El MST de Brasil, un largo período de acumulación de fuerzas
Entrevista de Claudia Korol al vocero de los Sin Tierra. Joao Stedile, vocero del Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil, analiza la situación sociopolítica de su país, al gobierno de Lula y las tareas, expectativas y desafíos que se abren a partir de ahora para los movimientos sociales
Boletín quincenal Nº37 - Por Claudia Korol, para Prensa De Frente.
-¿Cómo analizás, en este momento, cuál es el carácter del gobierno de Lula?
-El gobierno de Lula fue electo para hacer cambios. El pueblo lo votó como una forma de protestar contra el neoliberalismo. Sin embargo, resultó un gobierno de compromisos con sectores neoliberales brasileños. Un gobierno de composición. Y por eso se ha caracterizado, a lo largo de los 3 años y medio, por ser un gobierno de disputa en primer lugar. Después, de tensiones. Y ahora, como un gobierno que asumió la política económica neoliberal. Porque Lula ha defendido públicamente varias veces que esta política económica es la suya y que no va a cambiar.
Entonces, nosotros esperamos que en el proceso de este año haya manifestaciones de la gente, de las organizaciones, de los movimientos, para que se produzca un proceso de presión por cambios en la política económica. Porque con esta política no es posible avanzar en ninguna conquista social.
-En este contexto, ¿Qué significa la decisión del gobierno brasileño del pago de la deuda al FMI?
-Primero, es una tontería, incluso desde el punto de vista de la contabilidad nacional. Porque era una deuda que vencería recién en 24 meses. Entonces, el gobierno podría utilizar esos recursos para hacer inversiones en el país, para aplicar en educación, o en cualquier cosa. En Brasil fue mucha plata, fueron casi 15.000 millones de dólares de pago al FMI. Segundo, que el gobierno quiso hacer eso como un hecho de propaganda, como que su política económica estaba consolidada. Pero fue una tontería, porque al mismo tiempo, a la otra semana, el gobierno necesitó dólares, y tuvo que lanzar bonos del tesoro nacional, pagando una tasa de interés del 17 % anual, mientras que en la deuda con el FMI estaba pagando sólo el 5 % anual. Entonces, es una tontería, porque pagas una deuda que tenía incluso una tasa de interés menor. Es por eso que los movimientos nos hemos manifestado en contra de esta decisión. Hubiera sido más importante usar esos 30.000 millones de reales para tratar de saldar la deuda social que viene acumulándose a lo largo de las dictaduras, y con estos 15 años de neoliberalismo en Brasil.
-El triunfo de Lula, en su momento, tuvo que ver con una acumulación de muchos años del movimiento popular, y en particular de las organizaciones sociales. ¿Qué balance hacen, a esta altura, de los logros y de las dificultades, desde el punto de vista de los intereses de estos movimientos?
-La victoria de Lula, y luego su gobierno, representó el cierre de un ciclo histórico. De una izquierda que luchó por la redemocratización, derribó a la dictadura militar, pero a la vez siguió 20 años con una única estrategia: sólo acumular en el plano electoral institucional. Lula encierra esa estrategia. Ahora la gente entró en crisis, precisamente porque la izquierda no logró acumular fuerza en los otros campos: de la organización social, del proyecto, de la ideología, de influencia ideológica en la sociedad. Entonces, la izquierda en Brasil está como confusa. Pero, por suerte, el gobierno de Lula tampoco representó un proyecto alternativo para las clases dominantes.
Entonces, sigue también teniendo contradicciones con la clase dominante. Eso nos hace reflexionar en que de aquí en adelante es necesario poner nuestras energías para recomenzar un nuevo período histórico de acumulación de fuerzas, que no tenga en las elecciones su prioridad estratégica. Que trate, en cambio, de acumular fuerzas en el partido, en los movimientos sociales, en la lucha social. Que trate de barrer el neoliberalismo con la lucha de masas, de formar cuadros para un largo período de acumulación, pero que buscará cambios estructurales en nuestro país.
-¿Cuáles son, a su entender, las dificultades principales con que se encuentra la izquierda y los movimientos populares brasileños, para esta nueva etapa de acumulación de fuerzas, y cuáles son sus potencialidades?
-Las dificultades principales son que nosotros todavía estamos en un período de reflujo del movimiento de masas. Estamos con dificultades, porque la izquierda no tiene unidad entre sí, alrededor de un nuevo proyecto. O sea, hay que construir esta unidad que resultaría de un gran debate. Y tenemos dificultades, porque como en estos últimos 15 años la estrategia fue electoral institucional, la mayoría de los militantes y cuadros se fueron para eso, y ahí fueron absorbidos para la máquina administrativa, o fueron cooptados ideológicamente por la ilusión de estar en el gobierno y de poder hacer algo.
Pero nosotros, en el movimiento social, estamos optimistas. Porque ya estamos, en nuestra opinión, llegando al final de ese período histórico del reflujo del movimiento de masas. Porque en rigor, la continuidad del modelo neoliberal, que Lula no tuvo fuerza ni proyecto para contraponerse, no solamente no resolvió los problemas del pueblo –de trabajo, sueldo, tierra, vivienda, educación-, sino que los problemas sociales se agravaron. Eso lleva a una contradicción positiva. Hay una tensión permanente en el medio del pueblo, de querer cambios. Y a la vez, todas las encuestas demuestran que el pueblo no cree más en esta forma de políticos, no cree en los políticos brasileños. Entonces, nosotros creemos que es posible en los próximos años, generar un nuevo movimiento de masas que tenga otra agenda, que enfrente al neoliberalismo, y que logre acumular para un proyecto histórico de liberación. Por ese camino es que vamos andando. La crisis es grave, pero ya sabemos cuál es la salida. Sólo que tenemos que tener un poquito de paciencia histórica porque ingresaremos a un largo período de acumulación de fuerzas, y es en eso en lo que estamos trabajando.