Uruguay a pura soja
En 2012 Uruguay podría llegar a tener la mayor producción y las mayores cifras de exportación de soja de su historia.
La expansión del cultivo, que en su casi totalidad es transgénico, se haría en detrimento de otros, por ejemplo del sorgo, un grano que ha sido fundamental para la expansión de la ganadería y la lechería en el país.
De verificarse las cifras que maneja un informe publicado el viernes 4 de mayo por el diario uruguayo El Observador, la producción de la oleaginosa superaría los dos millones de toneladas, las exportaciones serían mayores a los 1.000 millones de dólares, y la soja estaría desplazando a la carne como el producto más vendido.
Todo eso por primera vez en la historia del país.
La explicación del crecimiento de este cultivo es simple: su muy alto precio en el mercado internacional, cercano a los 540 dólares la tonelada, otro récord.
Las dos millones y algo de toneladas de soja se producen en un superficie diez veces más pequeña que la dedicada a la ganadería, pero de la soja los uruguayos ven muy poco (casi toda se exporta, en buena parte a China), mientras que la ganadería sí abastece al mercado interno.
El auge de la soja, una constante nunca desmentida en los últimos años, se ha hecho a costa de otros cultivos, como el maíz, el trigo, y sobre todo el sorgo, un grano que -dice el informe de El Observador- “vincula a la agricultura con la ganadería y ha estado en la base de la expansión lechera”.
Mientras la soja emplea muy poca mano de obra, y con escasa calificación, la lechería involucra a productores familiares pequeños y medianos y genera puestos de trabajo de cierta calificación.
Con los altos precios de la soja, señala el informe, “no solo será difícil persistir en la tendencia a diversificar la agricultura”, que se había comenzado a dibujar tímidamente, “sino que también será difícil que baje un precio clave: el de la tierra, y en particular el de la renta de la tierra”.
Este último dato favorece -el diario no lo dice, pero sí organizaciones sociales preocupadas por el fenómeno- el proceso de concentración y extranjerización de la tenencia de la tierra.
Quienes pueden pagar los muy elevados precios de adquisición o alquiler de la tierra en Uruguay, que han aumentado sistemáticamente en los últimos años (por algunas tierras agrícolas particularmente rentables se ha llegado a demandar 11.000 dólares la hectárea en 2011) son los grupos del agronegocio dedicados, por ejemplo, al cultivo y exportación de la soja, en su mayoría argentinos.
“Es muy difícil hacer frente al pago de la renta agrícola con otros cultivos”, dice el matutino.
La publicación recuerda otra consecuencia de la sojización, también denunciada por productores y por asociaciones ecologistas: el deterioro de los suelos producto del monocultivo.
El Observador lo dice así: “en esa conjunción de arrendamiento y alto precio de la soja radica buena parte de los problemas vinculados a la conservación de los suelos. (…) En la medida que se suman los años de agricultura continua aumentan las necesidades de fertilización. Ya no es solo fósforo y nitrógeno. La fertilización debe incluir cada vez más otros elementos, como potasio, azufre y zinc. Y se hace imperioso establecer coberturas entre un cultivo y otro para proteger los suelos”. Por distintos motivos, de costos y búsqueda de la mayor rentabilidad posible al menor plazo, nada de eso se hace.
El informe prevé finalmente que en paralelo al crecimiento exponencial de la superficie sembrada de soja caigan las cultivadas con trigo, además de sorgo y otros cereales, cuyos precios en los mercados internacionales estarían en la mitad o menos de los pagados por la oleaginosa.
La misma tendencia se verificaría en Argentina y Paraguay, e incluso en Brasil. El “petróleo verde” lo inunda todo en el cono sur.
Fuente: Rel - UITA