“Las cerealeras ejercen la dominación”
Wells preside la entidad que nuclea a los agricultores familiares de Canadá. En esta entrevista con Cash, explica las consecuencias de la penetración de políticas neoliberales en su país. Y cuestiona a las mismas multinacionales cerealeras que en la Argentina se quedan con la crema de la renta agraria
¿Qué es la National Farmer Union y cuándo se fundó?
–La NFU fue fundada en 1969 como resultado de la fusión de varias organizaciones provinciales de agricultores, cuyas existencias aisladas se remontan a 1901. Hoy día la NFU es la única organización de agricultores de Canadá instituida por el Parlamento. Es apolítica y opera sobre todo el territorio nacional. Posee como miembros directos a miles de agricultores familiares que producen una amplia gama de commodities.
–¿Cuál es el significado de “agricultura familiar”?
–Agricultura familiar es toda hacienda o chacra (una unidad operativa) donde la mayoría del capital invertido, la propiedad, el control y manejo de la labor allí aplicada son patrimonio de una familia. De acuerdo con el último censo elaborado por el departamento oficial de estadísticas de Canadá (2006), existen aproximadamente unos 230.000 agricultores repartidos en unas 67 millones de hectáreas cultivadas, en su gran mayoría con operatividad de tipo familiar y con una extensión promedio de 295 hectáreas cada uno.
–¿Cómo regulan su actividad y cómo satisfacen la demanda local?
–La agricultura familiar es responsable de la gran mayoría de la producción de granos del país. No obstante, existe una desgraciada tendencia a entregar –contrato mediante– la totalidad de la cosecha a las grandes corporaciones de agronegocios. De este negocio, el Estado no controla ninguna parte. Pero esto ocurre en realidad porque aún hoy la oferta doméstica de commodities tales como la lechería, los huevos y las aves de corral es gestionada por sistemas de control de la oferta, gestionada por las mismas familias de agricultores y desde las cuales se trabaja de acuerdo con fórmulas que determinen la oferta en función de la demanda local.
–¿Cómo se distribuyen entre los agricultores familiares, las grandes corporaciones cerealeras y el Estado las ganancias de la cadena de producción agroalimentaria?
–Las ganancias son usurpadas de manera creciente por las corporaciones, debido al poder monopólico que ejercen sobre el mercado. Existe un puñado de compañías proveedoras de insumos, tales como semillas, químicos, transporte, fertilizantes y energía, las mismas que en general procesan, comercializan y distribuyen los commodities del campo, local e internacionalmente. En este sentido y durante los últimos 20 años se viene dando en Canadá una concentración y verticalización de estas compañías: tres controlan y distribuyen los combustibles (Shell Canada, Petro-Canada e Imperial Oil); entre tres y cuatro controlan la capacidad de producción de fertilizantes nitrogenados (Mosaic-Cargill e ICM Global, Terra y Agrium); menos de diez controlan los sectores químicos y de semillas y tres el sector de la maquinaria agrícola.
–¿Cómo define la NFU a la “soberanía alimentaria” en Canadá?
–Muy sucintamente, soberanía alimentaria es la capacidad de una nación de determinar sus propias políticas en relación con la alimentación y con la agricultura. Canadá exporta alrededor de un 80 por ciento de su producción. No existen políticas que ajusten la producción con el consumo local, a excepción de las industrias o agencias de control de la oferta (lechería, huevos y sector avícola), que están controladas por quienes producen estos commodities. Es decir, el gobierno no asegura los agroalimentos a la ciudadanía. Es algo preocupante, puesto que el número de personas sin hogar está aumentando rápidamente.
–A su criterio, ¿qué debería hacer el gobierno para equilibrar poderes y ganancias en el sistema agroalimentario canadiense?
–Nosotros propusimos un plan compuesto por unos 16 puntos, los cuales incluyen una gran variedad de medidas y entre las cuales destacamos: 1) la ampliación y el apoyo al Canadian Wheat Board; 2) el fortalecimiento de los sistemas de gestión y comercialización de la oferta local controlado por los agricultores (casos: lechería, huevos y sector avícola); 3) la desconcentración de los sectores de fertilizantes, maquinaria y semillas, entre otros, y 4) abandonar la locura exportadora (que no hizo más que perjudicar a los agricultores familiares) para concentrarse en la demanda doméstica.
–¿De qué manera la NFU se propone evitar la destrucción de la agricultura familiar en Canadá?
–Durante los últimos 20 años la preocupación de la NFU ha sido la de advertir públicamente las amenazas que enfrenta la agricultura familiar de nuestro país. A veces con éxito, otras no con el esperado. En Canadá no existe mucha predisposición para ir a una huelga agraria ni para concitar su apoyo entre la sociedad ni para bloquear caminos o medios de transporte. Inclusive son muy pocos los que dentro del mismo sector se volcarían por este tipo de accionar. Por este motivo, y muy a pesar de la crisis experimentada y de la sucesión de gobiernos neoliberales que nada hicieron por la agricultura, debemos seguir trabajando para la modificación de las políticas públicas e influenciar en el gobierno para que modifique su política hacia el sector.
–¿Cómo competir y desmantelar la dominación mundial y local ejercida por las transnacionales de los agronegocios?
–El poder del mercado es la llave para la dominación; las transnacionales cerealeras la tienen y descansan en la Organización Mundial de Comercio para reforzar su posición dominante. Mientras tanto, los agricultores familiares o individuales esparcidos por el mundo entero carecen de una herramienta similar, pierden día a día el poder de comercialización con cada nuevo acuerdo de tipo “libre comercio” suscripto a nivel internacional. Durante muchos años la NFU ha bregado por la creación de una símil OPEP para los exportadores de granos. Pero el gobierno canadiense ha rechazado siquiera considerar la posibilidad de convertirse en sede internacional para discutir la iniciativa.