Cebollas sin lágrimas por Alejandro Nadal


Prensa

La Jornada, México, 24-1-01

Cebollas sin lágrimas

Alejandro Nadal

El Grupo Pulsar dice estar comprometido con la lucha para derrotar el hambre, erradicar la pobreza y detener el deterioro ambiental. Esos objetivos son tan loables que hasta el gobierno federal le ha pedido ayuda para diseñar la estrategia de desarrollo para el sureste.

Desgraciadamente, ni la estrategia de Pulsar ni la del gobierno servirán para liquidar la trinidad hambre-pobreza-deterioro ambiental en el sureste.

Al igual que otros conglomerados especializados en biotecnología, el Grupo Pulsar promueve el mito de que sus productos permitirán enfrentar la demanda de alimentos de una población creciente sin dañar el medio ambiente. La realidad es que la mayoría de los cultivos transgénicos producidos hasta ahora están diseñados para aumentar ganancias, no para erradicar el hambre o mejorar el medio ambiente.

Una de las empresas del Grupo Pulsar es Seminis, gigante especializada en semillas de frutas y hortalizas. Esta empresa es la más grande del mundo en su campo y acapara 40 por ciento del mercado de semillas de frutas y hortalizas en Estados Unidos.

Las operaciones de Seminis se basan en el desarrollo de cultivos transgénicos. Según la empresa, su tecnología de transgénicos permitirá que en el futuro cercano sus productos sean no sólo más abundantes, sino de mejor calidad. Habría tomates más jugosos, fresas más dulces, y lechugas que no se marchitan en el anaquel. Sólo falta que Seminis desarrolle un día cebollas que no provoquen lágrimas.

Es ingenuo preguntarse si estos productos pueden eliminar el hambre. Esa no es su misión. Lo que se busca con ellos es mejorar la rentabilidad, porque permiten expropiar al agricultor del control de sus semillas. Además, frecuentemente producen daños en el medio ambiente.

La mayor parte de los cultivos transgénicos disponibles comercialmente o en pruebas experimentales están relacionados con la resistencia a plaguicidas químicos. Estos cultivos transgénicos hacen posible un uso más intensivo de agroquímicos tóxicos que contaminan suelos y acuíferos, además de producir graves daños en la salud de los trabajadores agrícolas en países como México. Entre los productos de Seminis destaca una lechuga modificada genéticamente para hacerla más resistente al plaguicida Roundup, manufacturado y comercializado por el gigante Monsanto. Al igual que en la producción de maíz transgénico de Monsanto, los agricultores pueden aplicar mayores cantidades del plaguicida sin que su cosecha se vea afectada. El negocio es redondo, quizás de ahí el nombre del plaguicida. Por supuesto, los daños al medio ambiente se intensifican.

Otros cultivos transgénicos provienen de la inserción en plantas del gen de la bacteria bacillus thuringiensis que permite producir la toxina Bt que aleja a algunos insectos. Desgraciadamente, ya existen muchas especies de plagas resistentes a la toxina Bt y su número aumenta a medida que se difunde el uso de cultivos transgénicos capaces de producirla. Lo peor es que existe un insecticida natural a base de la toxina Bt que se encuentra disponible comercialmente y es usado por los productores dedicados a la agricultura orgánica. La efectividad de ese insecticida también desaparecerá.

Seminis proclama que sus productos también serán más variados y de mejor calidad. El mejor ejemplo hasta el momento es el de los productos transgénicos de larga vida en anaquel.

En éstos se inhibe la síntesis de la principal hormona que activa el proceso de maduración. Aparentemente se conserva fresco, pero en realidad la maduración no se ha detenido y el valor nutritivo disminuye. El consumidor se sentirá atraído porque las paredes de un jitomate se mantienen firmes y, en apariencia, el producto está todavía fresco. Así el consumidor cree que adquiere un tomate fresco, pero en realidad consumirá un producto cuyo síntoma más visible de la maduración se ha retrasado artificialmente.

Los productos y estrategias de empresas como Seminis intensifican la dependencia del agricultor al expropiarle el control de sus semillas y atarlo a su red de comercialización. El sistema de patentes es un instrumento poderoso para lograr este objetivo, pero no es el único. Las diversas modalidades de agricultura por contrato en las que el agricultor pierde control sobre su proceso productivo completan la estrategia.

Al asignarle un papel importante al Grupo Pulsar en la elaboración de la estrategia para el sur-sureste, el gobierno comete un grave error. Incluso puede haber un conflicto de intereses, dadas las fuertes inversiones y planes del Grupo Pulsar en esa región. Sobre todo, el gobierno debe saber que lo que es bueno para Pulsar no necesariamente es bueno para los estados del sur-sureste.

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