El peso insostenible de la agricultura convencional
Enrique Kolmans es un ingeniero agrónomo alemán, que lleva 35 trabajando con comunidades rurales de América Latina, y es reconocido en la región como un experto en temas de Agricultura Sostenible
Crecer en una familia campesina en su país de origen, le dio la oportunidad de vivir en carne propia los cambios que trajo la “modernidad” en las prácticas productivas y la vida cotidiana.
Actual asesor del Programa de Intercambio, Diálogo y Asesoría en Agricultura Sostenible y Seguridad Alimentaria (PIDAASSA), llegó a Nicaragua a mediados de mayo para dar un taller y en SIMAS aprovechamos su visita. A continuación compartimos esta plática:
¿De dónde nace la pasión por la Agricultura Sostenible?
Al venir de una familia que trabaja la tierra he podido apreciar y vivir cómo se pasó de una agricultura diversificada y multifuncional a otra especializada, con efectos negativos como la reducción del ingreso, empleo, incremento del uso de químicos y generalización de una forma de producción cuestionable en todos los sentidos.
Este modelo industrializado aplicado a la agricultura campesina sólo ha traído problemas para las familias y las comunidades: erosión, pérdida de recursos, reconcentración de la tierra, baja de la fertilidad de los suelos, afectación en la economía de las familias campesinas y dependencia al crédito, entre otros aspectos.
Por eso cuando conocí formas de agricultura ecológica y posteriormente un enfoque de Agricultura Sostenible que no se limita sólo a lo ecológico, ambiental o productivo, me apasioné porque vi que esa era el camino.
Después del fracaso de la Revolución Verde, ¿porqué ha sido tan difícil dejar de los químicos?
Yo te diría: ¿porqué la gente sigue usando fármacos aunque sepa que no son buenos? Es un problema de facilismo, de inmediatismo, es la cultura y el modelo de vida impuesto basado en la destrucción y acumulación de dinero en el corto tiempo. Muchos campesinos han caído en esta trampa y compran químicos y fertilizantes, pero esto ocurre porque los suelos están agotados, infértiles y pobres por el manejo extractivo, por la pérdida de la cultura regenerativa y del conocimiento indígena en el manejo de los suelos.
Como movimiento agroecológico sostenible también hemos caído en el modelo sustitutivo, porque decimos que en lugar de fertilizantes hay que usar humus de lombriz o abono orgánico, sin entender que el suelo y el ecosistema son capaces de regenerarse a sí mismos y que en el trópico esa capacidad es mucho mayor que en latitudes frías.
Seguimos con marcos conceptuales de otros lados, influenciados por conocimientos académicos nocivos, sin captar que lo esencial para la sostenibilidad y recuperación de los sistemas productivos se consigue con la regeneración y la generación de la fertilidad natural de los suelos a través de la biomasa y la fotosíntesis, que son aspectos fundamentales si queremos pensar en un futuro sin petróleo ni energía fósil.
Nicaragua está recibiendo 20 mil toneladas anuales de urea venezolana que se vende más barata, principalmente a cooperativas y campesinos pobres. Hay especialistas que dicen que contamina los suelos, aunque Venezuela llama a esta campaña de exportación “Fertilizante para la Vida”..., ¿qué nos puede decir?
Este fertilizante químico nitrogenado como la urea, inhibe la capacidad del suelo para regenerarse, tiene sales que además de contaminar, sobretodo inhiben los ciclos de vida. Si colocas urea encima de una lombriz de tierra ella va a morir rápidamente, y así actúa sobre todos los microorganismos. En realidad estos abonos son venenos que inhiben la vida en el suelo y van directamente a la planta que es alimentada como cuando a las personas nos ponen suero en el hospital, sin posibilidades de tener una alimentación equilibrada que se obtiene de un suelo abundante en minerales, encimas y sustancias de diversos tipos que la planta necesita. La urea inhibe esos ciclos naturales que nos ofrece gratis la naturaleza.
El nitrógeno solamente infla a la planta porque sobredimensiona las células, entonces se pone verde y parece suculenta, pero en realidad es débil porque no tiene los nutrientes que necesita. Cuando es atacada por hongos o plagas no se puede defender, no tendrá un producto duradero ni dejará residuos vegetales que alimenten nuevamente el suelo. Ahí comienza ese ciclo vicioso de uso de herbicidas y pesticidas, que conlleva al endeudamiento del campesino.
En fin, no puede ser bueno usar fertilizante químico nitrogenado cuando precisamente ese el origen del modelo científico industrial para la agricultura, que comenzó con la sintetización del nitrógeno para sustituir la función de los ciclos naturales que se consiguen por la descomposición de la biomasa y la fijación del nitrógeno del aire en el suelo.
Cuando comenzó ese modelo industrial, el balance energético era bastante positivo porque se necesitaba muy poca energía de fuera de la finca en forma de insumos -abono orgánico y movimiento del suelo-, pero hoy ese balance es totalmente negativo e irracional porque invertimos 10 partes para sacar solamente una a dos, o sea 8 partes son de afuera. Hay que recordar que la energía de la urea viene del petróleo y la energía fósil es un bien limitado que tiene un horizonte hasta el 2020.
Precisamente por eso la guerra y la política se mueven alrededor de la energía.
Pero no basta decir a los campesinos que no usen urea cuando no hemos difundido otras alternativas, como el abono verde que en Nicaragua ha sido una verdadera revolución verde que ha generado grandes cantidades de colchones vegetales y sistemas radiculares, estimulando la vida en el suelo.
Esta sería la alternativa, en lugar de traer urea de Venezuela, deberían meter toneladas de semillas de mucuma, canavalia, gandul, crotalaria y otras leguminosas que abundan en el trópico y no sólo nos dan fertilidad, sino productos proteicos y forrajeros excelentes.
¿Se puede tener un discurso contra el uso de químicos y apoyar este tipo de campañas?
Es totalmente incoherente con los planteamientos y los principios de una agricultura sostenible o ecológica. Sin embargo, reconozco que en la agricultura orgánica no hay un enfoque regenerativo y de autosostenimiento de los sistemas productivos y más bien se tiene un enfoque sustitutivo y de producción limpia simplemente, pero de todos modos con la urea no se puede lograr una producción limpia.
Aunque haya un enfoque comercial y sólo se se trate de aumentar el volumen productivo sin ver los costos que genera, tampoco es un planteamiento coherente, como el ejemplo del melón que se vende en un dólar en Estados Unidos y que el productor centroamericano recibe unos centavos de dólar porque hay que descontar lo que se llevan los productores de químicos y el resto de la cadena productiva. Ahora se ha puesto de moda el asunto de las cadenas productivas como algo benéfico cuando en realidad dejan debilitadas a las familias campesinas.
¿Por qué es exitosa la metodología Campesino a Campesino de la UNAG? http://www.unag.org.ni/pcac.asp
Su éxito reside en que es una metodología desde la gente que responde a sus formas tradicionales de comunicación y aprendizaje para difundir e innovar su manera de hacer agricultura. Además, incluye criterios metodológicos de la educación popular con enfoques pedagógicos modernos como el dialéctico y el constructivista, que sí dan resultados y se distinguen de otras experiencias en América Latina, aunque se adecua bien en casi todos los contextos culturales. Ahora la estamos validando en 10 países más incluyendo Cuba y Bolivia.
Tiene resultados rápidos y baratos para el mejoramiento productivo con tecnologías que están al alcance de la gente, y no con urea, insumos, ni tecnologías sofisticadas traídas desde centros de investigación o paquetes de grandes multinacionales, sino con soluciones que se logran desde el empoderamiento de la gente.
Para que lo que practicamos sea sostenible debe convertirse en políticas en las que podamos incidir para crear una propuesta de desarrollo de país, no sólo a nivel de la comunidad. También implica que debe ser sostenible culturalmente y la metodología Campesino a Campesino tiene mucho de eso, porque rescata y moviliza la cultura de la gente.
¿A qué se debe la resistencia estatal y de algunas ONG para incorporar metodologías como ésta?
Porque es un modelo que no beneficia la tendencia general de fomentar el desarrollo de las grandes corporaciones y sabemos muy bien el peso económico que tienen, por ejemplo el petróleo, la agro-alimentación, el acero, los químicos, las semillas
En Nicaragua no se fomenta una estructura productiva sino la importación de productos y más exportaciones de materia prima, servicios y mano de obra barata de jóvenes para que vengan las maquilas y se vayan luego de dos o tres años cuando las cosas ya no les convengan.
Ese es un desarrollo extractivo, dependiente y que los partidos políticos en América Latina -llámense de izquierda o derecha-, no han diferenciado y todo el mundo está encantado con esa propuesta.
Porque no reconocemos el aporte que genera la pequeña agricultura en empleo, en mantenimiento de la ecología y la diversidad genética, en cultura, conocimiento, en amortiguar el problema de la migración, en salud pública por ofrecer alimentos sanos a la población. Nadie le pone precio a eso porque los economistas sólo se fijan en las cifras macro económicas, pero no en la base de una economía y un desarrollo interno.
Esa es la agricultura del futuro, aunque no la queramos ver, la propuesta que probablemente nos va a salvar, no solamente a Nicaragua sino a grandes sectores de la humanidad. De ese sector de la pequeña agricultura familiar vienen hasta ahora el 80% de los alimentos en el mundo y no el 20% que mueven las transnacionales, que nos hacen creer la mentira de que ellos están salvando al mundo.
América Latina tiene el segundo puesto en generación de productos orgánicos del mundo, pero es el que menos consume, entonces es un logro que en 20 años con apoyo de muchos movimientos -como el MAELA- hayamos conseguido esto (la producción); pero que no sea un modelo de vida ni una tendencia en el desarrollo y en el pensamiento de la gente es muy triste.