La deuda ecológica necesita de justicia ecológica
Los cristianos tienen la "profunda obligación moral de promover la justicia ecológica", afirmó el comité central del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Para ello es necesario que tomen en cuenta "las deudas que existen hacia las personas y pueblos más afectados por la destrucción ecológica y a la tierra misma"
“La actual era de la globalización de los mercados ha utilizado el trabajo humano, los recursos, las propiedades y otros tipos de vida para producir riqueza y confort para unos pocos a expensas de la vida y la dignidad del resto”, sostuvo el comité en una "Declaración sobre ecojusticia y deuda ecológica" aprobada en su reunión del 26 de agosto al 2 de septiembre.
La deuda ecológica se refiere en primer lugar a la que los países industrializados del Norte deben a los países del Sur, a cuenta del saqueo histórico y actual de recursos, la degradación ambiental y la emisión de gases de efecto invernadero así como desechos tóxicos.
La declaración subraya la complicidad de las iglesias en modelos de consumo no sustentables. La teología del dominio de la humanidad sobre el resto de la creación, que ha servido para justificar la explotación de la tierra, debe ser reemplazada por una teología de la humildad y del compromiso basada en la ética ecológica.
La degradación del medio ambiente está provocando situaciones trágicas en distintas partes del mundo. Geraldine Varea, de 26 años, la miembro más joven del comité central del CMI, señaló que varias islas del Pacífico como las de Tuvalu y de Kiribati, están despareciendo bajo las aguas por el efecto invernadero y los cambios climáticos.
“Se erosiona la tierra fértil y comienza a filtrarse agua salada en los pozos de agua que abastecen a las aldeas”, señaló la joven representante de la iglesia Metodista de Fiji y Rotuma. “¿Qué haremos si ya no tenemos agua dulce para beber ni para regar nuestros sembrados?”
“En el Pacífico ya existen poblaciones que emigran por la catástrofe ambiental que provoca la crecida del mar y la desaparición de las islas”, continuó Varea. “Australia y Nueva Zelanda están dispuestos a aceptar a estos inmigrantes, pero mantienen cupos de 75 personas por año, lo que le dificulta a muchos planear su futuro.”
Según Varea, los jóvenes en la región del Pacífico piensan "que las iglesias tienen que desempeñar un papel importante en esta lucha, creando conciencia sobre el problema dentro de su propio ámbito y en la sociedad, e involucrándose en los foros internacionales para llevar la voz de los habitantes de las islas”.
Para el argentino Lic. Elías Abramides, “trabajar para cambiar las reglas de juego en los países industrializados en torno al cambio climático y la deuda ecológica exige solidaridad con los que están sufriendo las consecuencias y enfatizar la responsabilidad ética que tenemos en común por preservar los bienes que Dios ha creado”. Abramides es miembro del Patriarcado Ecuménico y jefe de la delegación del CMI ante las Conferencias de Partes en torno a la Convención sobre Cambio Climático de la ONU.
En su declaración, el CMI hace un llamado a sus iglesias miembros para que insten a los gobiernos, instituciones y corporaciones del Norte para que tomen iniciativas que reduzcan drásticamente la emisión de gases que provocan el efecto invernadero, dentro de los parámetros establecidos por la Convención sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, y aún superando los mismos.
También exige la cancelación de todas las deudas financieras ilegítimas de los países del Sur, siendo las más urgentes las de los países más pobres, como parte de una reparación social y ecológica y no como asistencia oficial para el desarrollo. Finalmente, llama a las iglesias a continuar profundizando sus campañas sobre cambio climático y su demanda de que se pague la deuda ecológica con los países del Sur.
Texto completo (en inglés) de la Declaración: Aquí