El pico del agua
Entrevista a Lester Brown, ambientalista fundador del Worldwatch Institute y del Earth Policy Institute, que plantea algunos conceptos muy interesantes.La extracción del petróleo no debe realizarse en las plataformas submarinas sin una seguridad absoluta, comprendidas en ella todas las salvaguardias hoy existentes
El Golfo de México podría ser sólo el comienzo de una marea negra. El pico del petróleo –aquel momento en que el petróleo comenzará a escasear– vendrá acompañado del “pico del agua”. Los dos fenómenos modificarán la economía y nuestra idea de civilización. Esto no ha sucedido en los últimos decenios, pero sucederá. Lester Brown, que participó en la creación del documental “Terra reloaded”, producido por Greenpeace, escribió en su último libro “Piano B 4.0 – Mobilitarsi per salvare la civiltà" (Edizioni Ambiente) (Plan B 4.0, Movilizarse para salvar la civilización) algunas instrucciones para el futuro. Un plan para la supervivencia, pero también para un futuro mejor para las generaciones venideras.
Entrevista
El Chernobyl de la industria petrolera
Hace pocas semanas una plataforma petrolera de la BP (British Petroleum) sufrió una explosión y el petróleo está derramándose en el Golfo de México. Al mismo tiempo, en Europa, los Estados están fracasando. ¿Qué está sucediendo en el mundo?
No sabemos qué es lo que ha ido mal. Pero sabemos que BP estaba perforando en una zona donde el agua tenía una profundidad mayor de 1.000 metros y que el yacimiento se encontraba bajo 500 metros adicionales de piedra. El petróleo se encontraba, por lo tanto, bajo una enorme presión. Hay dos hipótesis. Algo se hizo mal o la presión en este yacimiento era demasiado elevada y la tecnología actual no está en condiciones de controlarla. Si es válida la segunda hipótesis es imperativo levantar una bandera roja en las perforaciones en alta mar y a profundidades notables, porque no se sabe con qué condiciones se encontrarán. Es posible que a pesar de que la tecnología de perforación en alta mar haya sido eficaz en el pasado, podría no ser adecuada para enfrentar los nuevos problemas que están surgiendo en condiciones extremas. Alguien ha dicho que este acontecimiento podría ser el Chernobyl de la industria petrolera, al menos para las perforaciones en alta mar.
Porque si este derrame de petróleo siguiera durante meses, el daño medioambiental y económico que originará será enorme. Lo interesante para la contabilidad nacional es que este acontecimiento hará aumentar el PIB en las regiones del Golfo de México, ya que todos buscarán controlar el problema. Pero luego seguramente disminuirá al perjudicar las economías locales, las playas, la fauna marina, la pesca y las industrias locales.
Probablemente hemos llegado al límite tecnológico para extraer cómodamente el petróleo de los yacimientos residuales. Estos derrames están influyendo en la opinión pública. Visto que sabemos que tenemos que abandonar el petróleo, ¿por qué corremos estos riesgos sólo para extraer el poco que queda? Creo que esto cambiará el modo en que pensamos en el futuro del petróleo y de todos los combustibles fósiles.
Es interesante observar que los valores que rigen el sobreconsumo de los recursos naturales son los mismos valores que dirigen el sobreconsumo de los recursos financieros, el excesivo consumo que supera la capacidad de los sistemas crediticios. Lo hemos visto en los Estados Unidos con la enorme deuda del sistema crediticio. Ahora se ha reducido un poco, pero los estadounidenses siguen sin preocuparse por el futuro. Esto lleva a problemas económicos y a problemas medioambientales, por el sobreconsumo de los recursos naturales y la interrelación entre los dos.
El mayor problema que el mundo enfrenta hoy es el crecimiento de la economía en los últimos cincuenta años –ha crecido cerca de cuatro veces– y el consiguiente aumento del consumo de los recursos naturales, mucho más allá del nivel sostenible. La agricultura está disminuyendo, la pesca está decayendo, los acuíferos están disminuyendo, los suelos se están erosionando y las sabanas se están desertificando. Estamos destruyendo lentamente, y quizá no tan lentamente, los sistemas naturales de sustentabilidad. Ninguna civilización puede sobrevivir más allá de la destrucción de sus propios sistemas naturales de sustentabilidad.
Me he preguntado de qué modo este sobreconsumo nos perjudicará. Mi pronóstico es que se traducirá en una crisis de disponibilidad alimentaria, en un aumento de precios, en un aumento de la inestabilidad política y en un número creciente de Estados que fracasarán. El número total de los Estados en vías de fracaso -Estados cuyos gobiernos no son capaces de garantizar la seguridad personal o alimentaria- está aumentando. Esto provoca una pregunta incómoda: ¿Cuántos Estados encaminados al fracaso se necesitan para hacer fracasar la civilización? Todavía no conocemos la respuesta a esta pregunta. Nunca hemos visto nada parecido.
La ignorancia de los economistas
La cuestión es: ¿Qué podemos hacer y cuánto nos costará? ¡Porque si no lo hacemos estamos acabados! La civilización no sobrevivirá si continúa con la habitual manera de administrar el mundo. Tenemos que hacer grandes cambios: disminuir las emisiones de CO2, estabilizar el crecimiento de la población, erradicar la pobreza -que está estrechamente relacionada con la estabilización del crecimiento demográfico- y restablecer la agricultura, la pesca, las reservas de agua, que son nuestro sistema natural de sustentabilidad. El problema es que se trata de un complejo sistema de cuestiones y los jefes de Estado habitualmente están aconsejados por economistas. Hay un montón de cosas que los economistas hacen bien, pero hay cosas que no saben hacer nada bien. Los economistas no se plantean el nivel de rendimiento sustentable de los sistemas naturales.
La economía simplemente no puede entender esto. No hay nada en la teoría económica que explique por qué la industria pesquera del bacalao en Canadá se fue a pique, o por qué se están derritiendo los glaciares en las altas planicies del Tíbet y China. La economía no explica por qué el casquete polar de Groenlandia se está derritiendo y el nivel del mar está subiendo. Los economistas están como excluidos del mundo real. Están alejados de la realidad, insertados en el cuerpo de la teoría económica. Intentan encontrar la mejor forma de hacer pequeños ajustes para adaptar el sistema y explicar lo que ocurre, pero la teoría económica fracasa cuando intenta explicar las relaciones fundamentales entre la economía global y los sistemas naturales de sustentabilidad. He observado que los economistas que aconsejan a Obama, al Secretario General de la ONU, al Banco Mundial o al presidente de la UE no entienden qué está ocurriendo en el mundo y no entienden la urgencia de reestructurar la economía energética mundial, por ejemplo.
La economía no explica el cambio climático. Por ejemplo, el derretimiento de los hielos en el extremo norte del Atlántico podría provocar la inundación de los cultivos de arroz en el delta de los ríos asiáticos, reduciendo drásticamente las cosechas. A menos que se estudien estas cosas, no es obvio intuir que el derretimiento de los hielos en Groenlandia está amenazando las cosechas de arroz en Asia, donde vive la mitad de la población mundial. Este tipo de complejidades son las que debemos administrar. Los economistas no tienen los instrumentos apropiados para definir las políticas adecuadas.
La mitad de la población mundial vive en países donde el nivel de los acuíferos se está reduciendo. Entre ellos los tres grandes productores de trigo: China, India y Estados Unidos. Hay también muchos países más pequeños: Arabia Saudí, Yemen, Siria, Pakistán, México y otros. Extrayendo agua de las reservas acuíferas más allá del nivel de reposición natural, estamos fomentando una burbuja en la producción de alimentos. Estamos aumentando artificialmente la producción de alimentos y agotando las existencias de agua.
El pico del agua
Cuando hayamos agotado las existencias de agua, el nivel de extracción deberá reducirse necesariamente al nivel de reposición natural. No se trata de hipótesis o temas de debate. Es la realidad. Por lo tanto tenemos burbujas alimentarias de dimensión significativa que antes o después estallarán, y no creo que el mundo esté preparado para esto. A mí me parece que las zonas irrigadas en Estados Unidos han alcanzado un pico y ahora están disminuyendo. Esto se aplica sin duda también a la India. Y podría valer también para China, aunque no estamos seguros, y para una cantidad de pequeños Estados: Arabia Saudí, Siria, México. Esto significa que probablemente hemos alcanzado el pico de extracción del agua al mismo tiempo que alcanzamos el pico de extracción de petróleo. Mucha gente habla del pico del petróleo pero pocos hablan del pico del agua.
Pero creo que ya nos encontramos en él ahora y pienso que tengo argumentos convincentes. El mundo, tras el pico del agua, será un mundo distinto de aquél que conocíamos antes del pico. En el transcurso de nuestras vidas el uso del agua para las zonas irrigadas, que significa el 70% del agua utilizada, disminuirá. Será un mundo muy diferente que aún no hemos imaginado. Lo mismo vale para el petróleo, naturalmente. En el transcurso de nuestras vidas el nivel de extracción ha aumentado y ahora disminuye. Será un mundo muy diferente.
Traducido para Rebelión por Jorge Aldao y revisado por Caty R.