"La multinacional minera y el Gobierno peruano van de la mano"
DIAGONAL ha entrevistado a Josefina Aponte, dirigente campesina que ha sobrevivido en la lucha y que ha llegado a Europa junto con otros tres compañeros, con una propuesta bajo el brazo: la creación de Zonas Libres de Minería en Perú.
Distintas comunidades campesinas luchan contra los impactos de la multinacional minera china Zijin, propietaria de la peruana Monterrico Metals.
En el año 2003 campesinos de las comunidades de Huancabamba, Ayabaca, San Ignacio y Jaén, en las regiones de Piura y Cajamarca (norte del Perú), emprendieron una dura marcha cuesta arriba de tres días de duración hasta las puertas de la mina Río Blanco. El objetivo era denunciar los impactos de la excavación peruana Monterrico Metals, propiedad de la multinacional china Zijin, sobre los recursos hídricos situados aguas abajo, y sobre una agricultura orgánica que había procurado hasta entonces su sustento. Esa marcha que empezaron en su día, les ha traído hoy hasta Europa, organizados en el Frente por el Desarrollo Sostenible de la Frontera Norte del Perú. En este largo camino de más de siete años, de protestas y gases lacrimógenos, de emociones y muchas lágrimas; han sufrido la desmesurada violencia de la represión, con la consecuente pérdida de varios compañeros, asesinados por defender el derecho a un medio ambiente limpio.
DIAGONAL ha entrevistado a Josefina Aponte, dirigente campesina que ha sobrevivido en la lucha y que ha llegado a Europa junto con otros tres compañeros, con una propuesta bajo el brazo: la creación de Zonas Libres de Minería en Perú.
DIAGONAL: ¿Cómo ha llegado un movimiento campesino peruano hasta Europa? ¿Qué apoyos han recibido?
JOSEFINA APONTE: Sobre todo hemos recibido el apoyo del Comité Académico Técnico de Asesoramiento a Problemas Ambientales (CATAPA), de Bélgica. Además, las mujercitas de las comunidades hemos elaborado artesanías y ropas típicas de nuestra región para recaudar solcito a solcito. Nos hemos visto obligados a llegar hasta Europa porque en Perú no encontramos el apoyo, porque todos están de la mano: empresa, Gobierno, Fiscalía, juez... y por eso nos cierran las puertas.
D.: ¿Qué métodos ha utilizado la empresa minera para presionarles?
J.A.: El método que utiliza la mina es callarnos, hostigarnos y, cuando íbamos por los caminos, tomarnos fotos para luego acusarnos de terroristas, violentos, matones, ladrones… de todo nos acusan. Además, la empresa minera compró semillas transgénicas para distribuirlas entre los capataces, a quienes les prometen de 1.000 a 1.500 soles por la siembra de trigo transgénico. Los capataces se encargan de crear grupos de trabajadores, a los que pagan de 20 a 30 soles. Pero, ¿qué ha pasado? Les prometieron que iban a tener buena producción, que iban a vivir de ello pero, al tiempo, se han dado cuenta de que obtienen una espinita [espiga] muy pequeña porque la semilla no era de la tierra nuestra. Y, es más, el transgénico le va a hacer daño a las personas que lo consuman y esa chacra [granja] va a contaminar a otra chacra y va a quedar estéril.
D.: La minera Río Blanco ha intentado dividir a la comunidad...
J.A.: Sí, formaron un falso frente llamado Comité de la Comunidad. Pero les salió mal porque nadie lo respeta. También crearon un Comité falso de la Ronda, que no tiene apoyo popular, aunque algunas personas sí les han secundado, porque antes la comunidad estaba más unida. Sin embargo, hemos conseguido que gane un alcalde que apoya nuestras propuestas de respeto al medio ambiente y, de momento, el futuro está a nuestro favor.
D.: ¿Qué implica ser mujer, campesina y activista?
J.A.: Las mujeres tenemos que defender la naturaleza porque, si nosotras no la defendemos, no tenemos cómo vivir en otro sitio. Ha habido harto machismo, pero con esta lucha los hombres solitos no han podido, porque venía otro grupo de hombres a golpearles. Entonces, allí nos hemos visto obligadas a conformar Comités de Rondas Femeninas, para luchar y ponernos delante de los hombres, ntentando frenar la violencia y yendo hacia el diálogo. A veces, nos han entendido y, a veces, nos han golpeado cruelmente. Pero ahí estamos luchando, y los hombres cedieron en el machismo, tuvieron que ceder. Ahora, ellos ven que somos importantes. Gracias a esta experiencia nos hemos familiarizado con los hombres.
D.: ¿Cuál es la situación desde que Alan García llegó al Gobierno?
J.A.: Es todo más difícil. El presidente también nos llamó terroristas cuando realizamos las marchas de protesta contra Río Blanco. Pero, cosa graciosa, García fue a hacer campaña política a la comunidad de Ayabaca, diciendo "hermanos, yo estoy con el medio ambiente y yo, si entro en el Gobierno, la mina Río Blanco se irá". Fue falso, la mina se quedó con más fuerza y ahora están bien cogidos de la mano del Gobierno.