Advierte por el mal uso del genoma un científico inglés

El jefe del equipo británico que descifró el genoma advierte acerca de peligros irreversibles Teme la injerencia de los intereses comerciales

LONDRES (The Sunday Times).- Después de las bombas que destruyeron Japón, Einstein reflexionó: "Si hubiera sabido esto, me habría dedicado a la relojería".

La humanidad debería desear que John Sulston, el científico británico que condujo el equipo que descifró el genoma humano, no se cuestionara su labor. Sólo ahora comprende él su enorme poder: quizá se produzcan males irreparables, quizá manipular los rasgos futuros de un bebe se vuelva algo tan habitual como los implantes de mamas.

Mientras su rival norteamericano, Craig Venter, está entusiasmado con vender patentes al mejor postor, Sulston, de 58 años, teme la intervención de las compañías multinacionales de medicamentos. Terminado su trabajo en Cambridge, revela que renunciará como jefe del Sanger Centre y que estaría encantado de liderar una campaña genética europea que desafíe a los Estados Unidos.

Un enigma

Sulston es un verdadero enigma. Cree que la ciencia es un progreso glorioso; sin embargo, viaja en bicicleta y compra comida orgánica. Liberal inveterado, marchó contra los misiles norteamericanos, calza sandalias, lee The Guardian y luce la hirsuta barba típica de las academias de izquierda. Aun así, cree que el otro avance científico británico (la clonación de ovejas) es formidable, y se burla de quienes sugieren que este descubrimiento presenta dilemas éticos.

Adora explorar su jardín en busca de mariposas. Pero su mayor felicidad es la soledad de su laboratorio. Por eso, su inminente partida es un duro golpe, aunque él se resista a reconocerlo. "Mis momentos más apasionantes en lo científico son cuando estoy solo con mi trabajo observando algo que nadie vio antes -afirma-. Son momentos maravillosos, muy personales. Esto no fue algo planeado, ya que no tengo un nuevo trabajo. Pero quien construye algo no es siempre el mejor para ejecutarlo. ¿Cómo aplicamos lo que hemos descubierto?", se pregunta.

Por otro lado, le aflige el hecho de que la genética haya sido demonizada. "Circula la idea de que la ciencia es peligrosa, de que deberíamos abolir la genética. Pero la decisión de cómo usemos los datos depende del proceso democrático. Todos los científicos son dos personas a la vez: experto y ciudadano. El ser experto no da más derechos al ciudadano", afirma, y ésta es una diferenciación muy importante para él.

Futuro imperfecto

"Si comenzamos a manipular a la gente se desarrollarán extrañas especies de ciencia ficción _advierte_. Esto puede ocurrir y no hay nada que yo pueda hacer al respecto."

Qué bien. "Yo tengo escrúpulos. Votaría en contra de utilizar humanos para el desarrollo de nuevas especies, pero el mío es sólo un voto", agrega.

Considera que el futuro es inevitable. "Uno debe aceptar que las tecnologías se desarrollarán y producirán permanentemente diversos tipos de seres humanos."

Al mismo tiempo, parece dolorido. "Estoy realmente agradecido de haber sido padre hace un tiempo y es poco probable que vuelva a hacerlo", aclara.

Sulston admite que se desconcertó con el programa que propuso la venta de óvulos de modelos para aquellos que buscan bebes a medida. "Estoy contento de haberlo hecho en la forma tradicional _sonríe_. Creo que es la mejor manera, por el momento."

Para el científico, cuando los detalles del genoma humano estén al alcance de todos, los padres deberán estar increíblemente preparados. Pero también aclara que "no se debe retroceder en la marcha del conocimiento. Cada generación ha logrado nuevos conocimientos y encontró nuevas maneras de regularlos".

Claroscuro

Mientras se preocupa por las posibles alteraciones en las especies y defiende los derechos humanos, asegura que no tiene escrúpulos en alterar un embrión. "La ingeniería genética no es más que una rama de la cirugía -arriesga-. Si podemos solucionar un labio leporino antes del nacimiento, por supuesto, ¿por qué no?"

Sin embargo, admite luego que todas esas modificaciones podrían traer problemas, ya que los rasgos faciales están conectados con el cerebro. "Acá arriba es una sola unidad de desarrollo -dice, señalando su cabeza-; por eso es posible que eliminar un trozo de nariz implique eliminar algo útil para el cerebro."

¿Cómo se puede evitar este futuro apocalíptico? "Yo insistiría en el proceso democrático. "

Sulston pasó años reflexionando sobre esto. No tiene objeciones en que firmas privadas usen los conocimientos y espera apasionadamente que Gran Bretaña saque provecho del trabajo de Cambridge.

"Es extremadamente importante que reconozcamos lo que se ha logrado. Labiotecnología norteamericana y los capitales de riesgo son enormemente poderosos. Necesitamos estar unidos con nuestros socios europeos para que estemos en igualdad de condiciones. Las multinacionales tienen más poder que los gobiernos. Espero que sus lectores se den cuenta de que es responsabilidad de ellos que esto funcione", dice.

Traducción María Elena Rey
La Nación, 8-7-00

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