Existe mayor infiltración de maíz transgénico en los campos mexicanos
"Al corroborar mediante un estudio que demuestra una mayor infiltración de maíz transgénico en los campos del país, potencialmente proveniente de programas de gobierno o híbridos comerciales, la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad se manifestó porque se restablezca la moratoria a la siembra de maíz transgénico en el campo mexicano"
Al corroborar mediante un estudio que demuestra una mayor infiltración de maíz transgénico en los campos del país, potencialmente proveniente de programas de gobierno o híbridos comerciales, la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad se manifestó porque se restablezca la moratoria a la siembra de maíz transgénico en el campo mexicano, además de que se fortalezcan los mecanismos de bioseguridad implementando el régimen especial de protección de maíz, establecido en la ley de bioseguridad de organismos genéticamente modificados, ya que se ha había cancelado por las recientes modificaciones al reglamento de dicha ley.
La organización de científicos independientes se inclinó porque los gobiernos federal y estatales determinen e investiguen las fuentes de entrada de transgenes mediante la detección e identificación de semillas de híbridos que, tanto las compañías semilleras (en especial revisión si no provienen de Monsanto o Dupont), como programas de gobierno, distribuyen en el campo mexicano, además del grano de maíz que se importa de Estados Unidos.
“Este monitoreo debe estar coordinado por un comité científico que no tenga conflicto de intereses y actúe con transparencia”, destacaron los científicos que pertenecen a la UCCS.
En el ámbito de la investigación, se pronunciaron porque se fortalezca la investigación pública de los maíces nativos y se rechacen programas que limiten, privaticen, inhiban o incluso criminalicen el intercambio campesino y el control de su germoplasma, además de que se promueva una investigación realmente rigurosa y de frontera anclada en la riqueza genética de las razas de maíz mexicano, regida por una vocación social y ambiental en la que participen activamente los indígenas y campesinos de este país.
A continuación el comunicado íntegro del estudio de la UCCS a través de su programa Agricultura y Alimentación:
1.- El maíz transgénico se ha difundido a sitios no deseados ni aprobados para su uso: en un artículo recién publicado en la revista científica PLOS One*, se confirma la presencia de proteínas de origen transgénico en maíz nativo de Oaxaca, y se reporta por primera vez en la literatura científica presencia de esas proteínas en el maíz que se cultiva en Veracruz, Yucatán y Guanajuato. El estudio implicó más de cuatro años de trabajo de campo, laboratorio y análisis matemático de un equipo multidisciplinario de investigadores mexicanos y de Estados Unidos. Estos resultados corroboran la información que conocen las autoridades de bioseguridad desde hace varios años y los datos publicados por organizaciones no gubernamentales en 2003.
2.- Aún son pocas las comunidades en las que se ha introducido maíz transgénico; por lo tanto, es urgente cancelar las entradas de nuevos transgenes a los acervos de maíz nativo o mejorado mexicano, que deben permanecer 100 por ciento libres de transgenes; a la vez que se fomentan las prácticas tradicionales que permitan proteger, conservar, recrear y mejorar la diversidad genética del maíz nativo. Las proteínas recombinantes fueron encontradas en 5 por ciento de las muestras de maíz colectadas a nivel nacional, en 13 por ciento de las del sureste y en casi 3 por ciento de las muestras del centro-occidente del país. Las proteínas transgénicas se encuentran altamente agregadas en pocas colectas de maíz, por lo que se estima que aún hay tiempo de detener su dispersión generalizada hacia los acervos de maíz nativo y mejorado no transgénico, si se anulan las fuentes de semilla transgénica en México.
3.- El maíz transgénico podría estar infiltrándose a los maíces mexicanos, a través de programas de gobierno o el comercio de híbridos sin supervisión de bioseguridad: la distribución y frecuencia de los transgenes documentados no se pueden explicar sólo por la siembra esporádica de grano importado por productores aislados y el intercambio de semillas entre campesinos (éste es fundamental para mantener la diversidad genética del maíz nativo). Los nuevos datos sugieren que los transgenes pudieron haber ingresado al campo mexicano a través de mercados de híbridos comerciales o en semillas híbridas mezcladas con transgénicas y que pudiesen haber sido distribuidas por programas gubernamentales en comunidades campesinas de nuestro país. Tal es el caso del programa Kilo por Kilo, que entre 1996 y 2001 formó parte de la Alianza para el Campo de la Sagarpa. Una evaluación del programa Kilo por Kilo realizada por la FAO y la propia Sagarpa sugiere que el programa difundió semilla de dudosa calidad y procedencia. Esto podría estarse repitiendo en programas actualmente en curso, como el Promaf (Programa de Apoyo a la Cadena Productiva de Maíz y Frijol) o por los paquetes tecnológicos ofrecidos por los gobiernos federal y estatales. Sin embargo, no se cuenta con un sistema que asegure que los híbridos vendidos o promovidos por el gobierno estén libres de transgenes. Otra fuente de transgenes que se deberá descartar es la importación de maíz a granel desde Estados Unidos.
4.- Riesgo de que transgenes que expresan sustancias no comestibles (ejemplo, anticoagulantes) penetren a la red de producción y consumo de maíz en México: el flujo génico no respeta fronteras. Este estudio y varios otros (Quist y Chapela, 2001; Serratos, et al, 2007; Piñeyro-Nelson et al, 2009) corroboran que los transgenes no han podido contenerse en los sitios en los que se aprobaron en Estados Unidos. La presencia de transgenes ha avanzado en nuestro país y no parece haber la voluntad política o capacidad de las autoridades para evitar esta dispersión. Con ello, se está violentando la de por sí insuficiente Ley de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados. En Estados Unidos no segregan el maíz transgénico del no transgénico y seguramente las distintas líneas de transgénicos tampoco se segregan entre sí. Es muy preocupante que no se evite la llegada de transgenes a nuestro maíz, dado que en Estados Unidos se producen y prueban en campo, líneas de maíz transgénico, que expresan sustancias industriales (como plásticos) y químicos no comestibles, como anticoagulantes, que representan un peligro a la salud humana y animal de llegar de manera inadvertida a México.
5.- Los métodos de biomonitoreo con técnicas de biología molecular son caros y presentan dificultades para el análisis de maíz nativo. Los artículos de Dyer y de Piñeyro-Nelson y colaboradores corroboran que los métodos moleculares de diagnóstico y las dificultades de muestreo hacen prácticamente imposible averiguar exhaustivamente qué transgenes y con qué frecuencia se encuentran en cada localidad del país, sobre todo cuando se trabaja con maíces nativos. A pesar de esos inconvenientes, la Semarnat está impulsando una red de biomonitoreo compuesta, en su mayoría, por laboratorios privados. Esta estrategia de bioseguridad inducirá la privatización de la detección de organismos genéticamente modificados, podría provocar conflictos de interés y falta de certidumbre en los resultados. Provocaría también una enajenación inaceptable del control autónomo de las comunidades indígenas y campesinas de sus acervos de maíz. El cuidado y conservación del germoplasma de maíz nativo sólo será posible bajo el control de las comunidades que lo manejan y conocen, con el apoyo de políticas públicas que privilegien y fomenten la producción de la diversidad de las razas de maíz de México y el bienestar social y económico de la mayoría de los productores del campo mexicano.