Estados Unidos: el mal chiste del humano y el ratón
¿Qué pasa cuando se cruza un ser humano y un ratón? Parece el principio de un chiste malo, pero es un experimento de alta tecnología que llevó a cabo recientemente un equipo liderado por un distinguido biólogo molecular, Irving Weissman, en el Instituto de Cáncer/Biología Celular y Medicina de la Universidad de Stanford
Los científicos inyectaron células cerebrales humanas a fetos de ratón, creando una cepa de ratones que eran un 1% humanos. El doctor Weissman está considerando seriamente un segundo experimento que produciría ratones con cerebros 100% humanos.
¿Qué pasaría si los ratones se escaparan del laboratorio y empezaran a proliferarse afuera? ¿Cuáles podrían ser las consecuencias ecológicas de ratones que piensan como seres humanos sueltos en la naturaleza? El doctor Weissman dice que controlaría de cerca a los ratones y, si manifestaran alguna señal de humanidad, los mataría. Es poco tranquilizador.
En un mundo donde lo bizarro se volvió moneda corriente, son pocas las cosas que siguen sorprendiendo a la psiquis humana. Sin embargo, experimentos como el que produjo un ratón parcialmente humanizado en la Universidad de Stanford llevan los límites del coqueteo humano con la naturaleza al terreno de lo patológico.
El nuevo campo de investigación en la vanguardia de la revolución biotecnológica se llama experimentación quimérica. Investigadores de todo el mundo están combinando células humanas y animales y creando criaturas fantásticas que son parte humanas y parte animales, una reminiscencia de los mitos quiméricos de híbridos humano-animales de la Antigua Grecia.
Los experimentos tienen como objetivo que avance la investigación médica. De hecho, cada vez más ingenieros genéticos sostienen que los híbridos humano-animales traerán aparejada una era dorada de la medicina. Los investigadores dicen que, cuanto más humanizados los animales de laboratorio, más capacitados estarán para modelar el progreso de las enfermedades humanas, probar nuevas drogas y cultivar tejidos y órganos para trasplantes en cuerpos humanos. Lo que no mencionan es que hay otras alternativas igualmente prometedoras y menos invasivas para estos tipos de experimentos bizarros que incluyen la simulación sofisticada en computadora para estudiar enfermedades y probar la efectividad y toxicidad de drogas así como el cultivo de tejido in vitro, la nanotecnología y las prótesis artificiales para reemplazar el tejido y los organos humanos. Cuando se trata de la experimentación quimérica, el interrogante es: ¿a qué precio?
Por favor, entiendan que esto no es ciencia ficción. Se espera que la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos pronuncie lineamientos para la investigación quimérica en algún momento del mes de abril.
Los bioéticos ya están depurando el camino moral para los experimentos quiméricos humano-animales, con el argumento de que cuando la sociedad supere el factor de rechazo, la perspectiva de nuevas criaturas parcialmente humanas tiene mucho para ofrecer a la raza humana. Y, por supuesto, este es exactamente el tipo de razonamiento que se expresó una y otra vez para justificar la idea de que todo en la naturaleza se puede manipular despiadadamente para satisfacer las necesidades monetarias y hasta los caprichos de sólo una especie, el Homo Sapiens. Pero ahora, con los experimentos quiméricos humano-animales, corremos el riesgo de incluso minar la integridad biológica de nuestra propia especie en nombre del progreso humano.
¿Estamos en la cúspide de un renacimiento biológico, como creen algunos, o sembrando las semillas de nuestra propia destrucción? Tal vez haya llegado la hora de preguntarnos: ¿a qué nos referimos cuando hablamos de progreso?
Copyright Clarín y Jeremy Rifkin, 2005. Traducción de Claudia Martínez
Diario Clarín, Argentina, 13-3-05