Argentina, Santa Fe: agricultura en la ciudad
Promoción social: huertas urbanas como estrategia de desarrollo. El Programa de Agricultura Urbana (PAU), de Rosario, nació como un medio para mitigar la crisis de 2001 y terminó siendo una alternativa de trabajo para 7000 familias
"La agricultura urbana ha sido incorporada como una prioridad fundamental dentro de las políticas públicas", dijo Pedro Pavicich, secretario de Promoción Social de la Municipalidad de Rosario, repartición que supervisa el Programa de Agricultura Urbana (PAU).
El PAU surgió después de la crisis económica de 2001, como una respuesta productiva para aliviar el impacto de ésta en las familias pobres de Rosario. Su primer objetivo fue establecer sistemas de producción de rápidos resultados (hortalizas orgánicas) y mantener la seguridad alimentaria en una población que está por debajo de la línea de pobreza. Una vez superada la etapa de autoabastecimiento y el consecuente cambio de escala en la producción de las 7000 familias beneficiadas, el programa se permitió avanzar en estrategias de comercialización. Y para ello, se instalaron 6 ferias en el centro de Rosario, donde actualmente cada huertero vende su producto directamente al público.
El PAU nació a partir de un convenio establecido entre el Centro de Estudios de Producciones Agroecológicas (Cepar), el Pro Huerta del INTA y la Secretaría de Promoción Social, y plantea a la agricultura urbana como una nueva experiencia de desarrollo, en el cual actores como la Municipalidad, organismos no gubernamentales, universidades y sociedad civil, entre otros, trabajan en un espacio participativo de gestión y planificación.
"El mayor logro es de la gente que tomó el espacio que brinda el PAU, lo alimenta y recrea permanentemente", señaló Antonio Lattuca, del Cepar.
Los primeros antecedentes del PAU vienen de los ?80, cuando el Cepar y la Cooperativa Saladillo Sur instalan la primera huerta con 30 familias en la Villa Mangrullo. Luego, en los ?90, se comenzó a trabajar desde la Municipalidad, y desde allí, junto al Pro Huerta, se fomentó la creación de huertas familiares, escolares y comunitarias. "Pero en 2001 tuvimos que dar una respuesta efectiva a los problemas de la gente", explicó Pavicich. Para ello, "se planteó la creación de nuevos barrios productivos, incorporando la agricultura urbana dentro de espacios previstos".
En 2002, con la sanción de la ordenanza 4613, se regularizó la tenencia segura para la producción en terrenos de particulares, que eximen a estos de la tasa de impuestos. Actualmente la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario realiza un relevamiento de suelo vacante mediante Sistemas de Información Geográfica (GIS) para la creación de nuevos parques-huertas de mayor superficie.
La gente, protagonista
En el sudoeste rosarino, el Hogar Español cedió en comodato por 2 años un terreno de 2 hectáreas al programa. El mismo está dividido en 24 parcelas con distinto grado de desarrollo. Cada familia tiene su propia organización y no tiene un horario fijo.
Gladys (33), de Villa La Cariñosa, desocupada de gastronomía, alterna la crianza de sus 3 hijos con el trabajo en 2 canteros de 1,20 por 5 metros. "Durante una crisis la tierra se convierte en una aliada, porque el gasto es mínimo, sólo es físico", dijo Gladys. Lo que primero fue para consumo personal, ahora "le permite ganar 50 pesos en dos días de feria, con la venta de rúcula y lechuga fresca".
En la misma huerta, otro productor, Braulio (52), carpintero desocupado con 8 hijos, trabaja en unos 500 metros cuadrados, que ya le quedan chicos. Trabaja 8 horas por día y su esposa vende en la Feria. "No es mucha la ganancia, pero sirve para mantenerse", declaró Braulio. Su venta asciende a 60 pesos por semana ya que el resto lo utiliza para consumo familiar y que complementa a los 150 pesos que recibe de un Plan Jefes y Jefas. "Me divierto con la verdura, estoy tranquilo, pero cuando veo más gente, más ganas tengo de trabajar", concluyó.
Esta huerta ganó un premio a "Microemprendimientos" del Banco Río. "Con los 17.360 pesos compramos una roturadora, un motocultivador y una motoguadaña", dijo orgullosa Gladys. "Así podremos preparar un cantero en 2 días, lo que antes nos llevaba más de una semana a pala", agregó.
Más del 80 por ciento de los que trabajan en las huertas son mujeres. Este rol protagónico permite vincular a esta iniciativa otros problemas como salud, género, niñez, además de la capacitación para el trabajo agrícola, ya que las mujeres, en su mayoría, provienen de las zonas periurbanas de Rosario, con asentamientos irregulares habitados por familias desocupadas (ex fabriles) de la región y de inmigrantes de las provincias del norte del país.
Otra es la situación en el Barrio Godoy Oeste, donde en un lote de 2500 metros cuadrados de la Municipalidad, 4 familias tratan de hacer una huerta orgánica. Con 3 años de antigüedad, avanzan poco a poco en la preparación del terreno.
"Apenas puedo clavar una pala, es una tierra muy dura, de baja fertilidad", se quejó Isabel (54). Pero declara: "Aunque se me presenten muchos obstáculos, la huerta no la voy a dejar, es una ayuda económica y espiritual". A su vez, reclama que se retire la basura depositada al costado del terreno, "porque la quemazón nos contamina, y si no se arregla, esto va a dejar de ser orgánico".
El manejo ecológico de la huerta incluye la preparación de purín de ortiga para activar la materia orgánica, redes recicladas antipájaros y un especial cuidado al sector medicinales como: salvia, ajenjo, cederrón, menta y manzanilla.
Mientras, Feliciano (58) camina 40 cuadras por día para cuidar su ordenado cantero, Gladys dice estar "cansada de promesas políticas", y afirmó que su esperanza está en la huerta y "que esto se le transforme en un trabajo genuino con continuidad".
Los resultados
En mayo de 2003 se inauguraron las Agroindustrias Urbanas Sociales (AUS) donde se corta, lava y fraccionan las verduras, dándole valor agregado a la producción primaria de las huertas urbanas. El resto se comercializa fresco en las ferias de la ciudad, ubicadas en Plaza San Martín, Don Bosco, López, Alberdi, entre otras, en distintos días de la semana. Estas han sido ideadas por el Programa de Gestión Urbana de las Naciones Unidas y fueron legalizadas por la ordenanza 7358/02, que permite la utilización del espacio público para su instalación.
"Logramos que, además de producir alimentos sanos de alto valor biológico, se generen nuevas actividades, según las necesidades de los beneficiarios", aseveró Lattuca.
Como modelo de desarrollo, el PAU es una alianza entre el gobierno local que aporta recursos financieros, logísticos, e infraestructura, y organizaciones como Cepar y Prohuerta, que aportan recursos técnicos especializados. "También se incentivó la creación de una Red de Huerteros, que sirva de interlocutora en el diálogo con el Estado desde la propia comunidad", expresó Pavicich.
Uno de los desafíos del PAU es promover la sostenibilidad de la iniciativa, a partir de la institucionalización de la agricultura urbana como política pública. A largo plazo, el secretario de Promoción Social aseguró que los hechos de que "el proyecto esté siendo legitimizado por sus resultados", y que se trabaje en el ordenamiento formal, permitirán que, dentro de lo posible, "el PAU transite las diferentes administraciones, como una política permanente en el tiempo".
Datos clave
Unas 7000 familias, divididas en 600 grupos de trabajo, se benefician de los alcances del Programa de Agricultura Urbana de Rosario.
Una parte de la producción va para autoconsumo; una fracción se vende en las ferias de la plaza San Martín, Don Bosco, López y Alberdi, en distintos días de la semana; y el resto se corta, lava y fracciona en las Agroindustrias Urbanas Sociales (AUS), inauguradas en mayo de 2003.
Para la ONU, es la opción del futuro
Planes como el PAU combaten la escasez
ROSARIO.- De acuerdo con las Naciones Unidas, para 2030 el número de habitantes urbanos ascenderá a 5000 millones de personas. De acuerdo con la organización, para luchar contra la escasez de recursos que producirá esta urbanización, se está imponiendo la agricultura urbana, que incluye el cultivo de plantas medicinales, hierbas aromáticas y árboles frutales para uso doméstico o venta.
En este contexto, el profesor de arquitectura Vikram Bhatt, de la Universidad de Mc Gill, dirige un proyecto llamado Making the Edible Landscape (Hacer el paisaje comestible), para promover la agricultura en las ciudades, no sólo con fines estéticos, sino también de subsistencia.
"En las ciudades del futuro, iniciativas como ésta pueden hacer la diferencia en la calidad de vida de la gente. Los arquitectos primero piensan en casas, estacionamientos y centros comerciales antes que en el diseño estratégico de las ciudades, pero deberían considerar los beneficios de las huertas urbanas", dijo Bhatt. "La gente puede encontrar mucha satisfacción en el uso de la tierra abandonada a los costados de los caminos", agregó.
La aplicación de Making the Edible Landscape se hace, por ejemplo, en las ciudades de Colombo, en SriLanka y Kampala, en Uganda. "Colaborando los investigadores locales, arquitectos y líderes de la comunidad, el grupo podrá estudiar el potencial de la agricultura urbana", dijo Bhatt. El grupo presentará los resultados del programa en 2006.
El reconocimiento mundial de los logros del PAU no se hizo esperar.
Recientemente el programa rosarino fue distinguido con el premio a las 10 Mejores Prácticas del Mundo para Mejorar las Condiciones de Vida, otorgado por el programa Hábitat de la ONU y la Municipalidad de Dubai (Emiratos Arabes), por tener un impacto en la mejora de la calidad de vida de las personas.