Paraguay: vamos a echarle a Monsanto
Dos docenas de organizaciones campesinas y movimientos sociales, encabezan desde hace días una amplia campaña en todo el territorio nacional bajo la consigna “¡No a la entrega del Paraguay!: ÑAMONSËKE (vamos a echarle a) MONSANTO”!, intensificando la creciente movilización ciudadana de repulsa a la política del gobierno de oferta de las empresas públicas y los recursos naturales al corporativismo inversor transnacional.
La campaña, promovida por la Plataforma Heñoi jey (en guaraní, Renacer en español), comprende diversas acciones de información y difusión del tema del agronegocio y sus paquetes tóxicos, que envenenan el ambiente y la producción de alimentos para las personas y animales sin ningún control científico, así como la megaminería, actividades que avanzan incontenibles en el país estimuladas por el gobierno y ante el desconocimiento de la ciudadanía acerca de la magnitud de ese drama.
Punto destacado del programa ha sido una audiencia pública en la bicameral del Congreso, efectuada en la tarde de este martes, con participación de numerosos activistas sociales y unos pocos parlamentarios, convocada por el Frente Guasu, alicaída agrupación progresista encabezada por el exPresidente Fernando Lugo, que vería en la actual coyuntura una ocasión para intentar recuperar el terreno perdido en los últimos meses.
Los temas más relevantes en los talleres, conferencias y seminarios que se realizan en todo el país, abarcan extractivismo y ambiente, salud y seguridad, producción alimentaria, pérdida de patrimonio fitogenético, ambiental y cultural, política fiscal, criminalización de la resistencia social, violencia en el campo, cumplimiento de los marcos normativos y el sistema agroalimentario, como factor estratégico de control económico, social y político.
Muy fundadas razones tiene la reacción ciudadana, en un país de profunda desigualdad social, cuya mayoría electoral apostó en abril pasado por Horacio Cartes, candidato del Partido Colorado sin ser colorado, quien ganó la presidencia por una fuerte inversión de dinero y beneficiado por la voluntad de cambios que expresa el grueso de los siete millones de paraguayos, a los que prometió un “Nuevo Rumbo” para corregir las deplorables condiciones de subsistencia que sufre el 40 por ciento de los habitantes.
A poco andar, apenas en los primeros 100 días de asumir, el acaudalado empresario comienza a horadar el crédito conseguido y se está convirtiendo en blanco de un malestar ciudadano en aumento, como lo demuestra la reacción en su contra de todo el abanico de las organizaciones populares pero también, en un hecho singular, de buena parte del empresariado y de la Iglesia Católica, en este mes que se celebra la mayor celebración cristiana del país, con la peregrinación de miles de personas hacia la Virgen de Caacupé.
Decenas de empresas transnacionales operan en el país, en particular en el agronegocio, sector que arropa la intensa actividad del narcotráfico y llena grandes espacios de la prensa comercial con el cuco del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), una guerrilla mediática, sin ningún enfrentamiento con el pesado aparato represivo conjunto de policía y ejército, desplegado en el centro y noreste del país, con asesoría de Estados Unidos, Israel y Colombia y de la que se sirve muy bien la oligarquía para reprimir la movilización campesina en reclamo de tierra, pagando con la vida de cerca de 150 dirigentes asesinados por mercenarios contratados por los latifundistas.
Ultimamente está ingresado la maquila, muy estimulada por Cartes, quien presenta ese rubro como la solución al desempleo de una población económicamente activa que registra el 86 por ciento inactivo, consecuencia del nefasto modelo económico imperante y responsabilidad de un empresariado vetusto, entreguista, con fuerte insensibilidad social, que el propio mandatario califica de inútil y pieza fundamental del contrabando a gran escala de mercaderías que se ofrecen por todas las calles del país, en un negocio que algunos estudiosos del tema consideran alimentado por el propio supermercadismo.
Por primera vez en varias décadas, el gremio de los empresarios siente que su longeva asociación con el mandamás de turno se está acabando, desplazado por las hordas de inversionistas extranjeros que están aterrizando en Asunción desde hace semanas, invitados por el Jefe del Ejecutivo que ofrece el país como “mujer fácil y linda”.
Ello provoca ira y decepción entre numerosos capitalistas locales, que se consideran abandonados y traicionados por un amigo que, apenas meses atrás, ayudaron a subir a Presidente, lo cual explica que muchos comerciantes se han sumado en los últimos días a la repulsa popular contra la corrupción, centrando los dardos en el Parlamento y Poder Judicial, con afiladas indirectas al Ejecutivo.
La campaña por expulsar del país a las transnacionales del agrotóxico, está ganando terreno en términos de concientización sobre las consecuencias nefastas del actual modelo productivo, en particular la soja transgénica y su fumigación aérea, la cual se está realizando sin protección de las poblaciones vecinas e, incluso protegida por la policía desde que se produjo el quiebre institucional en junio del 2012 y los gremios de la agroexportación impusieron un cambio radical en la política del Servicio Nacional de Calidad y Seguridad Vegetal y de Semillas (SENAVE).
En las 40 millones de hectáreas que tiene Paraguay, cinco millones de personas ocupan apenas 2.5 millones en cultivos de subsistencia, frente a más de tres millones dedicadas a la soja transgénica que, en los últimos 10 años, ha provocado el desplazamiento forzoso de un millón de mujeres y hombres, víctimas de la fumigación aérea, la presión y el chantaje económico, y el matonaje de los mercenarios contratados por los latifundistas.
Las corporaciones han convertido la región oriental, inmensamente rica en bosques y millones de seres vivos diez años atrás, en “un desierto y un mar sojero”, casi exonerado de impuestos, pues apenas aportan el 2 % de la carga total tributaria y se llevan más del 30 por ciento del total de la riqueza generada anualmente en el país, consigna la documentación distribuida por la Plataforma Heñoi jei.
El 19 por ciento del territorio nacional, equivalente a los Departamentos de Itapúa, Alto Paraná, Canindeyú, Amambay y Concepción, está en manos de capitalistas extranjeros, 68 por ciento brasileros y 32 por ciento de otras nacionalidades, y el 96 por ciento del Chaco, inmenso territorio que el discurso oficial presenta siempre como propiedad fiscal y legítima de los pueblos originarios, ha sido vendido a inversionistas foráneos, precisó Inés Francesquelli, una de las responsables más activas de la Campaña Ñamosëke Monsanto.
Informes médicos, además de diagnosticar numerosas enfermedades provocadas por los productos tóxicos que se utiliza en la fumigación de los cultivos transgénicos, denuncian la alarmante pérdida de calidad alimenticia en Paraguay, donde ha desaparecido de la mesa familiar la mayor parte de la producción tradicional, obra de los campesinos e indígenas.
Documentos de SENAVE, difundidos antes del Golpe de Estado que se produjo el 22 de junio del 2012, consignan que entre el 2008 y el 2010, aumentó considerablemente la importación de cereales en el país en un 35 por ciento, consecuencia de la mejoría que se produjo en el consumo familiar con el Gobierno de Fernando Lugo, pero también al abandono de la siembra familiar, con la expulsión de los labriegos de su tierra.
En frutas, se está importando 220 por ciento más, 315 en hortalizas, 320 de legumbres, 40 por ciento de tomates, 70 de cebolla y 98 de papas, según información del servicio de prensa del Mercado de Abasto.
Fuente: Argenpress