El Protocolo de Kioto contra los pueblos originarios
Un considerable número de críticos señalan que los mecanismos del Protocolo de Kyoto, permiten a los contaminadores corporativos evadir sus obligaciones de reducir sus emisiones mediante la compra y venta de activos de carbono
Contrariamente a la creencia popular, el Protocolo de Kyoto no compromete a los países industrializados a recortes sustanciales en sus emisiones de carbono, sino que deben reducirlas solamente en un 5.2% debajo de los niveles emitidos en 1990 a más tardar en 2012.
Esta es una meta insignificante en comparación con lo que los expertos del clima dicen que se necesita para evitar una catástrofe planetaria.
La ONU distribuyó derechos a contaminar a 38 naciones industrializadas, cuyos gobiernos están silenciosamente repartiendo estos derechos de manera gratuita a los mayores contaminadores corporativos, en sectores como generación de electricidad, petróleo, acero, cemento, química, pulpa y papel.
Estos derechos de contaminación son comerciables, teniendo en cuenta que bajo el Mecanismo de Desarrollo Limpio, una corporación puede comprar un sumidero de carbono para compensar sus propias emisiones. Por sumidero de carbono nos referimos a cualquier cosa que mantenga gases invernadero fuera de la atmósfera, al prevenir su escape o al secuestrarlos.
Los bosques y plantaciones de árboles son los sumideros preferidos, ya que los árboles remueven carbono de la atmósfera y lo secuestran en su madera.
Por lo tanto, la inclusión de los bosques en el mercado de carbono conocido como REDD (Reduciendo Emisiones de Deforestación y Degradación) ha causado protestas y rabia en muchas partes del mundo. Unos 60 millones de pueblos indígenas dependen de los bosques para su supervivencia y se consideran los más amenazados por REDD, ya que las empresas podrían expropiar los bosques e impedirles el acceso a los mismos.
Por lo tanto, los líderes indígenas son los críticos más destacados. Así, el Foro Internacional de los Pueblos Indígenas sobre Cambio Climático declaró que "REDD robará nuestras tierras, los Estados y comerciantes de carbono tomarán control de nuestros bosques".
El documento también reconoce que REDD podría causar graves violaciones de los derechos humanos y ser un desastre para los pobres porque podría "marginar a los sin tierra y a aquellos con derechos colectivos de uso de la tierra."
Eso es casi el equivalente a que la ONU reconozca que REDD podría socavar los derechos de Pueblos Indígenas y comunidades locales para el uso y propiedad de sus tierras.