Nanopartículas, pasajeros clandestinos en dulces
Algunos dulces industriales contienen aditivos en forma de nanopartículas, sin que esta condición se especifique en el envoltorio, según un estudio francés, que cuestiona los efectos para la salud y deplora la opacidad de las empresas.
El estudio realizado por la revista francesa 60 millions de consommateurs analizó la presencia del aditivo E171 o dióxido de titanio, compuesto en parte de nanopartículas y empleado con frecuencia en la industria agroalimentaria y cosmética para blanquear caramelos, platos preparados y dentífricos.
Para la revista, publicada por el Instituto Nacional del Consumo, que se presente en forma de nanopartículas –50 mil veces más pequeñas que un cabello–, suscita interrogantes sobre la salud porque traspasa más fácilmente las barreras fisiológicas.
Cuando una sustancia extraña se inmiscuye en el seno de una célula podemos suponer que puede haber daños o, en cualquier caso, un desarreglo de algunas de estas células, explicó Patricia Chairopoulos, coautora del estudio, que reprocha a los industriales falta de vigilancia y rigor.
Chocolates, lunetas y galletas:
De los 18 productos dulces probados por la revista, el E171 fue hallado sistemáticamente en forma de nanopartículas, aunque en proporciones diversas. En las galletas Napolitain de Lu se detectó 12 por ciento del aditivo E171 en forma de nanopartículas, porcentaje que subió a 20 en las chocolatinas M&M’s y a ciento por ciento en galletas de la marca Monoprix Gourmet.
La presencia del E171 está señalada en las etiquetas, pero sin la mención nanopartículas. Chairopoulos destacó que un estudio publicado en enero por un instituto francés levantó sospechas sobre este aditivo en forma nano, al concluir que una exposición crónica al E171 favorecía el crecimiento de lesiones precancerosas en ratas, sin se extrapolara ese riesgo al ser humano.
En junio de 2016, la ONG Agir pour l’environnement alertó de la presencia de nanopartículas, entre ellas de dióxido de titanio, en numerosos productos alimentarios.
Fuente: La Jornada