España: "a la mafia farmacéutica le interesa mantener la sociedad medio enferma"

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El activista antitransgénicos denuncia que España sea uno de los países con más cultivos transgénicos del mundo

Jordi Pàmies es de los pocos agriculturos catalanes que aún pueden presumir de tener cultivos ecológicos, libres de transgénicos y químicos. Es miembro de la campaña "Somos lo que sembramos", que acaba de recoger más de 100.000 firmas para una Catalunya libre de transgénicos. Pàmies asegura que el slogan de la campaña es porque ya no somos lo que comemos si antes no sabemos que hemos sembrado. "Hoy en día no sólo se modifica la alimentación después de cosecharla sino que se modifica la semilla, el origen."

Aragón es la región con más hectáreas de cultivo transgénicos de todo Europa. Le sigue Catalunya. La tercera región serían los 24 países de la Unión Europea juntos.
Vaya. Estamos en la cola de Europa.

Aquí en Catalunya ya no existe la semilla de maíz natural. Es muy gave. El 50 por ciento de las hectáreas de cultivo son transgénicas.

Entonces, ¿aún existe un 50 por ciento natural?

No, porque las hectáreas de cultivo transgénicos están provocando la contaminación de los cultivos naturales. El último agricultor de maíz ecológico acaba justo de desaparecer. Se ha perdido la última semilla nuestra, natural y catalana. En cualquier país democrático, este hecho provocaría la dimisión del ministro de medio ambiente o de agricultura por no haber podido impedir este desastre.

¿Cómo se produce esta contaminación entre cultivos?

Por la vía de la polinización. A través del viento o las abejas todos los campos vecinos no transgénicos son contaminados.

¿Cuál es la situación en otros países?

En casi toda la Unión Europa están prohibidos. En Inglaterra incluso habrá una hora a la semana de clases nutricionales en todas las escuelas a partir del 2010. Los políticos han visto que el sistema de sanidad se desplomará por los problemas de salud que provoca la alimentación. La OMS dice que en el 2030, si sigue así, habrá un 25% de diabéticos, ahora hay un 10%. Esto provocará la banca rota del sistema de sanidad mundial.

Son datos alarmantes.

Muy grave. La Unión Europea prohibió el maíz transgénico porque se comprobó que provocaba resistencias a antibióticos en humanos. Esto es porque los transgénicos llevan antibióticos. Aquí en Catalunya no hay ningún control porque Novartis y otras compañías tienen aún semillas en los stocks y le interesa poder deshacerse de ellas aquí.

¿Cuál es la historia de los transgénicos?

Comienzan con la excusa de que los campesinos han de matar a los gusanos con insecticidas y estos son muy peligrosos. La solución: poner el insecticida dentro del maíz de manera transgénica y así no tendremos que rociar los cultivos con químicos. Las multinacionales ahora han desarrollado semillas resistentes a herbicidas para que el agricultor pueda exterminar toda la biodiversidad menos el maíz que es selectivo a ese herbicida. ¡Ahora hacen transgénicos que responden a los intereses de las farmacéuticas! Estas empresas lo controlan todo: las semillas transgénicas, los herbicidas, insecticidas y fungicidas, y los medicamentos. Saben como conducir la sociedad para que esté medio enferma y, a través de la medicación, no curarla sino cronificar la enfermedad. En 1998 entran los transgénicos en el estado español. El maíz es el único actualmente legalizado.

¿Existen estudios médicos sobre los efectos nocivos de los transgénicos?

Sí, pero no interesa que salgan a la luz. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria está terriblemente influenciada por las grandes industrias farmacéuticas.

¿Los agricultores catalanes se han unido a vuestra campaña?

Una parte, los más concienciados y convencionales, sí. Muchos querrían no usar transgénicos pero no pueden parar porque sino los gusanos vendrán a su cultivo. Si nadie usa transgénicos la plaga se equilibra de manera natural. En Estados Unidos, por ejemplo, donde hay muchas hectáreas transgénicas, los gusanos se han vuelto resistentes y ahora hay superplagas debido a los inmensos monocultivos que mutilan la biodiversidad. Las industrias farmacéuticas ya están pensando en transgénicos más potentes para acabar con las plagas. En Dakota y Nebraska las revueltas populares han obligado a modificar la constitución para prohibir el uso de transgénicos y de la gran explotación agraria para sólo beneficiar la explotación familiar.

¿Qué metas os proponéis conseguir a través de vuestra campaña?

Conseguir que Catalunya esté en el mismo nivel que el resto de Europa, donde prácticamente todos los países son libres de transgénicos: 40.000 municipios, 100 regiones, países como Austria, Grecia, Francia, que los ha prohibido este año, e Italia, donde están prácticamente prohibidos. Estamos actuando de cobayas en este gran experimento. El jefe del departamento de Endocrinología del Clínico aseguró que el aumento en alergias es debido a los transgénicos pero según él no es ningún problema porque ya existen medicinas para controlarlo. El Premio Nobel de Medicina, Richard J. Roberts, afirmó en una entrevista que las farmacéuticas le pagan por investigar y cuando tiene un producto que cura le obligan a transformarlo en cronificador de la enfermedad para que sea rentable. ¡Son afirmaciones del Nobel en Medicina!

¿No tenéis miedo de enfrentaros a este gran Goliat?

Somos mucha gente. Si matan a uno, quedará otro. Supongo (risas). Hay mucha gente a nivel planetario luchando contra esta historia. Mattias Rath, un médico alemán que produce vitaminas y aminoácidos naturales, denuncia estas industrias farmacéuticas porque no quieren curar a la gente o prevenir enfermedades a través de la nutrición.

¿Cuáles son los pasos a seguir ahora?

Conseguir mucha gente para que se implique en esta lucha. Queremos que se apruebe la ley contra transgénicos y que se hagan estudios para verificar el poder de la naturaleza. También pedimos que se etiqueten seriamente los productos para que el consumidor pueda elegir si quiere comer transgénicos o no. Greenpeace demuestra continuamente que empresas que están incluidas en la lista verde usan transgénicos, como Santiveri y Corte Inglés. Queremos que exista más contacto entre el consumidor y el agricultor. Hay que frenar esta pelota y hacer el esfuerzo de elegir los productos con conciencia.

La Vanguardia, España, 21-8-08

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