Italia también pone reparos al maíz transgénico argentino

El gobierno italiano prohibió cuatro variedades de maíz OGM. Otra señal de alerta para los productores argentinos

El gobierno de Italia decidió el viernes prohibir la comercialización en su territorio de cuatro variedades de maíz modificado genéticamente, hasta tanto no se demuestre que el cultivo no afecta la salud humana y el medio ambiente.

La decisión, que incluye a las importaciones del grano de origen argentino, es una nueva señal de alerta para los productores y exportadores locales, que deberán comenzar a separar las cosechas transgénicas de las que no lo son para evitar nuevas barreras al comercio.

La Argentina es el segundo mayor productor mundial de granos genéticamente modificados, detrás de los Estados Unidos. Con un rápido crecimiento desde 1996, en la última campaña se sembraron unas 7,5 millones de hectáreas con semillas de soja, maíz y algodón que contienen algún gen ajeno a cada especie. Esta situación permitió reducir los costos de los productores, pero ahora amenaza convertirse en un dolor de cabeza para el sector.

La resistencia de muchas organizaciones ecologistas y de consumidores a esta tecnología está provocando cada vez mayores problemas en el comercio agrícola. En Europa, la siembra de transgénicos está trabada desde 1998. Y aunque las variedades de maíz ahora prohibidas en Italia fueron autorizadas por el Unión Europea, se teme que la decisión del gobierno de Giuliano Amato pueda ser imitada por otros países.

Con embarques que este año llegarán a 9,5 millones de toneladas, la Argentina está entre los tres mayores exportadores de maíz, pero sus ventas a Italia no son considerables: 27.500 toneladas en el 99 y apenas 500 en lo que va del 2000. Por eso la decisión no la afecta demasiado en términos económicos. Sin embargo, sí obliga a los exportadores a separar los granos transgénicos de los convencionales, al menos si quieren conservar ese mercado.

Cerca del 20% de la producción local de maíz corresponde a la variedad transgénica Bt, que ofrece mayor resistencia contra algunas plagas. Ese es uno de los cultivos cuestionados por los italianos, en base al denominado principio de precaución. 'Debe prevalecer la cautela en el nombre de los intereses colectivos, de la salud y del ambiente', explicó el propio Amato, al anunciar la prohibición al maíz transgénico.

Hay otros indicios que marcan la creciente necesidad de que los productores comiencen a separar uno y otro tipo de granos. En primer lugar, la campaña que desarrollan los ecologistas de Greenpeace a nivel mundial llegó hace un par de semanas a Buenos Aires, cuando el grupo denunció que alimentos con ingredientes transgénicos se vendían en las góndolas de los supermercados.

En el plano internacional, además, muchos países están pensando en exigir el etiquetado de los productos cuando sean transgénicos. Japón ya lo hace y Europa está a punto de implementar el sistema, al igual que Australia y Nueva Zelanda. Más cerca, en Brasil -donde todavía no se permite la siembra de transgénicos- se desarrolla una fuerte discusión por este tema, y lo más probable es que el gobierno finalmente autorice su comercio, pero exigiendo su identificación.

Hace una semanas, por esa situación, un barco con maíz argentino estuvo detenido casi veinte días en el puerto de Recife, hasta que una decisión judicial permitió su descarga con la condición de que sea utilizado como alimento para los animales. Con ese antecedente, la semana pasada el gobierno de Brasil también decidió mandar de vuelta a la Argentina dos camiones cargados con maíz OGM que iba a ser destinado al cosumo humano.

La creciente resistencia de los consumidores a este tipo de cultivos también provocó este viernes un caso muy curioso: la empresa suiza Novartis, una de las principales impulsoras de los OGM (incluso posee una variedad de maíz Bt) se vio obligada a informar que comenzará a comercializar en Europa su línea de alimentos para bebés como 'libre de transgénicos'.

Rural Net Noticias 06/08/2000

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