Argentina: explotación minera y social a cielo abierto
Un trabajo realizado por activistas y académicos desnuda los mitos de la extracción de minerales. Los autores advierten sobre su impacto ambiental y socioecónomico
Cuando yo descubrí las Indias, dije que eran el mayor señorío rico que hay en el mundo: oro, perlas, piedras preciosas, especierías”, escribió Colón a los reyes de España desde Jamaica en 1503. A pesar del saqueo continuo de más de medio milenio, Argentina sigue siendo la sexta reserva minera del mundo. Desde las reformas a la Ley Minera de 1994, cuando se les asignó a las provincias autonomía para manejar los recursos naturales, se han otorgado más de 100 concesiones a las multinacionales mineras.15 mitos y realidades de la minería transnacional en la Argentina, guía para desmontar el imaginario prominero, (Colectivo de Voces de Alerta), desnuda los impactos ambientales, sociales y culturales escondidos tras la defensa de la minería a cielo abierto.
“Este libro está pensado como una caja de herramientas y, a la vez, como un instrumento de lucha política. Desde Voces de Alerta cuestionamos radicalmente la actual colonización que los grandes poderes económicos producen en las universidades, sistemas científicos y en la educación pública en general”, dicen los autores, entre los que se cuentan Maristella Svampa, Norma Giarraca, Horacio Machado, Enrique Viale, Marcelo Giraud y el periodista Darío Aranda.
“Los que se oponen a la minería son fundamentalistas y no reconocen el hecho de que ésta acompaña la vida del hombre desde los tiempos más remotos de la historia y que, por ende, es necesaria para el desarrollo de la civilización, más aún, imprescindible en nuestra vida cotidiana”, es el primer mito del que se ocupa el libro. Los autores desarman esa lógica de pensamiento evolutivo para explicar que en realidad la minería no es una actividad “pretendidamente universal y ‘atada’ a la evolución del hombre” sino una acción que responde a una forma de concebir al mundo y a las relaciones sociales: “Las formas de valoración y los usos dados a los distintos minerales, las formas de extraerlos, procesarlos, trabajarlos, dependen de los diferentes entornos culturales en los que se realizan (no es lo mismo el significado del oro para la cultura inca, que el que tiene para nuestras sociedades contemporáneas)”. El discurso oficial y el de los medios promineros intentan hacer pasar a la resistencia como fundamentalista ocultando que las organizaciones sociales que se oponen a la minería no lo hacen a cualquier tipo de extracción minera sino a la de “cielo abierto”.
Empleada en la Argentina desde los 90, la minería a tajo abierto implica que un solo emprendimiento abarca hasta mil hectáreas sólo para el área de mina que luego de la explosión será completamente destruida generando desechos contaminantes para la tierra y el agua de la zona. El Bajo de la Alumbrera (ubicado en Catamarca), es el noveno yacimiento de cobre y oro del mundo: produce 600 mil onzas de oro por año. Para poder extraer los minerales atesorados en el corazón de las montañas, la Minera Alumbrera YMAD-UTE (sociedad conformada por el Estado argentino y empresas privadas) explota a cielo abierto 300 toneladas de piedra por día. Desde la instalación de la minera, familias enteras fueron forzadas a abandonar el ancestral trabajo de la tierra. De dos mil agricultores, quedaron 700; el resto fue obligado a abandonar sus tierras y sobrevive en las ciudades con planes asistenciales del Gobierno. El 62% de los catamarqueños es pobre: uno de cada dos niños tiene hambre. Mientras que la minera utiliza por día la misma cantidad de energía que necesita toda la ciudad de Catamarca, en los pueblos cercanos a la mina no hay electricidad ni sala de primeros auxilios.
Nada más alejado de la realidad que el segundo mito del libro: “La minería es un ‘motor de desarrollo’ que impulsa la economía nacional”: citado por los autores, según la Organización Mundial del Comercio, entre 2000 y 2009, los combustibles y productos de la minería exportados pasaron del 14,1% al 18,7% al tiempo que las manufacturas cayeron del 48,8% al 35,7%. Según los autores, estas cifras demuestran la progresiva reprimarización exportadora del aparato productivo regional.
Otra de las fábulas que se caen por su propio peso es la de que la minería genera empleo y crecimiento económico local: “En 1993, Minera Alumbrera, según publicidad del Gobierno, auspiciaba la creación de 10 mil puestos de trabajo. Sin embargo, según un estudio de la Universidad Nacional de San Martín, el empleo directo fue de 831; 795 y 894 puestos de trabajo para los años 2000, 2001 y 2002 respectivamente”. Pero quizás el mito que genere más escozor sea el de que “la minería puede ser limpia, no contamina el ambiente, y se puede hacer sin riesgos ambientales. Hay una solución técnica para cada problema ambiental”. Para extraer el metal de las rocas se usa cianuro y ácido sulfúrico. “Los residuos de esta operación son almacenados en depósitos que terminan contaminando los cursos de agua o las aguas subterráneas. También, suelen contaminarse el aire y los suelos, los sistemas productivos y la salud humana (cánceres, enfermedades respiratorias y en la piel)”, explica el Colectivo y agrega que esta actividad contribuye con el 20% al cambio climático global.
“El trabajo está dedicado a quienes son sus principales destinatarios y los grandes protagonistas de esta lucha: las asambleas ciudadanas que, en nuestra extensa geografía, en una clara situación de asimetría de fuerzas, abogan por la defensa del agua, por la vida y por el futuro de las próximas generaciones”, concluyen los autores de Voces de Alerta. “Un pueblo que no se vende no puede ser comprado”, dirán los vecinos de Famatina quienes con su lucha frenaron el ingreso de la Barrick Gold a La Rioja.