Nanotecnología: un mundo invisible
La apropiación de la ciencia por parte de las multinacionales nos obliga a tenerle pánico a los avances tecnológicos... por la ausencia de contenido social, de transparencia, de ética, de respeto por la vida... la Nanotecnología podría ser el cuello de botella para el género humano
Un texto para adultos sin pudor o para niños con pilas
Piensas en un hilo, algo así como una seda dental de una longitud de un metro de largo ... lo cortas en mil pedazos y tomas con una pinza uno de ellos y lo llamarás cariñosamente Nanito. Lo limpias y lo guardas muy bien en un estuche... lo haces tu mascota, te lo apropias y lo puedes acariciar cuando quieras ... y tu Nanito se conservará igual: En este momento tienes una gran población, tu patrimonio es de mil ejemplares....
Si después decides dividir un nanito en un millón de partes, y realmente lo haces, tomas las fracciones, y si quieres ponerle nombres, llámalos Nanos.... en honor a su padre. Y tan bien deberás guardarlos con sumo cuidado. Ahora tu patrimonio es de un millón de hijos del mismo padre, derivados de uno solo.
En otras palabras, el nuevo ejemplar es algo así como una millonésima parte de uno del primer grupo. De aquellos que sumaron mil en la primera división, más un millón de la segunda. Es por ello que definimos al nano como una millonésima parte de un milímetro.
Si te piden un punto de referencia, puedes mencionar más trozos del hilo cortados a igual tamaño, y, así puedes trabajar con trozos de un metro, dos, tres, etc....
Una revolución que ya comenzó
Por allá en 1959 Richard Feynman se puso a “mamar gallo” sobre la posibilidad de fabricar productos nuevos jugando con los átomos y moléculas, reordenándolos, decía él... y en su ciencia ficción llego hasta insistir en que trabajando con los ordenadores, los átomos individuales, podrían consumir poquísima energía y conseguir velocidades asombrosas. Y por su puesto que no le pararon muchas bolas; sin embargo le dieron un Nóbel de física.
Cuando abrimos la puerta al mundo invisible de los nanos, la primera vez, necesariamente pensamos en la nana... aquella niñera que en una u otra forma llevamos enredada a nuestros recuerdos... pero cuando se habla de tamaños la cosa es diferente... no significa absolutamente nada.
Recordemos la aproximación al mundo aumentado con la lupa. A mí se me reveló cuando el médico del pueblo me descrestó con su lupa de trabajo... aun no olvido la impresión que me produjo un piojo agigantado por el aumento, con su cabezota y ojos agresivos y con mirada de carnívoro hambriento.
La manipulación de los nanos se ha llamado Nanotecnología... que se refiere a una dimensión bastante pequeña, más pequeña que los piojos del cuento. Un nano aparece, como ejemplarizamos anteriormente, cuando un metro es partido en mil pedazos y cada uno de ellos se vuelve a cortar en un millón de partes.... No importa que no se vean. Todo ello se llama Nanometría, o Nanociencia, Nanotecnología, o sencillamente agréguela a la palabra nano cualquier apellido y también es válida.
Para tener otro punto de referencia, comparémoslo con un micrometro, dimensión en la cual se desarrollan los chips, y que equivale a la millonésima parte de un metro. El manómetro es mil veces más pequeño.
En 1959, nuestro científico de cabecera, el gran físico, escribió un artículo que analizaba cómo los ordenadores trabajando con átomos individuales podrían consumir poquísima energía y conseguir velocidades asombrosas.
Pero lo más berraco es que aquello que parecía escalofriante no era tan descabellado: Afirman que la revolución ya comenzó y que en unos 50 años los humanos podrían ver cosas que la ciencia nunca imaginó.
Algunos piensan que la Nanotecnología solo trabaja con materiales inertes... pero nació emparentada con la materia viva y con manipulación atómica... y es tal el empalme que los aparatos ultraminiaturizados ya imitan a los sistemas biológicos. Tenemos la obligación de impedir que los nanorobots nos cojan con los calzones abajo, por ello es necesario meter estos conocimientos en las escuelas, colegios y universidades, por cuanto, desde ya, los productos nanotecnológicos nos están invadiendo y no podemos predecir sus mortales consecuencias.
Por Gonzalo Palomino Ortiz
OBSERVATORIO AMBIENTAL DEL TOLIMA