Agrocombustibles: ecológicamente dudosos, económicamente jugosos…

Idioma Español
País Europa

No habiendo evaluado aún la eficacia de los agrocombustibles de primera generación, Francia ha lanzado un programa de segunda generación, poéticamente denominada BioTfuel. Mala suerte para la coherencia científica. Y tanta mejor para Total… que se lleva de paso 7 millones de euros

Los agrocombustibles (también llamados biocombustibles) de primera generación son producidos a partir a aceites vegetales de diferentes plantas (remolacha, caña de azúcar, colza, trigo…). Los de “segunda generación” serán elaborados a partir de residuos agrícolas y forestales (paja, madera), valorizando de esta forma la parte de la planta que no es destinada a la alimentación. La directiva europea “energías renovables”, actualmente en vigor, impone a los Estados miembro llevar el porcentaje de agrocombustibles en el transporte al 10% para el año 2020. Esta medida debe, según la Comisión Europea, reducir la emisión de CO2 y de gases de efecto invernadero a menos del 35%.

Crisis alimentaria y ambiental

Sin embargo, estos agrocombustibles presentan dos problemas. Para producir los aceites vegetales, hacen falta tierras, no muy difíciles de conseguir, en vista del precio. Consecuencia: deforestación masiva y transformación de superficies consagradas a la alimentación de las poblaciones locales. En relación con las penurias alimentarias en los países en vías de desarrollo (el año pasado, el Banco Mundial estimaba que la producción de agrocombustibles era responsable de un aumento del 75% de los precios de los productos alimenticios, entre el año 2002 y febrero de 2008) y los problemas ambientales, los cultivos alimentarios eran en general menos agresivos que aquellos dedicados a los agrocombustibles.

What a BioTfuel world (?)

Con respecto al primer problema, el programa BioTfuel sería más bien algo positivo, ya que permitiría utilizar menos superficies agrícolas. Pero eso está por probarse, ya que no se ha realizado absolutamente ningún estudio sobre el tema. Con respecto al segundo problema, por el contrario, el asunto se complica. La Agencia para el Medioambiente y de la Gestión de la Energía (ADEME) está elaborando actualmente un informe de evaluación ambiental de los agrocombustibles de primera generación. Acaba de ser publicado un resumen parcial del estudio. Ciertamente, no muy gracioso.

Impacto ecológico incierto

En resumen, ADEME concluye que la familia de los agrocombustibles podría permitir limitar los desechos de CO2 y de gas de efecto invernadero… pero sin tener en cuenta los “cambios que afectan los suelos”, es decir la transformación de praderas, de bosques, o de campos ya cultivados necesarios para la producción de agrocombustibles. Y la Agencia misma admite que esos “cambios pueden venir a modificar enormemente los resultados, incluso podrían potencialmente invertirlos en el caso de los procesos de importación, pero también en el de los nacionales, por efectos indirectos”. “Deben realizarse trabajos específicos para profundizar el conocimiento sobre esta zona gris y los grados de posibilidad de los escenarios, vis-à-vis los diferentes procesos estudiados”, continúa, más aún, el informe. Imposible saber si, finalmente, se gana o se pierde.

La Confusión Total…

Pero, ¿por qué esperar? En el revuelo, la ADEME anunció la puesta en marcha de un programa de producción de agrocombustibles de segunda generación. Con el objetivo de producir entre 200.000 y 300.000 litros de combustible del tipo biogas y biokerosene, hacia el 2015. La inversión total está estimada en 112 millones de euros, y prevé la construcción de dos plantas industriales. La ADEME subvencionará el proyecto por un monto de 30 millones de euros, de los cuáles 7 millones serán para Total, según France Nature Environnement. La empresa petrolera obtuvo beneficios por 14 mil millones de euros en el año 2008, y espera unos cuántos cientos de millones más a partir de la incorporación de estos agrocombustibles. Más baratos de producir que los combustibles fósiles. Beneficio Total…

Artículo publicado en el sitio "Les mots ont un sens"

Traducción: María Eugenia Jeria para Acción por la Biodiversidad

Les mots ont un sens, Internet, 13-10-09

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