Fidel Castro arremetió contra los biocombustibles
El líder cubano publicó hoy (martes) un nuevo artículo en la edición digital del diario Granma en el que criticó la utilización de alimentos para producir combustibles alternativos
Pocas horas antes del desfile del 1º de mayo, Día del Trabajador, el líder cubano volvió a tomar la pluma para hacerse presente entre el pueblo cubano, y enviar un mensaje al mundo sobre el uso de los alimentos para producir biocombustibles.
Mientras se tejen especulaciones sobre su posible reaparición en público tras su convalecencia desde julio pasado- el Presidente boliviano Evo Morales apuntó recientemente que Fidel Castro retomará el poder-, el líder cubano denunció la excarcelación del anticastrista Luis Posada Carriles- acusado por La Habana y Caracas de múltiples actos terroristas, como la voladura de un avión de Cubana de Aviación con 73 pasajeros abordo en 1976- e insistió en las críticas al uso del etanol en un artículo intitulado “Lo que se impone de inmediato es una revolución energética”.
En sus nuevas “reflexiones” alertó sobre el impacto negativo para los países en desarrollo, un asunto sobre el que ya dijo que se trata de un “genocidio silencioso contra los pobres”. “Mañana Primero de Mayo es un buen día para hacer llegar estas reflexiones a los trabajadores y a todos los pobres del mundo”, expresó el Presidente en el artículo fechado al 30 de abril.
La cruzada de Castro, de 80 años, contra los biocombustibles comenzó a finales de marzo con la publicación de una serie de "reflexiones" sobre las consecuencias del uso de biocombustibles elaborados a partir de alimentos con críticas a la estrategia de los presidentes George Bush (EE.UU.) y Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) en defensa de la producción de etanol.
“Nada me anima contra Brasil (…) Guardar silencio sería para mí optar entre la idea de una tragedia mundial y un supuesto beneficio para el pueblo de esa gran nación”, dijo.
Castro diferencia la producción de etanol a base de caña de azúcar, como es el caso de Brasil, respecto de la forma en la que se obtiene el combustible en Estados Unidos, donde se usa el maíz como materia prima.
Además, en línea con su histórica enemistad con Estados Unidos, el líder cubano denuncia la "insaciable” demanda del “imperio”, que lanzó al mundo “la consigna de producir biocombustibles para liberar a Estados Unidos, el mayor consumidor mundial de energía, de cualquier dependencia exterior en materia de hidrocarburos".
En su artículo Castro indica que supone “un gran riesgo” para la población de países en vías de desarrollo que se empleen alimentos como el maíz o la caña de azúcar para la producción de biocombustibles en beneficio del primer mundo.
"Nada impide que el capital norteamericano y europeo financie la producción de biocombustibles. Podrían incluso regalarles los fondos a Brasil y América Latina. Estados Unidos, Europa y demás países industrializados se ahorrarían más de ciento cuarenta mil millones de dólares cada año, sin preocuparse de las consecuencias climáticas y de hambre, que afectarían en primer lugar a los países del Tercer Mundo", advierte.
“Antes de viajar Bush a Brasil- escribe Castro- el jefe del imperio estableció que el maíz y otros alimentos serían la materia prima adecuada para producir biocombustible. Lula por su parte declaró que, a partir de la caña de azúcar, Brasil podía suministrar el que fuese necesario; veía en esta fórmula un porvenir para el Tercer Mundo, y el único problema pendiente de solución sería mejorar las condiciones de vida de los trabajadores cañeros. Bien consciente estaba, y así lo declaró, que Estados Unidos por su parte debía suspender las barreras arancelarias y los subsidios que afectan la exportación del etanol a Estados Unidos”.
Pero “Bush respondió que las tarifas y los subsidios a los agricultores eran intocables en un país como Estados Unidos, primer productor mundial de etanol a base de maíz”.
“La historia demuestra que el monocultivo cañero estuvo asociado estrechamente a la esclavitud de los africanos, arrancados por la fuerza de sus comunidades naturales y trasladados a Cuba, Haití y otras islas del Caribe. En Brasil ocurrió exactamente igual con el cultivo de la caña”, señala Castro, cuya familia poseía un ingenio azucarero en la isla.
Al respecto, dijo: “Yo personalmente he cortado caña no pocas veces por deber moral, igual que otros muchos compañeros dirigentes del país. Recuerdo el mes de agosto de 1969. Escogí un lugar próximo a la Capital. Me movía bien temprano cada mañana hacia allí. La caña no quemada era verde, de variedad temprana y alto rendimiento agrícola e industrial. No cesaba de cortar un minuto durante cuatro horas consecutivas. Alguien se encargaba de afilar el machete. Ni una vez dejé de producir un mínimo de 3,4 toneladas diarias. Luego me bañaba, almorzaba sosegadamente y descansaba en un lugar muy próximo. Gané varios bonos por la famosa zafra del 70. Tenía entonces 44 años recién cumplidos. El resto del tiempo, hasta la hora de dormir, lo dedicaba a mis deberes revolucionarios. Detuve aquel esfuerzo personal cuando me ocasioné una herida en el pie izquierdo. El afilado machete había penetrado en la bota protectora. La meta nacional era de 10 millones de toneladas de azúcar y 4 millones de toneladas de melaza aproximadamente, como subproducto. Nunca se alcanzó, aunque nos acercamos a ella.
“Lo que se impone de inmediato es una revolución energética que consiste no solo en la sustitución de todas las luminarias incandescentes, sino también en el reciclaje masivo de todos los equipos domésticos, comerciales, industriales, transporte y de uso social, que con las tecnologías anteriores requieren dos y tres veces más energía”, señaló. El artículo puede leerse en Granma.