Biología. Las semillas Terminator
Silvia Ribeiro nos habla sobre cómo las corporaciones intentan controlar la vida
A finales de los años 90s, el gobierno de Estados Unidos desarrolló, junto a la compañía Delta & Pine Land, la tecnología transgénica “Terminator” para producir semillas estériles en la segunda generación. Las semillas “suicidas” tienen sentido solo para las empresas: el objetivo es impedir que los agricultores reproduzcan su semilla, obligándolos a comprar semillas nuevas para cada nueva siembra. Desde el comienzo esto desató una fuerte reacción mundial. En 2000, el Convenio de Diversidad Biológica de Naciones Unidas llamó a los gobiernos a impedir la experimentación y comercialización de esta tecnología, estableciendo una moratoria a escala global.
Pero las trasnacionales están en una lucha a muerte para romper la moratoria y lavar la imagen de esta tecnología.
En la última década, 10 empresas han pasado a controlar 49% del comercio mundial de semillas.
A inicios de 2006 mediante maniobras de los gobiernos de Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Estados Unidos, las empresas lograron que tecnologías como la de Terminator puedan ser aprobadas “caso por caso”. Luego de años de anunciar que Terminator protege sus patentes y monopolios, ahora las empresas inventaron que es para la “bioseguridad”, porque, aunque las semillas se crucen, no contaminarían. Esto es una falacia, ya que si no se le aplica un detonante químico, las plantas podrían cruzarse por varias generaciones, hasta que una fumigación las active y devaste los campos. No existen “casos” en que Terminator no sea una tecnología asesina. El único camino es fortalecer la moratoria, convirtiéndola en una prohibición de esa tecnología a escala global y nacional.