La segunda revolución verde


Prensa







La Prensa, Argentina, 14-1-01
La segunda revolución verde
POR PABLO ORTEGA

Reportaje a Walter Pengue, experto de la UBA en cultivos transgénicos

- ¿Qué proporción de cultivos transgénicos posee hoy la Argentina?

- A escala mundial, la Argentina es el segundo país con superficie sembrada, luego de los Estados Unidos, y el primero entre los países en vías de desarrollo. En 2000 se superaron los 9 millones de hectáreas sembradas con soja, y en 1999 se totalizó 7.500.000 hectáreas entre soja y maíz. Cuando se habla de soja transgénica, se habla de la soja RG, resistente al glifosato, y los maíces BT, resistentes a los ataques de insectos. Después hay otros cultivos menores en cuanto a superficie sembrada como el algodón, que posee alrededor de un 3% del total de ese cultivo, y sin perspectivas de crecimiento, por una cuestión de precios. El caso de la soja RG es distinto, porque tiene una buena relación de precios, y en la Argentina no se paga fee tecnológico (los derechos), lo cual alienta al productor a adoptarla. Además, el glifosato es uno de los herbicidas más económicos que hay, y conforma con la soja RG un paquete irresistible para los productores. En el corto plazo, redujo los problemas de costos del campo. Ese es el motivo real por el cual los productores adoptaron los transgénicos.

- ¿Qué porcentaje de la soja sembrada es transgénica?

- En 1999, llegó al 75/80%, y en 2000 fue el 100% de la producción. Incluso, se da el problema de que ya no se encuentran semillas convencionales. Muchos de los semilleros están incorporando el gen en sus líneas de mejoramiento, y la opción de la soja no transgénica se está volviendo una exclusividad.

- ¿A cuánto asciende el ahorro de los productores?

- Los ahorros dependen de los márgenes de cada empresa, pero varían entre un 20 y un 30%. Esto no significa que la semilla transgénica cueste más barata que la convencional, sino que, al no pagar el fee, está en un precio similar a la convencional, pero con un ahorro en el costo del herbicida. Uno de los problemas que surge de esto es que el país se está concentrando en el uso de un solo herbicida (el glifosato), y en la dependencia de un solo herbicida. Se ha transformado en un insumo estratégico para la Argentina, casi como el gasoil.

- ¿Por qué las semillas transgénicas no pagan el fee tecnológico?

- Porque fue una estrategia comercial de las compañías para imponer sus productos y ganar mercado. En Estados Unidos, en cambio, pagan mucho más del doble en cuanto a precios de herbicidas, y están pagando el fee tecnológico por investigación. Eso hace que las corporaciones y grupos de productores estadounidenses estén presionando a las empresas argumentando que hay una desventaja con sus pares del sur, que no pagan el fee.

- ¿Cuáles son las empresas productoras de semillas transgénicas?

- La principal productora de soja RG en el país es Nidera, que controla el 70% del mercado aproximadamente. Monsanto tiene la propiedad del gen RG y del glifosato, y también produce semillas calidad magna. Otros criaderos son Relmo, Don Mario, Tijereta.

- Este crecimiento de los transgénicos, ¿se da en otras partes del mundo también?

- No. En ningún lado ocurre esto, lo cual es llamativo. Acá seguimos avanzando en superficie, mientras que en otros países -inclusive EE.UU.-, la tecnología sufrió una freno en su implantación, cuando empezaron las restricciones en la Unión Europea (UE).

RESISTENCIA

- Y la resistencia europea a los transgénicos, ¿no es una amenaza para las exportaciones argentinas?

- Por el momento, toda la producción de soja transgénica se vendió. No se vendió porque a Europa le guste; se vendió porque Europa necesita el producto y no puede abastecerse en otros mercados. Por ahora, nos compran porque no hay otros mercados que puedan suplirnos. La Argentina produce el 10% de la soja mundial, y Europa absorbe un gran porcentaje. El caso del maíz, en cambio, es diferente. La Argentina ganó mercado en Europa, especialmente en España, con maíz convencional, y Estados Unidos lo perdió justamente por vender maíz transgénico. Por el momento el tema pasa por una cuestión comercial y de gusto de los consumidores.

- Pero si la ofensiva en Europa crece, ¿la Argentina puede llegar a perder ese mercado?

- No perdería el mercado, pero estaría obligada a etiquetar su producción. Estados Unidos está preparado para etiquetar y armar dos canales de comercialización distintos. Si Europa se planta y dice que no a los transgénicos, EE.UU. puede abastecerla con producción convencional. Nosotros lamentablemente no, porque no tenemos nada. Y ahí sí probablemente terminaríamos vendiendo nuestra producción en China u otro lado, pero sin valor agregado. No podríamos producir tortas de soja ni aceites, y deberíamos venderles el grano para que ellos lo procesen.

- ¿Estados Unidos ya está etiquetando?

- Estados Unidos maneja sistemas de identidad preservada y etiquetado en forma no obligatoria, porque hay empresas japonesas y en la UE que ya lo demandan. La Argentina empezó a manejar el tema mediante la Secretaría de Agricultura, justamente porque es la tendencia del mercado. El querer retrasarnos y pensar que no va a suceder, es engañar al productor. El sistema de etiquetado e identidad preservada va a estar. Tenemos que saber cuáles serán nuestros costos.

- De todas formas, y más allá del etiquetado, Europa tiene el poder adquisitivo como para pagar más por productos convencionales y orgánicos...

- Sí, los consumidores están dispuestos a pagar más por productos orgánicos. La producción orgánica argentina que sigue los parámetros internacionales ha sido vendida en su totalidad. En parte es un buen mercado también. No quiero decir con esto que los grandes productores puedan dedicarse plenamente a la producción orgánica, pero sí pueden manejar algunos campos de esa manera.

- La producción orgánica puede ser una buena oportunidad para el país...

- Sí, una gran oportunidad. No hablemos de cultivos, pero sí de ganadería, por ejemplo. ¿Por qué no producir en vez de ganado tabulado, con una concentración impresionante de productos sobre cada uno de los animales (y encima un impacto ambiental tan fuerte), ganado con un tipo de producción extensivo como siempre tuvimos, y aprovechar el sistema de rotaciones para producir ganadería orgánica?

- ¿Hay posibilidades de que se vuelva a sembrar soja convencional en la Argentina?

- No creo que el productor vuelva si no hay una presión del mercado. La semilla transgénica es una comodidad, además de un tema económico. El productor lo único que hace es usar glifosato y se olvida de todo. El control de las malezas en soja era un verdadero problema. En la Argentina se dio un paquete tecnológico compuesto de tres patas que permitió aumentar la productividad: la siembra directa, el glifosato y la soja resistente al glifosato.

- ¿Está comprobado que los transgénicos generen algún impacto en el medio ambiente?

- Desde el punto de vista del impacto ambiental pueden existir dos: aparición de resistencias en malezas e insectos. Es un hecho confirmado, no potencial. Cuando se coloca un producto en forma masiva, en un área determinada, y por un método especial como éste, hay una respuesta de las malezas y los insectos, que se vuelven resistentes. No está investigado aún cuáles son las estrategias que están tomando las malezas para volverse resistentes. Por otro lado, existe el riesgo de que salten genes de una especie transgénica a una no transgénica. No puede darse en la soja argentina porque no tiene parientes silvestres, pero sí puede ocurrir en el maíz. Otra posibilidad es que el aumento del uso consultivo del herbicida genere una concentración en el suelo que llegue a la napa, afectando a distintas poblaciones (insectos, animales)
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