Perú: nueva propuesta del gobierno sobre creación de reserva Mar tropical de Grau genera controversia por la pesca de arrastre
Luego de más de 10 años de espera, el gobierno peruano avanza en la creación de la reserva Mar Tropical de Grau, un área de alta importancia ecológica, reconocida como unos de los 70 lugares más importantes del mundo para la conservación de la biodiversidad marina, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
El Ministerio del Ambiente prepublicó el proyecto de Decreto Supremo que crea la reserva para recibir las opiniones y sugerencias de la sociedad civil. Se trata de un hito importante puesto que, desde el mundo de la ciencia y la conservación, proteger esta zona ha estado durante años entre las principales demandas y prioridades.
En el Mar Tropical de Grau, que tiene una extensión de cerca de 116 000 hectáreas que corresponden al 2 % del mar peruano, llegan ballenas jorobadas a dar a luz, se congregan diferentes especies de tiburones —incluido el martillo, considerado en Peligro Crítico de extinción— se han registrado todas las especies de tortugas marinas que existen en este lado del Pacífico y se han encontrado decenas de especies nuevas para la ciencia.
A pesar de todas esas virtudes, la creación del área protegida había sido frenada hasta ahora debido a la superposición de intereses, ya que en el Mar de Grau no sólo hay una extraordinaria biodiversidad, sino también una importante industria de explotación de hidrocarburos. La creación de la reserva, sin embargo, no implica el retiro de las empresas, asegura Juan Carlos Riveros, director científico de la organización de conservación marina Oceana.
Aunque esto último había sido previsto, la propuesta sorprendió a los científicos con un detalle preocupante: tal cual está diseñada el área protegida, la pesca industrial —incluida la de arrastre— estará permitida en casi la mitad de la reserva. “Es completamente inaceptable”, sostiene Riveros.
La importancia del Mar Tropical de Grau
La Reserva Nacional Mar Tropical de Grau abarca cuatro sectores: Arrecifes de Punta Sal, Cabo Blanco-El Ñuro, Isla Foca y Banco de Máncora. Los tres primeros están ubicados en la costa, poseen el mayor número de nuevos registros para peces, corales, esponjas marinas y equinodermos; son un importante lugar de alimentación y refugio para las tortugas marinas y tienen enormes bancos de peces de importancia comercial. La cuarta zona, el Banco de Máncora, está más alejado de la costa, por fuera de las primeras cinco millas, y debido a sus características no se tiene mucha información sobre la biodiversidad que allí existe.
Sucede que el Banco de Máncora “es como una quebrada submarina que tiene unos 250 kilómetros de largo”, explica Riveros. La parte más superficial tiene entre 80 y 100 metros, pero la parte más honda llega hasta los 600 metros por lo que “hacer investigación ahí es muy complicado”, menciona el experto.
Aun así, se sabe que se trata de un lugar con una rica biodiversidad puesto que “hay corrientes profundas que se mueven y que al chocar con esta montaña submarina generan afloramientos marinos muy nutritivos hacia la superficie”, asegura el experto en biodiversidad marina Yuri Hooker, director del laboratorio de biología de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Por lo mismo, “es una zona de alimentación de especies migratorias”, agrega.
Además, el Banco de Máncora “sirve como punto de guía para tortugas marinas, tiburones ballena y otras especies”, explica Riveros, puesto que “al igual que los pájaros afuera en el continente se guían por los ríos y los cerros, los animales marinos usan mucho las corrientes y estos grandes montes como lugares de orientación”.
Por todas estas características, el Banco de Máncora es un lugar importante para tortugas marinas, mantarrayas, tiburones de diferentes especies incluido el martillo. De hecho, “se piensa que también llegan hasta allí las grandes hembras a parir, porque hay una gran incidencia de pequeños tiburones martillo”, agrega Hooker.
Para entender las razones que hacen del Banco de Máncora un lugar de especial biodiversidad, Riveros explica que “las estructuras submarinas, al igual que los bosques de neblina de la Amazonía, generan muchos pisos ecológicos”. En la Amazonía, puntualiza el experto, “los pisos se generan por la altitud y por la humedad. En el monte submarino, por la luz”. Así, en la parte más profunda, donde entra poca luz, habrá menos especies que en la superficie donde hay una gran luminosidad y una enorme variedad de especies.
Es justamente debido a la importancia ecológica que tiene el Banco Máncora, que a los científicos y conservacionistas les preocupa que la propuesta que crea la reserva permite la pesca industrial y de arrastre en esta zona.
La amenaza de la pesca industrial
Actualmente en el Banco de Máncora operan legalmente barcos industriales que pescan caballa, jurel y también buques arrastreros que pescan merluza. De crearse la reserva tal cual está redactada actualmente la propuesta, todas esas actividades podrán continuar desarrollándose dentro de esta zona que corresponde al 45 % de la reserva. Esto se debe, explica Alfredo Gálvez, especialista legal del programa de biodiversidad de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), a que si bien “el reglamento de la Ley prohíbe la pesca a gran escala dentro de las áreas protegidas”, “el marco legal peruano sobre áreas protegidas respeta derechos preexistentes”. Ello quiere decir, apunta el abogado, “que todos aquellos derechos que están antes de la creación, se mantienen, se respetan”, aunque precisa que sí deben estar sujetos a los criterios ambientales que se establezcan.
Esto preocupa a los científicos puesto que, según explica Riveros, “está clara y flagrantemente expresado dentro de las directivas de la UICN que la pesca industrial de mayor escala no es compatible con un área protegida”. “La pesca industrial tiene la capacidad de sacar grandes cantidades de biomasa. No pescas 40 o 50 toneladas, sino que sacas 4000 o 5000. Eso tiene un efecto”, dice Riveros. Por lo mismo, “ningún área marina protegida a nivel mundial permite la pesca industrial porque captura grandes volúmenes lo que va directamente contra los objetivos de creación de un área natural protegida”, explica Hooker.
Pero lo que más alarma a los expertos es la continuidad de la pesca de arrastre dentro del Banco de Máncora. “La pesca de arrastre usa sobre la parte de abajo de la red una cadena, muchas veces incluso con ruedas, que se va arrastrando sobre el fondo marino para levantar todos los animalitos que están echados, por ejemplo, los lenguados o las mismas merluzas que pueden estar muy pegadas al fondo”, explica Hooker. Según el especialista, más allá de la red, lo que más impacto genera en el empleo de este aparejo de pesca es el arrastre de la cadena. “Se transforma totalmente el fondo marino”, asegura. De hecho, puntualiza que “puedes incluso meter el parejo de la red de arrastre sin la red y el solo arrastre de la cadena va a destruir todo el fondo marino”. Eso hace que este tipo de pesca sea “absolutamente incompatible con un área marina protegida”, señala. “No se puede tener un área protegida en la cual estés metiendo cada cierto tiempo un perturbador de esa magnitud”, coincide Riveros. “Definitivamente es un absurdo”, dice.
Gálvez, por su parte, asegura que “no es que los derechos preexistentes se consideren y puedan desarrollarse de manera normal en toda el área. Tiene que haber un tratamiento muy específico y especial al tratarse de un área natural protegida”. Para ello, dice, será necesario que al momento de elaborar el plan maestro “se especifiquen muy bien las consideraciones ambientales que justamente van a ir a regular la pesca. Se va a tener que identificar cómo se podría regular las actividades de una manera más sostenible y acorde a los objetivos de creación”, y especifica que posiblemente ello se relacione con una posible zonificación del área y mayores estudios científicos.
Pero además, el abogado asegura que uno de los pendientes que el Estado tiene es que “pueda establecer las condiciones claras de cuándo se considera un derecho de pesca como derecho preexistente y en qué casos no se consideraría como un derecho preexistente para efectos del establecimiento de un área protegida”. Según explica, “una de las cuestiones complejas es que los derechos de pesca no tienen límites geográficos como los lotes de hidrocarburos” y si bien “el marco legal sí tiene claro de manera general la prohibición de la pesca industrial en áreas protegidas y el respeto de los derechos preexistentes, quedaría pendiente el desarrollo normativo para los distintos tipos de derechos”.
Perú es uno de los países de América Latina que más atrasado está con los compromisos internacionales de protección marina. Con la creación de la reserva marina Dorsal de Nazca en 2021, la nación pasó de tener protegido el 0,47 % de su mar a resguardar casi el 8 % de su territorio marítimo. Sin embargo, varios expertos en conservación marina ponen en duda que ese aumento de protección sea efectivo, puesto que en Dorsal de Nazca la pesca industrial también está autorizada.
Algo que también preocupa a Hooker es que en las primeras cinco millas, donde por ley sólo está autorizada la pesca artesanal, los barcos industriales de arrastre operan de manera ilegal. De hecho, en 2019 Mongabay Latam pudo comprobar en Quebrada Verde, entre las caletas El Ñuro y Cabo Blanco, la presencia de arrastreros operando a menos de una milla de la costa.
Por lo mismo, a Hooker le hubiera gustado ver que la propuesta que crea la reserva aborde de manera específica ese problema, porque “uno de los objetivos justamente de crear esta área natural protegida es evitar el ingreso de esta pesquería ilegal de arrastre que genera un impacto muy fuerte sobre el ecosistema”, dice.
De todos modos, aunque esta amenaza no esté precisada en el texto, se espera que con la creación del área protegida, la vigilancia ejercida por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) termine con ese problema en la zonas costeras del Mar de Grau. Esa es la esperanza de los pescadores artesanales que desde 2010 claman por la existencia de la reserva.
Mongabay Latam envió preguntas al Ministerio del Ambiente, pero hasta la publicación de esta nota no entregó respuestas.
La explotación de hidrocarburos
En los departamentos de la costa norte del país hay 1200 pozos petroleros operativos y, según información de PeruPetro, son cinco los lotes que se encuentran en el área propuesta para conservación, cuatro de ellos en explotación.
La declaración del área protegida no impediría a las empresas petroleras continuar sus operaciones, ya que de acuerdo con la ley la creación de una reserva no prohíbe que se sigan realizando las actividades que se desarrollaban previamente.
Sin embargo, se espera que tras la creación de la reserva las empresas cumplan con un monitoreo de sus operaciones más exhaustivo para evitar, por ejemplo, derrames de petróleo y gas en el mar. Ese es otro de los beneficios que los pescadores artesanales han perseguido durante años con la creación de la reserva Mar Tropical de Grau, puesto que en numerosas ocasiones sus actividades se han visto impactadas por la contaminación de los recursos tras el derrame de hidrocarburos.
En principio, dice Riversos, “la reserva va a traer una nueva autoridad (el Sernanp) que va a poder actuar de vocero ante las autoridades centrales”, sin embargo, advierte que “las actividades sectoriales las regula cada sector”. En ese sentido, “el Sernanp no tiene mayor competencia (en las actividades de extracción de hidrocarburos)”, señala. El experto, no obstante, destaca que la gran ventaja inmediata es que ya no se podrán entregar más derechos de explotación en ese territorio.
Fuente: Mongabay