No somos retrógrados. Nuestras semillas y nuestros conocimientos son esenciales para nuestra supervivencia

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La diversidad de las semillas que han ido creando los campesinos durante siglos se encuentran en peligro de desaparición, y las semillas que quedan están cada vez más bajo la amenaza de las grandes corporaciones internacionales, la mayoría de ellas pertenecientes al sector agroquímico.

En África convergen distintas fuerzas que acaparan las semillas de los campesinos, merman su diversidad y restan valor a las prácticas y conocimientos asociados con ellas.

En el Centro de Permacultura Fambidzanai, situado en un área rica en biodiversidad a 20 kilómetros al oeste de Harare (Zimbabue), se están reuniendo campesinos africanos del 12 al 14 de noviembre para debatir e intercambiar información sobre los valores inherentes a sus semillas tradicionales africanas por los que creen que deben ser defendidas. Son ya varios los participantes que han puesto de relieve el hecho de que sus conocimientos, sus prácticas y sus semillas no son ni obsoletas ni retrógradas.

Maxwell Munetsi, campesino del Grupo Norte de ZIMSOFF, ha comentado lo siguiente: «Un campesino es un científico. La cantidad y la calidad de conocimientos que hemos ido recabando y poniendo en práctica desde hace siglos son los idóneos y tienen una gran utilidad».

Por su parte, Henk Hobbelink, de la asociación GRAIN, ha explicado que nos enfrentamos a la propaganda ideológica y estratégica promovida por muchos organismos de desarrollo, las empresas multinacionales y cada vez más gobiernos para cambiar la mentalidad de los campesinos y convencerlos de que todos los elementos que conforman su existencia son retrógrados.

«Han conseguido persuadir a muchos gobiernos de que la agricultura industrial es el camino a seguir y los han convencido para que aprobaran nuevas legislaciones en materia de semillas para aceptar su robo».

A lo largo del primer día del encuentro, los campesinos han llegado a la conclusión de que sin sus semillas nativas no tienen autonomía y no podrán sobrevivir como tales. Cuando el poder empresarial obtenga el control de los sistemas locales de semillas, los campesinos africanos perderán su propia vida. Así lo ha explicado Guy Kastler, campesino francés: «Las semillas de los campesinos se reproducen con libertad, igual que la vida. No son mercancías con las que se pueda comerciar. Existen para dar vida. En cambio, las semillas industriales carecen de vida».

Iniciativas como AGRA y la Nueva Alianza del G8, entre otras, están intentando atraer a los agricultores a pequeña escala al modelo agroindustrial capitalista. Su visión para el futuro consiste en la industrialización de la agricultura campesina.

Un momento crucial para intensificar la lucha

Nos encontramos en un momento crucial para intensificar la lucha. La mayor parte de la presión debe surgir de las bases, tanto a nivel nacional como internacional. Mariam Mayer, representante del Centro Africano para la Bioseguridad (Sudáfrica), lo ha expuesto de la siguiente manera: «Son los campesinos, y no solo las ONG, quienes tienen que levantar la voz y presionar a los gobiernos y a las instituciones internacionales para detener todo esto».

Si no se hace nada, los campesinos africanos lo tendrán cada vez más difícil desde el punto de vista jurídico para cultivar e intercambiar sus propias semillas.

Elizabeth Mpofu, presidenta del Foro de Productores Orgánicos a Pequeña Escala de Zimbabue (ZIMSOFF) y Coordinadora General de La Vía Campesina ha declarado que «esta reunión sobre semillas africanas es importante porque contribuye a reforzar la campaña mundial de semillas lanzada por La Vía Campesina».

Fuente: Vía Campesina

Temas: Semillas

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