Argentina: Formosa: “buscamos una política de soberanía alimentaria”
Benigno López, presidente del Movimiento Campesino de Formosa, habla del éxodo de los campesinos hacia las ciudades en busca de asistencia social
El modelo de concentración de la tierra. La relación con las autoridades.
El bisabuelo de Benigno López llegó a Formosa desde Paraguay, al terminar la guerra de la Triple Alianza. Tenía doce años y sería el primero de una larga lista de exiliados que en las décadas siguientes iban a cruzar la frontera, corridos por los sucesivos golpes de Estado paraguayos.
“De los descendientes de ellos y de los hijos de los guaraníes está hecha la provincia”, dice Benigno. A él le tocó, cuenta, tres generaciones más tarde, ser testigo de un nuevo éxodo, el de los habitantes del campo que se están yendo a la ciudad, bajo la presión de las grandes empresas agropecuarias. López es presidente del Movimiento Campesino de Formosa (Mocafor), organización que se opone al modelo vigente, que define como “creador de un campo industrial que nos desplaza a las villas miseria”.
–¿Cómo se da en concreto este proceso?
–El algodón es el principal cultivo de Chaco y Formosa. Históricamente, su producción era el sustento del que vivía el campo y, en época de carpida y limpieza, generaba trabajo para miles de personas. Con el gobierno de Carlos Menem y la apertura del mercado, el precio cayó tremendamente: la gente empezó a quedar desocupada y su primera reacción fue recurrir a la ciudad, donde trata de vivir de la asistencia social. Los que aguantaron en el campo diversificaron su producción, pero nada de lo que produce el campesino es rentable.
–¿Por ejemplo?
–Al cajón de bananas de veinte kilos lo están pagando tres pesos (lo mismo que cuesta un kilo en cualquier verdulería de Buenos Aires). Por otra parte, más del 90 por ciento de los pequeños productores de Formosa tienen deudas y títulos de propiedad precarios. Entonces para las empresas es fácil cancelarles las deudas, darles un poco de plata y quedarse con sus tierras. Esto es algo que ocurre no sólo en mi provincia, sino en todo el país, es un modelo de concentración y extranjerización de la tierra; pero nosotros creemos que se puede cambiar, que puede haber un campo de campesinos, con una política poblacional y de producción que apunte a la soberanía alimentaria.
–¿Hoy se puede producir sin comprarles insumos a las corporaciones?
–Se puede, pero la comercialización es todo un tema.
–¿Por qué?
–Porque hay redes de comercio justo, pero todavía son débiles. Lo que está garantizado es el comercio para el algodón tradicional, con condiciones que favorecen a las transnacionales... y está la cuestión de la soja transgénica, es una de las formas de hacerles la guerra a los pueblos originarios para desplazarlos.
–¿Qué es lo que ocurre?
–El suelo formoseño es una capa muy frágil, que en tres años de cultivo intensivo de soja queda totalmente degradado, se convierte en un desierto. Las compañías desmontan y así arrasan con la flora nativa. Y al fumigar los cultivos de soja con agrotóxicos, contaminan los terrenos donde la gente produce para el consumo familiar.
Eso afecta a la salud de la población, ya que las avionetas no eligen las casas, los patios, las fuentes de agua al fumigar.
Opositores a Insfrán
–El Mocafor está trayendo esas denuncias a Buenos Aires. ¿Qué respuesta tienen en Formosa de parte del gobernador?
–El tema de fondo es que el gobierno de la provincia está involucrado con las empresas en el modelo agroexportador. Como nosotros proponemos otra cosa, eso hace que la situación sea muy tensa, son dos modelos en disputa. Por ahora estamos perdiendo, porque cada día se van más campesinos a las villas.
–Pero hubo intentos de diálogo, ¿no es así?
–Que fracasaron porque el gobierno no quiso ceder ni un milímetro.
–¿Qué pedían?
–Un pedazo de tierra para las de familias que viven a un costado de la ruta o en la periferia de los pueblos, que son miles; mejores condiciones de educación y salud y asistencia para los productores. También proponemos que los productos del campo se industrialicen en la misma zona donde se producen. Pero la reacción del gobierno ha sido decirnos “no”, “no es posible”, “no estamos de acuerdo con ustedes”. Luego nos excluyeron de todos los programas sociales, nos persiguieron con la policía, judicializaron nuestras propuestas. Nosotros tenemos un ministro de Gobierno, Lorenzo Borrini, que es comisario general, un comisario de la época del proceso militar. A Formosa nunca llegó la política nacional de combatir la impunidad y hacer justicia con los represores. Hasta el año pasado, el gobernador Gildo Insfrán, que viene de Guardia de Hierro, iba a los actos en el Regimiento 9 de Infantería del Monte a rendir homenaje “al heroico ejército que combatió al terrorismo”, a un homenaje a la represión.
–¿El Mocafor se presenta a elecciones?
–Lo va a hacer el año que viene. En Formosa el gobierno es un gobierno feudal, rige la Ley de Lemas que es una forma de legalizar el fraude, se arrea la gente a votar, las elecciones no son democráticas. Frente a esta situación nosotros hablamos de construir un frente político social sanmartiniano que construya las condiciones para disputar el poder institucional.
–¿Cómo es la relación con el gobierno nacional?
–Nos han recibido muchas veces y acordamos muchas cosas, pero sólo se cumplió con el 10 por ciento. Lo que nos plantea el gobierno nacional es que nuestra falta de alineamiento con la provincia hace que el Mocafor sea excluido de los beneficios sociales.
–¿Por ejemplo?
–Hablamos de asistencia para la campaña agrícola 2005, para la 2006/2007, pero siempre el problema aparece cuando hay que pasar por la provincia. Sabemos que Insfrán es un kirchnerista de la primera hora. Nosotros reconocemos los avances del gobierno nacional en derechos humanos, la reactivación económica y otros temas más, pero a Formosa nada de todo esto llegó.
–¿Hay integrantes del Mocafor con causas abiertas?
–Más de cien.
–¿Usted también?
–Entiendo que con cuatro causas, por usurpación, por daños y perjuicios, por privación ilegítima de la libertad y por un corte de ruta.
–¿Por privación ilegítima de la libertad?
–Yo llegaba a Formosa después de un viaje a Buenos Aires. Una avioneta estaba fumigando soja transgénica en un área poblada; sobrevolaba las casas y fumigaba los depósitos de agua, los cultivos de consumo... Los compañeros habían hecho todas las gestiones en el municipio, la Gendarmería y la policía, pero esta gente decía que tenía el apoyo del gobernador y nadie los podía parar. Es así que mis compañeros fueron a la pista y detuvieron el vuelo de la avioneta; yo me sumé, nos judicializaron a veinte.
–¿Y la usurpación?
–Fue en el 2002, cuando tomamos un barrio de 60 viviendas. La construcción estaba abandonada hacía cinco años, así que la ocupamos en reclamo de viviendas.
Nos dieron 59 de las casas; adivine cuál fue la única que no se adjudicó.
–Así que se convirtió en el único ilegal del barrio.
–(Ríe.) Es que Formosa sale muy poco en los medios y eso garantiza la impunidad. Los que tienen el poder hacen lo que quieren. No se trata sólo de lo que me pasa a mí: al Mocafor, que existe desde el año ’99 y tiene cinco mil productores asociados y otros cinco mil participantes, todavía no le dieron la personería jurídica. Las instituciones funcionan mal, por eso vivir en esa zona fronteriza es muy complicado.