El G-20 presentó su contraoferta de reducción de subsidios agrícolas
El Grupo de los Veinte países de desarrollo intermedio salió al cruce de la propuesta de Estados Unidos y la Unión Europea. La batalla es por millonarios subsidios a productores agropecuarios
Después de que Estados Unidos y Europa intentaran seducir a los países en desarrollo con una propuesta de apertura de sus mercados, en realidad, casi vacía de contenido, el denominado G-20 presentó ayer una contraoferta. La iniciativa, hecha pública por funcionarios de Argentina, Brasil y la India, postula que Estados Unidos debe reducir casi a la mitad los subsidios con los que apoya la producción de productos primarios que, aún así, quedarían en 12 mil millones de dólares por año. Europa, por su parte, tendría que aplicar un corte en los aranceles a la importación de los bienes agrícolas, que oscilaría entre el 45 y el 75 por ciento. Otro capítulo de una negociación clave para la suerte de las exportaciones locales. En el caso de resolverse bien, vendrá la contrapartida: relajar las fronteras para el ingresos de productos industriales.
“Es la más importante discusión en la que está involucrada la Argentina en el ámbito internacional”, explicó desde Suiza a este diario Alfredo Chiaradía, líder de los negociadores locales. Si la denominada Ronda de Doha puede cerrarse felizmente en la cumbre prevista para mediados de diciembre en Hong Kong, habría un derrumbe generalizado de todos los aranceles del mundo y, según la perspectiva del gobierno argentino, eso acarreará indefectiblemente “más prosperidad para todos”. Pero aún queda mucho camino por recorrer para lograr aquel cometido.
En las reuniones preparatorias realizadas en Suiza, el tema excluyente fue el de la comercialización de los productos agrícolas, aquellos que fundan el proteccionismo más exacerbado de los países ricos y en los que son más competitivas las naciones subdesarrolladas, nucleadas en el G-20. En el caso de los Estados Unidos, el gran escollo son los subsidios a la producción, mientras que el freno europeo lo constituyen los aranceles a la importación de bienes primarios.
Días atrás, Washington descolló con la propuesta de recortar un 60 por ciento el monto con que subsidia a los productores agropecuarios. Ese valor “consolidado” ante la Organización Mundial de Comercio alcanza a los 47.600 millones de dólares pero, en realidad, para aquel apoyo emplea efectivamente unos 21 mil millones. Si se tiene en cuenta este dato, aquella reducción propuesta es igual a nada.
Algo parecido ocurrió con las rebajas arancelarias que puso sobre la mesa de negociación la Unión Europea en un primer momento de sólo el 24 por ciento, según recuerda Chiaradía, menos que la rebaja arancelaria del 36 admitida por los países desarrollados en la Ronda Uruguay. “Ni para empezar a hablar”, consideró el funcionario local, para quien, aunque magra, la iniciativa estadounidense “sirvió para movilizar la negociación” en curso. Tanto que Europa también propuso una merma en sus ayudas internas del 70 por ciento, aunque siempre sobre la misma base teórica de lo consolidado, que es superior a lo que realmente otorga.
El G-20, también integrado por México, China y Paquistán, entre otros, dio a conocer ayer la propuesta que hoy presentará formalmente en la OMC para que la administración Bush recorte un 75 por ciento el monto total de subvención consolidada, lo que la llevaría a 12 mil millones. Así, los precios de esos productos resultarían menos competitivos, por ejemplo, frente a los granos, carnes, frutas y oleaginosas argentinas que pugnan por conquistar ese mercado.
Para los europeos, el convite consiste en una reducción progresiva sobre los aranceles a la importación. Ese recorte debería ser del 45 por ciento, cuando aquel impuesto llega al 20 por ciento, y sube al 75 por ciento, cuando el gravamen supera ese mismo valor. Vale la pena recordar que casi no existe techo y hay casos en los que esos aranceles se remontan hasta el 400 por ciento. Si se sale de Europa, puede incluso llegar al 1000.
La Unión Europea, de cualquier modo, estará habilitada para aplicar rebajas menores a una serie de productos “sensibles”, rubros que, entre otros, integran lácteos, carnes y granos, justamente aquellos en los que Argentina tiene más para ofrecer. Más alentador es el principio de acuerdo acerca de que los subsidios a la exportación –la tercera pata del proteccionismo– serán definitivamente eliminados en cinco años.
A cambio de todo ese pretendido desmantelamiento a la protección, los subdesarrollados tienen que rebajar sus aranceles a la importación de bienes industriales (mucho que le pese a la Unión Industrial Argentina), amparando, eso sí, a los rubros “sensibles”.