ALCA: un proyecto colonialista
Prensa
La Nueva Provincia, Argentina, 11-11-02
http://www.lanuevaprovincia.com.ar/02/11/11/2bb024.sht
ALCA: un proyecto colonialista
Por Marcelo Leónidas Di Pietro
ALCA significa Acuerdo de Libre Comercio de las Américas. Su objetivo central es asegurar la libre circulación de capital y mercaderías en todo el continente, en consonancia con los postulados básicos de la propuesta neoliberal. Prevé la liberalización progresiva de aranceles a partir de 2005 y eliminar todas las barreras aduaneras y proteccionistas.
El ALCA es una falacia, pues parte de dos premisas falsas: la ficción del acuerdo entre "Estados iguales" en su industria, tecnología, ciencia, etc., cuando en verdad es claro que todos los Estados de América no estamos en las mismas condiciones; y el "Libre Comercio", ya que el acuerdo sólo será libre para los grandes capitales, pues "la economía no ha sido nunca libre: o se la dirige y controla el Estado en beneficio del pueblo o la manejan los monopolios en perjuicio de la Nación" (John William Cooke).
Plantea una concepción deliberadamente amplia del libre comercio, materializando grandes diferencias con otros tipos de acuerdos regionales que tienden a la integración económica. Tanto la Unión Europea como el Mercosur realizan una propuesta que supera el carácter meramente económico de la vinculación; la primera no sólo persigue la libre circulación de mercaderías, capitales y mano de obra, la creación de una moneda y una política aduanera común, sino que, además, pretende la constitución de un Estado supranacional. El segundo, menos ambicioso y fruto de un proceso histórico más corto, reserva la definición de la política económica a los Estados miembros, al no prever en su estructura administrativa una autoridad capaz de imponer a éstos el cumplimiento de las decisiones acordadas conjuntamente. En otras palabras, los Estados miembros se limitan a coordinar posiciones en los foros económico-comerciales regionales e internacionales.
El ALCA, por su parte, avanza sobre el ámbito de competencias de los Estados miembros, sin prever siquiera un proyecto de integración que morigere el impacto político y social que tendrá la internacionalización de los procesos productivos locales.
Luego de la caída del muro de Berlín y la implosión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), tomó nuevos aires el liberalismo salvaje y el escenario político internacional se vio modificado por el surgimiento de bloques económicos regionales interdependientes, dando paso al proceso denominado globalización.
Si bien la globalización significó la informatización planetaria, la expansión exponencial de los intercambios comerciales y la aceleración del cambio tecnológico, no fue la panacea ni el fin de la historia que el discurso ultraliberal y F. Fukuyama profetizaron. Las diferencias entre los países del centro y la periferia, lejos de achicarse, se agrandaron; la concentración empresaria reforzó esa tendencia, aumentó la desigualdad y la exclusión, tanto en los países centrales como en los periféricos, y la desaceleración del crecimiento económico y la hipertrofia financiera provocaron la crisis del Estado moderno como tal.
Esta nueva confrontación interimperialista entre la Unión Europea (UE), el Bloque del Pacífico y los Estados Unidos es la que motiva a este último a impulsar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC o, en inglés, NAFTA), primero en Canadá, en 1990, luego acordando el ingreso de Méjico, en 1994, y, finalmente, en diciembre del mismo año en la Primera Cumbre de las Américas, realizada en Florida, al plantear como objetivo la creación del Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA).
El ALCA sería el acuerdo de libre comercio más grande del mundo (integrado por 34 países de América --menos Cuba--, 800 millones de habitantes y un PBI de 11 billones de dólares), con una asimetría entre los Estados Unidos y el resto de los países de América enorme, ya que el PBI estadounidense representa más del 75% de todo el hemisferio.
La diferencia de escala entre las economías es alarmante: el PBI de los Estados Unidos es 16 veces mayor que el brasileño y 25 veces mayor que el mejicano.
Tomando otros grupos, los Estados Unidos, Brasil, Canadá y Méjico acaparan respectivamente el 75,7%, el 6,7%, el 5,3% y el 3,9% del PBI y los 31 países restantes, el 8,4%. Economías como las de Nicaragua o Haití representan respectivamente el 0,002 y el 0,003% del PBI del continente.
El PBI por habitante confirma las diferencias: Estados Unidos, u$s 30.600; Canadá, u$s 19.320; Argentina, u$s 2.054 (u$s a 3,70 pesos); Uruguay, u$s 5.900; Brasil, u$s 4.420 y Méjico, u$s 4.400. En el otro extremo, Nicaragua y Haití cuentan con 430 y 460 dólares por habitante, respectivamente.
Las conclusiones son las siguientes:
1. El ALCA no es un proyecto de integración. Es un proyecto de liberalización comercial que significa la extensión del NAFTA a todo el continente.
2. Es un proyecto antidemocrático negociado desde 1999 en absoluto secreto, que aumentará la debilidad de nuestros Estados frente a las corporaciones transnacionales.
3. Es la actualización de la Doctrina Monroe --"América para los (norte) americanos"-- y es un plan mayor, que incluye la intervención militar directa con el Plan Colombia y la dolarización de América Latina y el Caribe para garantizar la estabilidad económica y la gobernabilidad.
4. La eliminación de barreras arancelarias y la prohibición de cualquier política estatal que favorezca a las empresas nacionales (compre nacional, por ejemplo) profundizarán el proceso de desindustrialización iniciado en 1976, llevando a la quiebra y el cierre a lo poco que quedaba.
5. El tema del ALCA es de interés nacional y deben tomar postura en contrario todas las fuerzas políticas argentinas, difundiendo su contenido y promoviendo un plebiscito o consulta popular para que el pueblo decida su incorporación o no.
El triunfo de Lula en Brasil sería un obstáculo para la rápida imposición del ALCA, pues esta nación es el eje del Mercosur y tal vez ese temor sea una de las causas por las que el FMI y los Estados Unidos hayan resuelto no prestarle atención a la crisis de la región, a modo de aleccionador ejemplo para aquellos países que no acepten adherir al ALCA.
Hoy más que nunca, todos los sectores nacionales y populares deben adoptar una postura firme y coincidir en decirle no al ALCA.
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