Aceptan nuevas variedades transgénicas


Prensa

Clarín, Argentina, 2-5-01

Aceptan nuevas variedades transgénicas

 




MATIAS LONGONI
La Secretaría de Agricultura aprobó el último viernes la comercialización de un nuevo cultivo genéticamente modificado: el algodón RR de la firma estadounidense Monsanto. Con esa decisión, el Gobierno dio un sorpresivo giro en su política sobre biotecnología, ya que por largo tiempo demoró la autorización de nuevos transgénicos debido a la oposición de los ecologistas y consumidores, y al temor a perder mercados.
"Esta aprobación tiene una importancia fundamental, ya que se termina con más de tres años y medio de una moratoria de facto impuesta a la biotecnología en la Argentina", reflexionó Miguel Potocnik, el presidente de Monsanto en el país, al dar a conocer la noticia. Como el primer transgénico que tuvo el país -la soja RR, habilitada en 1996-, el algodón aprobado ahora resiste la aplicación del herbicida glifosato, lo que permite a los productores reducir sus costos entre el 15 y 20%.
Con esta decisión, la Argentina cuenta desde ahora con seis variedades transgénicas aprobadas, ya que entre el 96 y el 98 la Secretaría de Agricultura había habilitado también la siembra de dos tipos de maíces resistentes a insectos y otro tolerante a herbicidas, una variedad de algodón que soporta mejor las plagas y la soja ya mencionada. Desde que recibió la luz verde, la soja RR fue adoptada masivamente por los productores. Y actualmente ocupa el 80% de la superficie dedicada a ese cultivo.
En 1998 el gobierno cesó repentinamente con la habilitación comercial de cultivos transgénicos. El motivo: en todo el mundo -fundamentalmente en Europa- se desató la polémica en torno a si había, o no, en esta nueva tecnología riesgos para la salud humana y el medio ambiente. La transgénesis consiste en incorporar a una especie genes de otra, de manera de aportarle determinado rasgo o característica que originalmente no posee. Por eso su utilización es cuestionada por entidades ecologistas y de consumidores, que reclaman mayores controles, hasta establecer que no hay riesgo con esa manipulación.
Cuando la Alianza llegó al gobierno, a fines del 99, la política oficial respecto de la biotecnología no se modificó. Y mientras estuvo comandada por Antonio Berhongaray, la Secretaría de Agricultura siguió sin autorizar otros transgénicos. Esta posición inquietó a las grandes empresas multinacionales del sector. Y aglutinó a 18 cámaras del agro y la alimentación en el denominado Grupo Bio, a favor de una mayor difusión de los transgénicos. En marzo pasado, en un documento elevado al jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, ese bloque planteó su malestar por la demora en la aprobación de nuevos eventos.
Sin embargo, fue con la llegada del cavallista Marcelo Regúnaga que en los despachos comenzaron a activar los expedientes. Y son muchos, ya que solamente el año pasado, la Comisión Nacional de Biotecnología (CONABIA), que asesora a Agricultura, habilitó a nivel de ensayos unos 65 cultivos genéticamente modificados. La mayor parte de estas investigaciones son realizadas por compañías extranjeras, pero también hay experiencias a cargo del INTA o algunas universidades.

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