España concentra el 68% de los cultivos transgénicos de la UE
La mitad del maíz plantado en Catalunya o Aragón procede de semillas modificadas. Austria ha abierto una brecha en la UE al vulnerar una directiva y prohibir la importación
Quien recorra los extensos maizales del Somontano, el Segrià, Albacete o los Monegros no observará nada extraordinario ni en los tallos, ni en la hoja ni en las mazorcas, pero si decide analizarlos podrá determinar que buena parte proceden de semillas transgénicas. Efectivamente, los organismos modificados genéticamente (OMG) se han expandido poco a poco en los últimos años, sobre todo en regadíos afectados por la oruga del taladro, hasta hacer de España una auténtica potencia europea. Según datos oficiales, el maíz Bt (en todas sus marcas comerciales), que es el único transgénico autorizado para su cultivo en la UE, ocupa en España 75.148 hectáreas, lo que supone el 68% del total comunitario. Actualmente, un 1% del maíz cultivado en Europa es de tipo OMG, pero el porcentaje aumenta al 20% en el caso de España y ronda el 50% en Catalunya y Aragón.
Aunque España es de forma abrumadora el primer productor europeo de transgénicos, en el último año otros siete países han apostado con fuerza por la biotecnología agraria: Francia, República Checa, Portugal, Alemania y, ya con superficies marginales, Eslovaquia, Rumanía y Polonia. El caso más espectacular es el de Francia, que ha pasado de 5.000 a 21.714 hectáreas, un incremento muy alejado de las declaraciones poco amistosas del presidente Nicolas Sarkozy. Las cifras, basadas en los respectivos registros nacionales, fueron hechas públicas la pasada semana por EuropaBio, la asociación europea de empresas de biotecnología.
A diferencia de lo que sucede en América, el maíz es un cereal poco extendido en Europa, pero la gran demanda para piensos y el previsible aumento para la fabricación de biocombustibles auguran un crecimiento sostenido de la producción. Que los transgénicos cubran la demanda de maíz es una posibilidad creíble, pero no la única. De hecho, el futuro de los OMG en Europa es incierto.
PROCESO ENCALLADO
El pasado martes, por ejemplo, los países miembros de la UE no lograron la mayoría necesaria para aprobar una demanda de la Comisión Europea contra Austria, cuyo díscolo Gobierno ha decidido prohibir el cultivo y la importación de maíz Bt pese a que la variedad está autorizada en Europa desde 1998. Podría decirse incluso que las posturas contrarias a los OMG salieron reforzadas: la propuesta de la Comisión fue defendida por cuatro estados, pero hubo ocho abstenciones y nada menos que 15 votos en contra. Incluso España, supuestamente el paraíso del maíz Bt, optó por la abstención.
Según la legislación comunitaria, cualquier estado miembro tiene derecho, invocando documentos científicos, a aplicar una cláusula de salvaguarda contra un nuevo producto agrario. Sin embargo, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria ya se ha pronunciado en dos ocasiones contra la cláusula austriaca al estimar que no hay ninguna razón para creer en los efectos negativos del maíz Bt ni en la salud ni en el medio ambiente. La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha dado de plazo a la UE hasta el próximo día 21 para derogar la cláusula austriaca, informa Efe. En caso contrario, los países exportadores que iniciaron la demanda (EEUU, Canadá y Argentina) tendrán derecho a proponer medidas de represalia.
La situación es compleja en Europa, con una comunidad científica mayoritariamente a favor de los transgénicos y una opinión pública muy en contra (un 80%, según los barómetros comunitarios). Italia ha pedido una moratoria sobre nuevos OMG hasta que concluya la revisión de los procedimientos de evaluación en la Agencia de Seguridad Alimentaria, mientras que el Gobierno francés ha insinuado que quiere seguir los pasos de Austria. En Catalunya, Iniciativa-Verds ha pedido que el territorio sea declarado libre de transgénicos, al igual que hicieron recientemente el País Vasco y Asturias.
Antonio Madridejos