Ecuador: 12 años de agonía para el Cuyabeno
Los indígenas sionas se meten y escarban en las entrañas fangosas del Cuyabeno, en el noreste de Ecuador, sanando las heridas dejadas por el crudo en una reserva selvática que, según sus cálculos, tardará 12 años en recuperar el equilibrio roto por un sabotaje petrolero
Desde hace tres semanas, cuando un presunto ataque averió la tubería estatal, los nativos y obreros ambientalistas aíslan, recogen y limpian el crudo que cayó al río Cuyabeno, arteria del territorio indígena que lleva el mismo nombre, de 138.600 hectáreas de bosque hundido y bañada por 18 lagunas interconectadas.
Las cuadrillas desarrollan una labor tan paciente como temeraria. “Es como quitarle una espina a un león enfurecido”, compara entre risas uno de los ingenieros que dirigen la tarea de remediación ambiental.
El hombre se embarca en una canoa junto con cuatro indígenas en medio de un aguacero que oscurece el de ya por sí tenebroso paisaje de árboles gigantes enterrados en el agua, que únicamente deja ver ramas de las que descuelga el musgo.
Empujado por un motor, el grupo llega hasta un tramo de Aucacocha -uno de los tres lagos afectados-, donde permanece estacionada, casi inmóvil la mancha negra.
Recogiendo el crudo
Uno de los obreros camina por el borde de la embarcación y recoge el petróleo mediante una vara que termina en una especie de colador, mientras que a pocos metros de allí otra cuadrilla succiona con un aparatoso extractor otro depósito de crudo.
“Calculamos que en total unos 490 barriles cayeron a las aguas, afectando 12 Km. de río. Sin embargo, el 80% del petróleo ya fue recogido y podemos asegurar que el derrame ya fue controlado”, dijo a la AFP Alberto Nieto, jefe de protección ambiental de la estatal Petroecuador, al término de la inspección en las aguas del Cuyabeno.
Su parte de victoria se apoya en el trabajo infatigable de biólogos, ingenieros ambientales e indígenas, que a los pocos días de ocurrido el derrame evitaron que la emergencia afectara a los delfines rosados, nutrias, manatíes y patos, por cuya suerte se temió en un comienzo.
“Este ha sido un trabajo de hormiga que evitó una catástrofe ecológica de proporciones. Pudimos contener el petróleo con barreras flotantes y material absorbente, y lo que nos queda es el trabajo de remediación”, señaló a la AFP, Luis Cabrera, biólogo de Equavital, la empresa encargada por Petroecuador para ocuparse del desastre.
“Lo que pudimos constatar es que el petróleo afectó a un pato aguja, una decena de peces y a la vegetación de las riberas, manglar especialmente, aunque varias especies huyeron por la contaminación configurándose lo que se conoce como un alejamiento faunal”, agregó.
Especies en peligro
Esto último es precisamente lo que preocupa a los sionas, pues según sus cálculos los animales tardarán 12 años en regresar al sitio donde podían ser cazados hasta antes de que el petróleo los ahuyentara.
“Estamos hablando de los peces y aves con los que el pueblo siona se alimenta, y ni con la mejor maquinaria pueden obligarlos a regresar”, se lamenta William Criollo, dirigente de la comunidad.
Subido en la canoa, esquivando con los remos las retorcidas ramas, Criollo recordó que fueron los sabios indígenas los que advirtieron el extraño comportamiento de la selva luego del derrame petrolero.
Acusaciones a Petroecuador
“Petroecuador quiso ocultarnos el desastre. Durante cuatro días trabajó clandestinamente, pero nuestros sabios notaron que los peces no estaban en su lugar y nos pidieron que inspeccionáramos, solo así nos dimos cuenta de la mancha negra”, dijo.
Sin embargo, la estatal niega que haya ocultado información aduciendo que las horas siguientes al ‘sabotaje’ se ocupó en detener el avance del crudo derramado antes que avisar a las comunidades.