen más dinero que los campesinos y campesinas para que vayan a montar su negocio en el campo.
D.: Estas políticas agrarias aplican una mirada mercantilista y androcéntrica para medir el desarrollo rural, sólo contabilizan como productivas las actividades que generan dinero, dejando de lado otras actividades relacionadas con el mantenimiento del planeta...
L.S.: No se puede hablar de algo que es muy productivo, como la agricultura industrial, si no se contabiliza que está destruyendo el medioambiente, que está produciendo por debajo de los costes de producción y está arruinando a las poblaciones y dejando a la gente en el paro. Se tienen que considerar factores que contribuyen al bienestar de las personas, pero sólo se mide lo que da rentabilidad a corto plazo y para unos pocos. La política agraria se está aplicando para favorecer a las grandes empresas agroalimentarias y a las grandes cadenas de distribución en su actividad para la exportación, y eso arruina al campesinado; destruye y deslocaliza la agricultura campesina.
D.: El pienso para los animales basado en cultivos transgénicos es uno de los negocios de la agroindustria que ata al campesinado.
L.S.: Hay una dependencia muy fuerte a la hora de alimentar el ganado en todo el Estado. El campesinado, si trabaja en convencional [no ecológica], está obligado a comprar ese pienso transgénico porque lo único que se trae es soja o maíz transgénica de importación. Esto es una imposición. Nosotras, desde el SLG, hemos realizado una campaña muy fuerte y hemos planteados muchas veces a la Administración, tanto autonómica como la central –que es la que tiene competencias en las importaciones–, que se garantice que hay productos para la alimentación animal en convencional que no sean transgénicos. Hubo muchísimos ganaderos y ganaderas que firmaron cartas para entregar a su empresa de pienso pidiéndole que le proporcionaran pienso libre de transgénicos, pero aquí eso es totalmente imposible. Hasta ahora hemos obtenido la callada por respuesta; entendemos que hay una política muy clara por parte del Gobierno de permitir y favorecer los transgénicos en la alimentación animal. Esa respuesta de la Administración no va a venir sólo por la parte del campesinado, si no hay una respuesta contundente de la ciudadanía, va a ser mucho más difícil.
D.: Otro de los problemas en Galicia son los cultivos transgénicos experimentales.
L.S.: Ha saltado como hace un par de años este tema aquí y desde el SLG se ha hecho una convocatoria y se ha constituido la Plataforma Sin tranxénicos de Galicia. Estamos tratando de evitar que esos campos de ensayo vayan adelante, con todas las dificultades como que te niegan información de dónde se pretende instalar. Pero cada vez hay más gente consciente y en contra. La Plataforma está en contra de que se suelte cualquier semilla transgénica en el campo porque contaminan los cultivos no transgénicos a través de la polinización.
EL MONOCULTIVO DE SOJA, LA ÚLTIMA VENA
El 95% de la soja cultivada en el mundo se destina a la elaboración de piensos para ganadería. En Argentina, Brasil, Paraguay y EE UU se cultivan semillas genéticamente modificadas y glifosato, un agrotóxico que actúa inhibiendo la actividad de las enzimas que sintetizan aminoácidos necesarios para la fotosíntesis. Esto implica la deforestación de vastas extensiones de terreno.
CHOCOLATE AMARGO EN ÁFRICA SUBSAHARIANA
A pesar de que el árbol del cacao procede de Latinoamérica, países como Costa de Marfil, Ghana o Nigeria son los mayores productores de cacao en la actualidad. Los salarios de los trabajadores del cacao, muchos de ellos menores de edad, no han aumentado sustancialmente aunque el mercado ha crecido, según la cadena inglesa BBC, un 300% en diez años.