Argentina, Rosario: la soja invade la urbanidad

Idioma Español
País Argentina

El Taller Ecologista de Rosario dice que el “boom” de los sembradíos amenaza la salud de las poblaciones lindantes al medio rural en la provincia. Consecuencias: degradación de la biodiversidad y contaminación

Los habitantes del barrio Hostal del Sol cuestionan las fumigaciones de los campos del Aeropuerto de Fisherton. Una ONG respaldó a los vecinos del Hostal del Sol Oeste, afectados por una fumigación

El Taller Ecologista de Rosario advirtió que la situación registrada el miércoles pasado en el barrio Hostal de Sol Oeste, en donde los vecinos quedaron expuestos a las consecuencias nocivas de la dispersión de agroquímicos utilizados para fumigar campos de soja lindantes “lamentablemente no se da en forma aislada sino que es un problema que afecta a otras zonas urbanizadas del Gran Rosario”. El reclamo surgió cuando se fumigaron campos de soja que son propiedad del Aeropuerto de Fisherton, aledaños al núcleo habitacional. Algunos habitantes sufrieron náuseas y problemas respiratorios. Pero también denunciaron que pasa lo mismo cuando se fumigan las hectáreas sembradas, ubicadas hacia el norte del hostal, pertenecientes al grupo constructor Aldea.

Para la ingeniera agrónoma Cecilia Bianco, integrante del Taller Ecologista, “se trata de una consecuencia directa del avance agresivo del boom de la soja en la provincia, un fenómeno que no solo lleva al monocultivo, y a la consiguiente degradación de la biodiversidad en la región, sino que está afectando de manera directa la salud de poblaciones que conviven con el medio rural”.

“En algunos lugares, a pocos kilómetros del centro de Rosario, los cultivos de soja llegan hasta los patios de las casas. Nadie que circule por las rutas de acceso a la ciudad puede ignorarlo. Es imposible pensar que las fumigaciones se hacen sin poner en riesgo la salud”, agregó la especialista.

“Por otro lado, es cierto que gracias a la aplicación de ciertas investigaciones se ha ido bajando el nivel de agresividad de algunos agroquímicos y además, se supone que su utilización debe ajustarse a una serie de pautas de prevención y normas sanitarias básicas. Pero no menos cierto es que en la provincia de Santa Fe los controles no funcionan como deberían y no se sabe a ciencia cierta qué clase de inspecciones se realizan sobre los productos que se utilizan para fumigar y sobre el modo en que se realizan las fumigaciones”, amplió Bianco .

“Una de las sustancias tóxicas que se utiliza en la región para fumigar la soja es el glifosato. A esto hay que sumarle los compuestos orgánicos que se emplean para hacer más efectiva la actuación de este producto. Se trata de los denominados coadyuvantes y surfactantes que son más peligrosos y perjudiciales para la salud de las personas que el mismo glifosato. Y nadie en su sano juicio puede permitirse decir que no importa ningún riesgo para la salud pública fumigar con estos productos campos que se encuentran ubicados en el limite de áreas densamente pobladas”, advirtió la ecologista.

“La agresividad de estos agroquímicos está más que probada. Y en el caso puntual del barrio Hostal del Sol, su utilización parece tener una relación directa con los problemas que vienen denunciando los vecinos”, subrayaron por su parte, desde el Taller Ecologista de Rosario. Sobre este punto, para los representantes de la entidad “la falta de respuestas concretas por parte de los organismos público, tanto provinciales como municipales, ante los cuales los vecinos del barrio Hostal del Sol vienen formulando su reclamo, puso una vez más en evidencia el vacío legal que hoy existe en la provincia de Santa Fe en materia de políticas ambientales ligadas al desarrollo sustentable”. En esta dirección, el reclamo también estuvo dirigido a que “se instrumenten los mecanismos de control contemplados en la ley marco de medio ambiente de la provincia de Santa Fe, la 11.717, que incluye aspectos de participación ciudadana y un consejo asesor y consultivo integrado por entidades defensoras del medio ambiente”.

Diario El Ciudadano, Rosario, Argentina, 31-7-05

Comentarios