Agua que no has de beber...

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Agua podrida y sangre. BECHTEL en 4 ciudades del Tercer Mundo: Guayaquil, Bagdad, Nueva Orleáns y Cochabamba

En Guayaquil no puedes tomar agua «potable» porque está totalmente contaminada; con coliformes fecales, nada menos. En Bagdad no la puedes beber porque está mezclada con lágrimas y sangre, si es que todavía encuentras agua. En Nueva Orleáns no la puedes tomar, pues se halla enturbiada con una mezcla de lodo, llanto y humores descompuestos de cadáveres.

Las tres ciudades forman un triángulo de agua podrida, signo de abandono, enfermedad y muerte.

Y las tres ostentan como símbolo del mal una misma marca: Bechtel, multinacional de origen norteamericano, que ejecuta 1.500 proyectos en 140 países y factura anualmente 15 mil millones de dólares.

Guayaquil

En el caso de Guayaquil, nos encontramos con la protesta diaria de numerosos barrios, los cuales se quejan de la calidad del líquido, que si les llega, les llega con olores apestosos y les produce inmediatamente malestares, que afectan especialmente a los niños. Los incontables casos de hepatitis registrados últimamente en las escuelas primarias se atribuyen a la calidad del líquido. Esto pese a que la compañía Interagua publicita las bondades de sus servicios con costosa propaganda. Pero la realidad es terca y se muestra a diario con numerosas evidencias, por más que las autoridades locales y nacionales pretendan tapar el sol con un dedo, en defensa de la compañía. Así, tenemos que la CCCC (Comisión Cívica de Control de la Corrupción) acaba de determinar que «las personas que habitan en Guayaquil consumen agua que no es apta para el consumo humano». Esta declaración aparece en El Universo, edición del 1º de octubre, como la recogen también otros medios.

Los guayaquileños que sufren esta amarga y maloliente sequía deben conocer algo que siempre se procura ocultar: Interagua es una mera subsidiaria de Internacional Water Service, que a la vez resulta ser una simple pantalla de la todopoderosa Bechtel.

Es tan fuerte el sello colonial de Interagua que el Municipio de Guayaquil y el propio gobierno ecuatoriano, representados por ECAPAG, el organismo estatal encargado de supervisar la gestión del contratista, debieron concurrir a la sede del BID, el 11 de abril del 2001, en Washington, para firmar el contrato que entregó el manejo del agua potable de en Guayaquil al gigantesco monopolio.

El pretexto era el de siempre: que la empresa privada es más eficiente que el Estado, y mucho mejor administrador.

Bagdad

En el caso de Bagdad, una vez que la aviación norteamericana se encargó de destruir sus sistemas de agua potable mediante bárbaros bombardeos, hoy se conoce, a través de los propios medios norteamericanos, que la destrucción de la histórica ciudad de Las Mil y Una Noches, estuvo previamente planificada y que las compañías que luego serían contratadas para restaurar lo destruido hacían cola en el Pentágono y la Casa Blanca.

La favorecida fue Bechtel, a la que se le otorgó un fabuloso contrato de un mil ochocientos millones de dólares para reconstruir los sistemas de agua potable de Bagdad, a través de USAID, en enero del 2004.

Nueva Orleáns

Igualmente, en el caso de Nueva Orleans y las zonas devastadas por el huracán Katrina, apelando a leyes de emergencia, el Presidente George W. Bush acaba de contratar a la Bechtel para reconstruir los sistemas de agua potable y a la Halliburton para proporcionar diversos servicios a la población damnificada.

La contratación de estos dos monopolios han colocado a Bush en el ojo del huracán político que desató el Katrina, pues la Bechtel está públicamente cuestionada por pertenecer «al entorno del Presidente», conforme la prensa, mientras el Vicepresidente Dick Cheney está directamente ligado a la compañía Halliburton, de la que fue su máximo ejecutivo. Esta empresa tiene un enorme contrato para servir alimentos a los 180 mil soldados norteamericanos que ocupan Irak, y ha sido denunciada por la pésima calidad de los alimentos.

Hoy el gobierno guerrerista de Washington está acusado en su propio país de haber firmado los respectivos contratos con gigantescos sobreprecios, que bordean el ciento por ciento respecto de los costos reales.

Cochabamba

Arriba mencionamos tres ciudades, pero falta destacar una más que sirve de notable ejemplo: la ciudad boliviana de Cochabamba, donde en años recientes se asentó la Bechtel bajo el membrete de Aguas del Tunari, mediante la concesión para manejar el agua potable.

Incumplió con el contrato en todo lo que podía ser favorable a la comunidad, como el mejoramiento de la calidad del agua y la extensión de redes a los barrios populares; en cambio, triplicó el valor de las tarifas y estableció el cobro de valores ilegales. Como burla a la pobreza de los cochabambinos, que a duras penas llenan media canasta familiar, impuso un planillaje de 50 ó 60 dólares mensuales,

Vino la protesta popular, hubo muertos, heridos, presos; se desató la llamada «Guerra del Agua», y Bechtel tuvo que largarse de Bolivia, eso sí demandando al Estado boliviano en 25 millones de dólares «por daños y perjuicios», al amparo de la ley de protección a las inversiones extranjeras, que en el caso ecuatoriano también la blanden amenazante Interagua, como en otro plano lo hacen también la OXY (Occidental) y otras empresas petroleras, si el Estado se atreve a discutir su fatídica presencia en el Ecuador.

Ese es el camino de las privatizaciones para los pueblos: agua podrida, sangre y muerte.

ARGENPRESS, Internet, 12-10-05

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