Estancados tras la mata de subsidios
La imposibilidad de contemporizar las posturas de Estados Unidos y la Unión Europea para reducir la protección agrícola ya permite anticipar que la ronda de Hong Kong culminará sin resultados
La resistencia europea a flexibilizar sus fronteras a los productos agrícolas obligó a “reducir el nivel de ambición” de la próxima reunión de la Organización Mundial de Comercio a realizarse en Hong Kong a mediados de diciembre. En buen romance, ese encuentro no permitirá ningún avance importante, más allá de los pronunciamientos formales que surjan en esa ciudad asiática. La misma puja irresuelta que traba el ALCA impide avanzar en la liberalización del comercio mundial a través de la OMC, donde Argentina coincide en sus posiciones básicas no sólo con el resto de los socios del Mercosur, sino con otras naciones política y culturalmente más distantes, como India y China.
Expresado de un modo muy simple, en la Organización se replica el conflicto generado en el seno del ALCA: los países con menor grado de desarrollo pugnan porque los más ricos desmantelen subsidios o aranceles con los que protegen a su producción primaria. Sólo después accederían a relajar sus aduanas para seguir importando los bienes industriales, o para abrirles su sector servicios o darle un lugar en las licitaciones gubernamentales.
En la actual instancia de discusión en la OMC, el problema es la propuesta que días atrás planteó Europa para reducir parcialmente los aranceles a la importación de bienes primarios, iniciativa considerada como “insuficiente” por las naciones interesadas en vendérselos, Argentina entre ellos. A través del representante Peter Mandelson, los europeos propusieron un recorte en esas tarifas que, en síntesis, representa menos de la mitad de la poda reclamada por sus vendedores.
El tema fue analizado el lunes en Londres por una mesa chica que integraron la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, India y Brasil. Pero ayer volvió a debatirse en Ginebra, en el más amplio cónclave de “los 25” socios más activos, del cual participó el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Argentina, Alfredo Chiaradía. “Hay que apelar a un plan B para Hong Kong, porque resultan imposibles los avances que se habían previsto.”
En la OMC todas las decisiones se toman por consenso y cada país negocia de modo individual. Sin embargo, las alianzas informales son ineludibles. Así surgió hace dos años el G20, donde los productores agrícolas sudamericanos se aliaron a otras naciones como India y China para pelear por el acceso a los mercados de los países más desarrollados. Esta creación fue un verdadero punto de quiebre en la historia de una organización que utilizó históricamente la prédica del librecomercio para propiciar la liberalización de los países pobres, sin embestir contra la protección de los más ricos.
En esa maraña de alianzas informales, Argentina también empatiza con sus vecinos más próximos. Según el canciller Rafael Bielsa, se negociará como Mercosur (algo inviable desde el punto formal legal) y en defensa de la industria local. Los productores locales “pueden tener total tranquilidad de que no van a sufrir lo que sufrieron en la década del 90. No vamos a cambiar el levantamiento de subsidios para dejarlos a la intemperie”, sentenció el canciller.
Claro que ningún bloque ad hoc es demasiado compacto. En esta confrontación mundial, Estados Unidos está obviamente del lado de quienes protegen a su producción primaria, aunque Washington no lo hace con altos aranceles sobre la importación, sino básicamente con multimillonarias subvenciones a sus productores, que terminan descolocando a cualquier competidor externo. Pero en esta situación puntual, se sumó a las críticas contra los europeos, ya que los estadounidenses también le exportan bienes primarios.
Otro aporte a la complejidad del cuadro: para ganar terreno en favor del ALCA, EE.UU. relega a la OMC las definiciones sobre subsidios agrícolas, el punto que también traba la iniciativa Bush.