Corporaciones europeas buscan permisos para contaminar
Corporaciones que explotan áreas adyacentes a bosques tropicales en todo el mundo podrían conseguir nuevos permisos para contaminar, si se concretan los planes de uno de los grupos de presión más influyentes de Europa
Mientras la deforestación representa 20 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, el futuro de los programas que aspiran a preservar los ecosistemas tropicales será uno de los temas clave en la 16 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 16), que tendrá lugar del 29 de noviembre al 10 de diciembre en Cancún, México.
El principal de estos programas es el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), bajo el cual los países ricos pueden comprar "créditos" que les permitan reducir las emisiones de dióxido de carbono en sus territorios financiando proyectos ambientales en otros más pobres.
Desde 2005, cuando entró en vigor el MDL --previsto en el Protocolo de Kyoto--, muy pocos proyectos forestales fueron considerados aptos para ser financiados por el consejo que controla sus actividades.
Los proyectos forestales también fueron excluidos del programa de comercio de emisiones de la Unión Europea (UE), que permite que las empresas compren y vendan licencias de contaminación.
BusinessEurope, la mayor confederación de empresas privadas del sector, ahora intenta convencer a los políticos de considerar más favorablemente los créditos forestales.
Folker Franz, experto en políticas ambientales de BusinessEurope, dijo creer que un mayor uso de créditos forestales "será la manera de salvar el mundo".
Un enfoque de mercado puede tener beneficios ambientales, sostuvo. "Si vemos que la gente saca provecho económico de esto, entonces dejémosla que lo haga, siempre y cuando esto frene la deforestación en Indonesia y Brasil", declaró a IPS.
Pero los ambientalistas señalan que el concepto de usar proyectos forestales en América del Sur o Asia para "compensar" las emisiones en Europa o Estados Unidos tiene defectos fundamentales.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (conocido por sus siglas en inglés IPCC), que funciona en la órbita de la Organización de las Naciones Unidas, calculó que es necesario reducir entre 80 y 95 por ciento las emisiones derivadas de la quema de combustibles fósiles para 2050, si se quiere evitar un aumento catastrófico de la temperatura terrestre.
Por lo tanto, los activistas sostienen que los países más ricos tienen la responsabildiad de garantizar reducciones genuinas en el ámbito interno, en vez de simplemente invertir en proyectos "limpios" en el exterior.
"Incluir los créditos forestales en el programa de comercio de emisiones sería una muy mala idea", dijo Jutta Kill, de la organización de conservación de bosques Fern.
Y el principal motivo es que compensar las emisiones de carbono implica distraerse del objetivo más importante, que es combatir el cambio climático, opinó.
Aunque los árboles pueden absorber el dióxido de carbono y cumplen un rol útil a la hora de frenar su emisión a la atmósfera, un informe de Fern señala que sería totalmente erróneo basar la política contra el cambio climático en proyectos forestales.
El estudio, titulado "Trading Carbon" (Comerciando carbono), señala que los árboles no deberían considerarse sumideros de carbono permanentes. Si los árboles se queman, se enferman, sufren un deterioro natural o el impacto de variaciones meteorológicas, el carbono puede emitirse fácilmente al ambiente.
Además, la medición del carbono forestal no es una ciencia exacta. Investigaciones realizadas en Canadá concluyeron que las estimaciones sobre el equilibrio del carbono en los bosques norteamericanos pueden variar 1.000 por ciento si se toman en cuenta factores como el aumento de la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera.
Los ambientalistas también sostienen que hasta ahora la experiencia con los programas de comercio y "compensación" de emisiones no inspiran confianza en esos enfoques orientados al mercado.
Este mes, la organización ambientalista Sandbag publicó una nueva evaluación del programa de comercio de emisiones.
Titulado "Cap or Trap?" (¿Tope o trampa?), ese informe concluyó que, aunque los representantes de industrias intensivas en materia energética, como la del acero y el cemento, ejercieron mucha presión para debilitar las ambiciones del programa, se han beneficiado enormemente del mismo.
Las concesiones que la UE otorgó a estos sectores deberían permitirles cosechar ganancias de entre 1.800 millones de euros (2.350 millones de dólares) para el acero a 2.300 millones de euros (más de 3.000 millones de dólares) para el cemento en el periodo 2008-2012.
Aunque las emisiones de la industria del cemento en la UE cayeron menos de uno por ciento en relación a una crisis en la producción causada en los últimos años por la recesión, según Sandbag. La relativa reducción de las emisiones del sector del acero ha sido aún más baja.
Magda Stoczkiewicz, directora de Amigos de la Tierra - Europa, dijo que la experiencia con el comercio de carbono muestra que "muy a menudo los proyectos no reducen el dióxido de carbono, sino que en realidad simplemente se vuelven herramientas de comercio y mercadeo".
Las propuestas de BusinessEurope deberían ser tratadas con precaución, dado que la confederación ha intentado impedir que la UE se fije objetivos más ambiciosos para la reducción de sus emisiones contaminantes.
Aunque funcionarios del bloque vienen estudiando la posibilidad de reducir 30 por ciento las emisiones para el año 2020 --en vez del objetivo de 20 por ciento fijado previamente--, BusinessEurope se ha opuesto a tal medida.
"El principal objetivo de BusinessEurope es convertir a los proyectos en una máquina de dinero", dijo Stoczkiewicz.
"Lo que tememos es que los créditos forestales corran la misma suerte que otros proyectos que se crearon para hacer dinero, no reducciones de dióxido de carbono", agregó.