Ecuador: derrame de petróleo en Los Andes cuestiona a transnacionales
El desastre ecológico producido por el derrame de 8.000 barriles de petróleo en la laguna de Papallacta, donde se capta una parte significativa del agua potable que consumen los habitantes de Quito, situada a 50 km, expone los enormes riesgos de la construcción y próxima operación del Oleoducto de Crudos Pesados, OCP, impuesta por los intereses de las corporaciones transnacionales de petróleo
Quito, Ecuador - Marcelo Larrea*, para Adital - Si bien hoy fue la ruptura del oleoducto transecuatoriano (SOTE), los técnicos de Petroecuador han denunciado que la causa es el paso reciente de maquinaria pesada del OCP, que ha venido operando en esta zona donde se cruzan las dos tuberías.
El OCP es el proyecto de infraestructura más importante por la magnitud de su costo, que se ejecuta en el sector petrolero ecuatoriano desde el 2000, en línea con la estrategia de las compañías extranjeras que operan en el sector y que buscan elevar la producción de crudo pesado de los campos donde operan en condiciones especialmente favorables.
En la sostenida campaña de protección ambiental desarrollada por Acción Ecológica, en oposición a la construcción del OCP, se denunció desde hace 2 años la amenaza de un derrame en Papallacta y la subsecuente afectación de la provisión de agua para los 2 millones de habitantes de Quito, entre otros efectos dañinos, como la contaminación de los ríos que bajan desde los ricos páramos de la formación montañosa del Antisana que conforma la denominada reserva ecológica Cayambe-Coca, al Amazonas, la cuenca hidrográfica más importante del planeta y reserva de la mayor biodiversidad de la Tierra.
Por lo pronto los quiteños no están todavía tomando agua con petróleo, por las medidas cautelares asumidas, una vez que la Empresa Municipal de Agua Potable supo de la desgracia, pero la principal fuente en calidad y cantidad del líquido vital está en zona de alerta roja.
Y los efectos son diversos. La población tiene que convivir por lo menos durante un año con el desastre. La laguna sufre la expansión de la aceitosa mancha negra eliminando la vida de sus especies. Los ríos inundados de horror, donde sus peces no pudieron vencer al crudo. La vegetación asfixiada por sus gases. Incluyen además, la pérdida de la Comuna Jamaco de una producción mensual de 60 toneladas de trucha, pues murieron 16.000 alevines y las piscinas para su cultivo fueron invadidas por una viscosa capa de aceite de piedra, con sabor a muerte. Las termas de aguas volcánicas que constituyen el eje de un programa turístico ha sufrido el descenso brusco del número de sus visitantes.
Precisamente cuando se debate la crisis de liquidez de Petroecuador, producida por un deliberado recorte presupuestario que asfixia su capacidad de inversión, con el propósito de abrir el camino a una invasión del capital extranjero en el sector, el suceso subraya los peligros de continuar los senderos de una estrategia petrolera colonial, que exporta el petróleo generando enormes ganancias, mientras a su paso deja a los yacimientos exprimidos, a la ecología arruinada, y a los seres humanos hundidos en el desamparo.
* Director del periódico "El Sucre".
ADITAL, Internet, 16-4-03