La biodiversidad de Latinoamérica en peligro por los transgénicos
La apropiación de recursos genéticos de pueblos originarios por parte de las multinacionales farmacéuticas y la proliferación de los cultivos transgénicos pone en riego la biodiversidad en Latinoamérica, aseguraron a EFE expertos en biotecnología y defensores de la agricultura ecológica
Buenos Aires, 28 junio 2003 (EFE).- "La biopiratería consiste en el robo de los conocimientos de los pueblos originarios para elaborar determinados productos por parte de las grandes empresas, que luego patentan esos conocimientos", dijo Carlos Vicente, representante para Argentina de Acción Internacional por los Recursos Genéticos (GRAIN, por sus siglas en inglés).
Esta organización no gubernamental y la revista "Biodiversidad" son los organizadores de una cita de expertos en biotecnología y representantes de organizaciones ecologistas y campesinas de una decena de países latinoamericanos que se celebra a partir de hoy, sábado, en Buenos Aires.
Para ejemplificar el fenómeno de la biopiratería, Vicente citó el caso de la congorosa, un arbusto del noreste argentino, que un laboratorio japonés patentó para su uso en la fabricación de analgésicos.
"Las corporaciones farmacéuticas se acercan amistosamente a los indígenas para ver qué plantas utilizan con fines medicinales y les roban este conocimiento. Un laboratorio estadounidense patentó el uso de la ayahuasca, una liana sagrada del Amazonas con principios psicoactivos", señaló Vicente.
Elizabeth Bravo, del grupo Acción Ecológica de Ecuador, indicó que los métodos de piratería son diversos, "desde el contrabando a pequeña escala de semillas, hasta la firma de convenios oficiales con comunidades indígenas para apropiarse de sus conocimientos".
"Recientemente, el gobierno ecuatoriano permitió al Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos llevarse muestras de 1.500 plantas medicinales usadas por una comunidad indígena de la Amazonía", ejemplificó.
En cuanto a la proliferación de los cultivos transgénicos en
Latinoamérica, los expertos advierten que estos organismos pueden poner en peligro la salud humana y dañar el medioambiente.
"Pedimos que se aplique el principio de precaución. No hay pruebas de que sean seguros. En Argentina se está haciendo un experimento masivo con el Plan Soja Solidaria para niños carentes sin seguir las consecuencias que pueden tener en su salud", dijo Vicente.
Asimismo, el representante argentino explicó que como los cultivos genéticamente modificados son resistentes a los herbicidas, se aplica masivamente glifosato para matar las malezas, pero, al mismo tiempo, se destruyen los cultivos no transgénicos.
"Este herbicida se utiliza masivamente en el Plan Colombia, donde Estados Unidos fumiga los campos de coca con glifosato, eliminando también el resto de los cultivos, con lo cual los agricultores se ven obligados a sembrar transgénicos resistentes al herbicida si quieren seguir produciendo", alertó Vicente.
En todo el mundo, actualmente se cultivan semillas transgénicas de maíz, soja, algodón y colza en un total de 58 millones de hectáreas, de las cuales el 96 por ciento están en Estados Unidos, Argentina y Canadá.
Estos tres países han denunciado ante la Organización Mundial de Comercio a la Unión Europea, que desde 1998 no amplía su lista de 18 productos transgénicos autorizados a ser comercializados en sus 15 países miembros.
Los expertos advierten de que, mientras Estados Unidos salva esta traba colocando su producción transgénica en los países del Tercer Mundo mediante planes de ayudas alimentarias, Argentina, el segundo productor mundial de transgénicos con 13 millones de hectáreas de soja transgénicas, se verá perjudicada económicamente.
"En Argentina hay casi un monocultivo de soja transgénica, que se exporta, y se perdió la diversidad de otros cultivos. Si el rechazo mundial a los transgénicos crece, podría quedarse con toda su producción puertas adentro. Pero los argentinos no consumimos soja y necesitaríamos importar otros alimentos", dijo Vicente.
Para la especialista uruguaya en sociología rural Carmen Améndola, los países latinoamericanos deben estar alerta antes de las negociaciones por el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) pues "Estados Unidos busca borrar las barreras sanitarias y comerciales para colocar sus transgénicos en Latinoamérica".
Frente a esa situación, la representante de GRAIN en Chile, Camila Montesinos, se lamentó porque "no hay ningún gobierno latinoamericano que se oponga vehementemente a los transgénicos, ni siquiera Brasil, cuya posición ambigua, y se dejan convencer por la mitología de que los cultivos transgénicos producen más y son inocuos".
"Nosotros defendemos la soberanía alimentaria y creemos que el cambio puede darse si la sociedad civil está más informada y protesta por la aprobación en nuestros países de los organismos genéricamente modificados", concluyó el argentino Vicente.
Fuente: Agencia EFE, 28-6-03