La hecatombe que viene
La contaminación que nuestro modelo de sociedad provoca, lleva a un exceso de emisión de CO, que provocará el aumento de temperatura, el deshielo, el aumento del nivel del mar, la desaparición de territorios y de especies animales- que nos conducirá a la gran hecatombe
Los días que me siento pesimista mis augurios son de lo peor, de un tremendista subido. En cualquiera de ellos preveo una crisis de características globales antes de 50 años. Las dos que tienen más posibilidades son la crisis ecológica o la crisis del hambre (o las dos al mismo tiempo dada su interrelación).
La ecológica ligada al cambio climático la conocemos bien: la contaminación que nuestro modelo de sociedad provoca, lleva a un exceso de emisión de CO, que provocará el aumento de temperatura, el deshielo, el aumento del nivel del mar, la desaparición de territorios y de especies animales- que nos conducirá a la gran hecatombe. La del hambre puede originarse por el propio cambio climático: las sequías, las inundaciones, etc., pero seguramente antes, las luchas energéticas nos conducirán a ella.
La promoción de los agrocombustibles (más correcto que llamarlos bioecológicos, pues no son nada bio) conlleva el desarrollo de variedades transgénicas de soja, maíz o caña de azúcar para darles mayores cualidades a la hora de transformar dichas semillas en diesel. La imposibilidad de controlar la contaminación entre cultivos podría provocar que muchos de ellos, dedicados a alimentación, quedaran contaminados por cultivos transgénicos reduciendo sus propiedades nutritivas.
Pero eso me ocurre los días oscuros. Cuando estoy optimista, la cosa cambia. La crisis la veo aparecer exactamente igual que los días pesimistas, pero aparece una brecha esperanzadora de posibilidad de cambio para reconvertirnos a un nuevo modelo más respetuoso con el medio ambiente y todos sus pobladores. Sería una injusticia reaccionar tarde sabiendo que la demora causará estragos a los pueblos hoy más indefensos.