Brasil: piden ecologistas moratoria a pesca intensiva y árbol transgénico
Las organizaciones ecologistas exigieron en Curitiba, Brasil un acuerdo internacional que establezca una moratoria para la investigación y comercialización de árboles modificados genéticamente y para la pesca intensiva
En la octava Conferencia de las Partes del Convenio de Biodiversidad Biológica de la ONU, cuya fase ministerial comenzó ayer, lunes, las organizaciones Justicia Global-Proyecto Ecológico y Greenpeace advirtieron sobre la "amenaza" que para la vida silvestre y la conservación de la biodiversidad suponen ese tipo de árboles y la pesca intensiva.
En un encuentro con la prensa, la codirectora de Justicia Global, Anne Petermann, aseguró que la proliferación de árboles transgénicos conducirá "inevitablemente" a la alteración de los bosques primarios y autóctonos.
Petermann advirtió que varios organismos internacionales han subrayado la necesidad de analizar científicamente el impacto ambiental de este tipo de árboles, pero auguró que esos estudios "avanzarán más despacio que la tecnología".
Apeló por ello a los países que han ratificado el Convenio de Diversidad Biológica para que apliquen el "principio de precaución" previsto en el acuerdo internacional, para evitar la proliferación de esta tecnología mientras no se hayan evaluado los riesgos.
La directora de Justicia Global explicó que ese principio se aplica, de acuerdo con el propio Convenio, cuando no existe constancia de que una tecnología es segura y cuando ésta no es una necesidad urgente.
Según la información facilitada por Petermann, este tipo de árboles sólo se han plantado en bosques de China, con la intención de frenar el avance del Desierto del Gobi, aunque la tecnología está siendo investigada y desarrollada también por empresas en Brasil, Sudáfrica, India, Estados Unidos y Chile.
Esa tecnología se está centrando, según esta fuente, especies, como el pino, el eucalipto y el álamo, y pretende crear ejemplares resistentes a herbicidas, al frío o a determinados insectos.
Los grupos ecologistas mantienen que los pájaros, los insectos o el viento pueden transportar polen y semillas de esos árboles a millones de kilómetros, y que ello puede causar daños irreversibles en bosques primarios y en la salud humana.
Por su parte, la asesora política de Greenpeace Karen Sack urgió a las partes del Convenio a promover una moratoria para frenar la pesca intensiva, y a impulsar una red de áreas marinas protegidas que, según la organización internacional, debería cubrir el 40 por ciento de los mares y océanos.
Sack mantuvo que durante los últimos quince años especies como el atún, han sido pescadas hasta "casi agotarse", ha decrecido la población de tiburones y tres cuartas partes de las pesquerías han sido "sobre-explotadas" hasta impedir la regeneración natural de las mismas.
La responsable de Greenpeace observó que millones de personas dependen en el mundo del pescado como alimento principal de su dieta, y denunció que los grandes "barcos-factoría" han "esquilmado" los mares del norte y se desplazan progresivamente hacia el sur para pescar en países en vías de desarrollo "que no tienen capacidad para defenderse".
Según Sack, durante los últimos 10 días se han detectado 67 barcos pescando "ilegalmente" frente a las costas africanas.
Auguró una "crisis de biodiversidad" si no se detiene la pesca intensiva, y advirtió que, al ritmo actual, los recursos pesqueros de todo el mundo se habrán agotado en 16 años.
Como su colega de Justicia Global, urgió a la comunidad internacional a involucrarse en una negociación sobre este asunto, pero observó que esa negociación "llevará mucho tiempo, y los mares no lo tienen", por lo que abogó por la moratoria hasta fijar un nuevo marco que regule el acceso a los recursos pesqueros.