Argentina: Quinteros en retirada

Idioma Español
País Argentina

Escasez de mano de obra, rentabilidad ajustada, presión sojera, nulo valor agregado y falta de incentivos fiscales socavan la supervivencia de las huertas del departamento Rosario

Ema Martín cuenta que siempre le gustó vivir en el campo. Aclara que criar a sus hijos en ese entorno fue una opción de vida que eligió cuando se casó con su marido, el actual dueño de una huerta de diez hectáreas ubicada en el confín suroeste de Rosario, donde cultivan verduras de hoja: lechugas, acelga, repollo y alcauciles.

“(Alfredo) De Ángeli dice que en pocos años vamos a tener que importar carne y leche. Yo digo lo mismo, pero con la verdura”, replica esta, militante histórica de Mujeres en Lucha, mientras deambula por el camino que bordea los surcos de alcauciles. Más allá, su esposo está arriba del viejo Massey Ferguson sin cabina, terminando de sembrar en un lotecito arado y rastreado. Aquí no hay siembra directa ni Clarín Rural que valga.

Las respuestas para explicar porqué aquí las huertas van camino a la extinción son varias. Ema ensaya algunas: no se consigue gente que quiera trabajar, porque es una labor bastante dura y no bien remunerada como otros oficios; la expansión sojera presiona sobre todos los cultivos, hasta en las pequeñas fincas, y los precios que los intermediarios pagan por las verduras son cada vez más bajos. Por todo esto, esta mujer de 61 años concluye, acostumbrada: “No sabemos hasta cuándo vamos a poder seguir”.

El caso de Ema Martín y su marido se repite a lo largo de la región, donde hace una década florecían las quintas que proveían de hortalizas a Rosario. Ahora, más del 50 por ciento de las verduras vienen de otras zonas, cuyos fletes son cada vez más caros, algo que incide en el pizarrón de precios de las verdulerías.

Según el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos de la provincia de Santa Fe (Ipec), “el total de la superficie asignada para el cultivo de hortalizas y legumbres en el departamento Rosario durante el 2003 llegó a las 640 hectáreas, mientras que en 2007 se verificó que sólo se usaron 284. Menos de la mitad”. El Ipec señala que, entre 2003 y 2006, los cultivos de acelga disminuyeron de 103 a 55 hectáreas; la chaucha, de 21 a 3; el repollo, de 28 a 13; el zapallito, de 79 a 39; la batata, de 28 a 8; y el maíz para choclo, retrocedió de 211 a 56 hectáreas.

El documento destaca que “en el año 2003 el departamento Rosario tenía una superficie destinada a la agricultura que alcanzaba las 105 mil hectáreas, cultivadas por 1.781 productores. En 2007, la superficie explotada llegó a 107 mil hectáreas mientras que la cantidad de productores llegó a 1.809. La superficie destinada en este distrito a la producción de cereales, industriales y oleaginosos del ciclo primavera-verano, pasó de 82.906 hectáreas en el año 2003 a 85.552 en 2007”.

El ingeniero agrónomo Antonio Lattuca, titular del Programa de Agricultura Urbana de la Municipalidad, señaló como evidente que “hay un retroceso muy pronunciado de los emprendimientos destinados a la producción de verduras y hortalizas”. “Para un productor que tiene una parcela de tierra reducida es mucho más conveniente, a nivel económico, alquilar el campo (a un sojero, claro) que destinarlo a una huerta, donde el trabajo requiere de un compromiso mayor”, señaló.

Lattuca opinó que “estos emprendimientos no son sostenibles a nivel económico sin apoyo, porque requiere de mayores costos y mano de obra”.

La única manera de que esto sea más rentable es que los horticultores apunten a productos de mayor calidad, como ya lo hicieron otros países. Sin embargo, según el funcionario, en Argentina “es algo nuevo que la gente todavía no conoce mucho”.

Lattuca insistió en que “es necesario que desde el Estado y desde las universidades se apoyen estas iniciativas. No hay políticas de estímulo, como lo tienen otros países, como Brasil, donde hay dos ministerios: uno destinado a los agronegocios y otro de ‘desenvolvimiento agrario’, en el que entran estos emprendimientos. En Argentina, la Subsecretaría de Agricultura Familiar todavía es un proyecto que no se concreta”.

“Creo que parte de las retenciones se tendrían que volcar a este tipo de emprendimientos, sobre todo en zonas fuera del área pampeana, donde vive gente que, al no poder sostener sus emprendimientos, emigra hacia las ciudades. Y esto no sólo implica problemas para la gente, que se desarraiga, sino también genera trastornos en las ciudades”, dijo Lattuca.

Diario Crítica, Internet, 23-8-08

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